Me he visto en la obligación de explicarle la homosexualidad a mis hijos, de 3 y 4 años, porque su tío es gay. Este diálogo tan peliagudo y traumático sucedió como sigue:
Pequeño:
- ¿Por qué mi tío Beto va con Pedro a todas partes?
Yo:
- Porque están enamorados, igualito que Papá y Mamá.
Pequeño:
- Ah. ¿Me das una galleta?
Nos ha dejado marcados de por vida. Marcados, en serio.
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