Sinestesia y el color de la música
Posted: 12 Jan 2016 01:00 AM PST
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En 1885, a sus más de treinta años Vincent van Gogh estaba
aprendiendo a tocar el piano. Mientras iba tocando, su profesor se dio cuenta
de que Vincent asociaba continuamente a los sonidos colores específicos.
Considerando que estaba loco, lo echó.
La anécdota no deja de tener su gracia porque entre todos los problemas
mentales del artista: un marcado carácter bipolar con fuertes fases
maniaco-depresivas, crisis psicóticas, alcoholismo… Entre toda esa amalgama de
patologías, una percepción sinestésica como lo es percibir colores al escuchar
sonidos, no era el problema.
La sinestesia, del griego syn “juntos” y aesthesis
“sensación”, es una condición, no una enfermedad, en la cual un tipo de
estimulación sensorial genera, a parte de la respuesta normal, experiencias
sensoriales en una segunda vía no estimulada. Es decir, que se perciben dos
sensaciones distintas a la vez cuando solo debería percibirse una. Las posibles
combinaciones van desde escuchar sonidos y ver colores, hasta sentir formas
táctiles al utilizar el gusto, pasando por asociar formas abstractas a números
o ver colores “mentales” en las letras/números sin color, escuchar sonidos y
sentir sabores simultáneamente, hasta asociar personalidades a los
números/letras.
A veces, se suele confundir la sinestesia con las
alucinaciones producidas por algunas drogas. La sinestesia se origina de un
modo natural durante el desarrollo neuronal del individuo, y aunque una misma
persona puede desarrollar varios tipos diferentes de sinestesia, las
experiencias siempre son unidireccionales e idénticas: si, por ejemplo, una
persona “ve” el color azul al escuchar un do sostenido, al ver el color azul no
“escuchará” un do sostenido, y esto no cambiará por muchas veces que escuche un
do sostenido o vea el color azul. Por el contrario, los alucinógenos generan de
un modo artificial experiencias perceptivas complejas que varían de una ingesta
a otra.
Que van Gogh tuviera algún tipo de sinestesia no es algo
anómalo ya que se estima que es una cualidad bastante común entre los artistas.
Y además, artistas o no, aproximadamente un cuatro por ciento de la
población tiene en algún grado al menos un tipo de sinestesia. De las más de
sesenta variantes documentadas, dos tercios de los casos son gente que “ve” y
asocia a las letras/números, colores. En el cerebro de estas personas, cuando
se activa el área dedicada al procesamiento visual de letras y números, por ejemplo
al leer la letra “A” escrita en color negro, también se activa un área
adyacente, la V4, que se ocupa de procesar el color, lo cual hace que vean
“mentalmente” roja, por ejemplo, la letra “A” aunque sepan que está escrita en
negro.
Hemos avanzado mucho desde el siglo XIX cuando se empezó a
documentar científicamente la sinestesia, pero todavía nos falta mucha
investigación básica para comprender adecuadamente como se desarrollan las
distintas formas de sinestesia. Una de las cosas que sabemos con seguridad es
que la sinestesia tiene algunos rasgos hereditarios. Es frecuente que en la
genealogía de un sinesteta haya otros miembros que tengan sinestesia, aunque no
tienen por qué experimentar el mismo tipo de sinestesia. Lo que no sabemos es
cuales son exactamente los cambios durante el desarrollo cerebral que hacen que
algunas personas sean sinestetas y otras no.
Es curioso que procesos naturales como la sinestesia tengan
que recordarnos que no todas las personas percibimos el mundo de igual manera.
Quizás, si a partir de hoy no lo volvemos a olvidar, nunca más un profesor de
piano expulse a un genio de la pintura de sus clases.
Este artículo nos lo envía el Dr. Pablo Barrecheguren (@pjbarrecheguren), miembro de Big
Van. Hace unos meses Pablo también escribió para Naukas un post sobre el
síndrome de Clérambault que puedes
leer en este enlace.
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