viernes, 1 de noviembre de 2013

HALLOWEEN EN SAN FRANCISCO

Hace algunos años estuve de visita en casa de mi amigo Willy en San Francisco, aproximadamente por estas fechas. Difícelmente, dicho sea de paso, se puede encontrar un amigo mejor: anfitrión generoso y buen conversador (claro que él sabe, porque me conoce, que me encanta viajar a su casa). Ya había disfrutado en su casa de un día de Acción de Gracias -cené solo, pavo, porque él estaba en Columbus, Ohio-, y durante ese viaje disfrutaría también de Halloween. Calabaza encendida en la bow window y niños que tocaban el tiebre con su famosa pregunta trick or treat?, yo repartiendo caramelos y chocolate... todo muy americano, yo feliz. La ciudad llevaba no-sé-ni-cuántos días decorada con todo tipo de motivos macabros: calaveras, esqueletos, murciélagos, brujas, etc., sobre las casas, en las ventanas, en las vallas publicitarias o en los escaparates de las tiendas en cualquier lugar. 
Enfundado en mi chaqueta y guantes de cuero, nos dimos un garbeo por la fiesta callejera en Castro. Gente disfrazada, mucha, buen ambiente y muchas risas.
Día 1 de noviembre. Me levanto como cada día, ducha y desayuno. Compruebo el e-mail y me visto para salir otra jornada a pasear por aquella preciosa ciudad. Un paseo por Alamo Sq. o por Dolores Park, para empezar el día, y de camino disfrutar con tanto perro feliz sobre el césped. 
En ese momento fue cuando entendí realmente como en los Estados Unidos (¿en todo occidente quizá?) la economía marca el ritmo de la vida. Todos aquellos carteles oscuros que nos invitaban a celebrar Halloween habían desaparecido, como por arte de magia -nunca mejor dicho-, para dar paso a las Navidades. Todo era ahora CHRISTMAS TIME!

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