El Museo Thyssen no devolverá el
'pissarro' expoliado por los nazis
Un tribunal desestima la demanda de una familia judía que pretendía recuperar su cuadro
MIGUELÁNGEL GARCÍA VEGA Madrid 15 JUN 2015 - 14:59 CEST
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/06/15/actualidad/1434373172_864135.html
Un tribunal desestima la demanda de una familia judía que pretendía recuperar su cuadro
MIGUELÁNGEL GARCÍA VEGA Madrid 15 JUN 2015 - 14:59 CEST
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/06/15/actualidad/1434373172_864135.html
El cuadro fue adquirido en 1976 por el Barón Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza y
casi tres décadas después, en 2000, fue descubierto por casualidad en la
primera planta del museo por Claude Cassirer, nieto de Lilly. Cinco años
más tarde, la familia demandaba en los tribunales californianos a España y al
museo exigiendo su restitución. Entonces, contaron su historia.
El Museo Thyssen-Bornemisza parece que ha ganado la batalla final.Tras diez años de litigio, un juez federal de Los Ángeles ha desestimado una demanda que pretendía recuperar una pintura del maestro impresionista Camille Pissarro, Rue St. Honoré, aprés-midi. Effet de pluie (Calle St. Honoré por la tarde. Efecto de lluvia), que desde finales de 1992 cuelga en las paredes de la institución madrileña.
El Museo Thyssen-Bornemisza parece que ha ganado la batalla final.Tras diez años de litigio, un juez federal de Los Ángeles ha desestimado una demanda que pretendía recuperar una pintura del maestro impresionista Camille Pissarro, Rue St. Honoré, aprés-midi. Effet de pluie (Calle St. Honoré por la tarde. Efecto de lluvia), que desde finales de 1992 cuelga en las paredes de la institución madrileña.
La obra, fechada en 1897,
perteneció en su día a Lilly Cassirer, una acaudalada mujer judía que se vio
obligada a desprenderse de la tela en 1939 por una cantidad ínfima (360
dólares) para conseguir un visado que la sacara del país y huir de una muerte
casi segura en algún campo de concentración nazi.
Tras la guerra, así lo explicó la
agencia EFE en su día, Lilly Cassirer reclamó por vía judicial la obra de
Pissarro y en 1958 el Gobierno federal alemán la reconoció como su propietaria
legal y le entregó una compensación de 120.000 marcos.
Hasta 2002, en California,
siguiendo el relato que difundió la agencia española, la ley establecía la
prescripción de supuestos delitos relacionados con obras artísticas en tres
años desde el hallazgo de la pieza y, a partir de ese año, se cambió la norma
para los supuestos que guardaban relación con el Holocausto, de tal forma que
se amplió el plazo hasta el final de 2010. Ese año, la Corte Novena del
Circuito Federal de Apelaciones en California consideró que dicho Estado se
había extralimitado al legislar un asunto vinculado con las relaciones
internacionales, algo que es competencia exclusiva de la autoridad federal. En
2011, los cargos contra España se desestimaron. Antes, en septiembre de 2010,
había fallecido, a los 89 años, Claude Cassirer, quedando la reclamación en
manos de sus herederos. Sobre todo, David y Ava Cassirer. A lo que se sumó el
apoyo económico de la United Jewish Federation del condado de San Diego. No hay
que olvidar que un litigio de estas características puede superar en costes
legales el millón de dólares. Sin embargo, la disputa merece la pena en lo
moral y en lo económico. El pissarro está asegurado en unos nueve
millones de euros, pero dada la bonanza del mercado del arte es bastante fácil
que en subasta duplique ese precio.
En 2013, en una sentencia
inesperada, el caso se reabrió y volvió a ponerse sobre la mesa. Ahora el juez
estadounidense John F. Walter hace suyas casi todas las alegaciones que en su
tiempo presentaron los representantes legales del Museo Thyssen-Bornemisza, que
básicamente se fundamentan en que Lilly ya fue compensada en su día por el
Estado alemán con 120.000 marcos y que este caso debe dirimirse bajo la
legislación y los tribunales españoles. Estados Unidos no puede ser un juez
universal.
De todas formas, Evelio Acevedo,
gerente de la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza, ha contado en The New York Times que el museo está estudiando algún
tipo de “reconocimiento moral” de las circunstancias en las que la obra fue
expoliada (algo que nadie discute). La opción podría ser una placa próxima al
cuadro que explique el origen y la triste historia de la pieza.
Pese a que las posibilidades de
recuperar el cuadro son casi nulas, la familia Cassirer ha comentado que
recurrirá la sentencia. En declaraciones al rotativo estadounidense, Laura
Brill, abogada de los demandantes, sostiene que “los museos y los gobiernos de
todo el mundo reconocen la necesidad de devolver el arte expoliado por los
nazis a sus legítimos dueños”. Y añade: “Aquí nadie discute que elpissarro era
propiedad de los Cassirer hasta que fue robado por los nazis en 1939”.
Argumentos que no han servido para poner en duda que realmente la legítima
propiedad de la obra corresponde a la Fundación Thyssen. El pissarro se
queda en España.
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