jueves, 18 de marzo de 2021

FEDERICO

 

Últimamente me repito constantemente, lo sé, soy consciente de ello, pero la misma idea me ronda cada noche cuando me levanto del despacho y apago el ordenador. Ayer mismo, en pie desde las 4:23am, cerré el kiosco a las 9:45pm. Mareado, con dolor de cabeza y picor en los ojos después de 16 horas sentado frente al ordenador, entre una cosa y otra. Juan, mi socio muerto, siempre decía "no hay trabajo chico", cuánta verdad en esas 4 palabras. 
¿Problema? Ni tengo 18 años ni la fuerza de antaño; si alguna vez fui Clak Kent cuando era joven, -¿y por qué no? por supuesto que lo fui, como todos-, eso quedó muy atrás, ya mi cabeza no lo recuerda, aunque sí mi corazón y he ahí el quid. No somos supermanes/as, desde hace mucho, y debemos ciudarnos porque cuando la batería se agota, se acabó, por desgracia. Los infartos y los ictus están a la orden del día en nuestra generación, la del estrés, la de las prisas, la generación de los cagaleras. ¿Qué son 24 horas? Nada, no dan, faltan y muchas, o eso pensamos. ¡Error de nuevo! La sensación de estar examinándonos constantemente es lo peor de todo. Por muy bien que uno crea estar preparado, por muy seguro que se encuentre, por mucho que crea que lleva las riendas (llevar las riendas, jajaja), llega un punto de inflexión en que las fuerzas desaparecen, me desinflo literalmente y acabo dudando de mi capacidad para seguir, vuelven las dudas. He ahí el momento de levantarse, apagarlo todo, pararse a escuchar música e intentar reordenar las fichas del puzzle, lo malo es que cada vez se pierden más piezas. Acabo lamentándome como Federico. Pobre Federico, pobre Jose, pobres todos.
 Cilea, "L'arlesiana". *Lamento di Federico.

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