Leo hace algunos días un pequeño artículo sobre la relatividad de las cosas, la poca memoria de un pueblo a la hora de votar, etc., etc. Ponían como ejemplo la clarividencia que parece tener todo el mundo, periodistas, tertulianos, pueblo en general, para saber qué ocurrirá en España si gana "Podemos", pero en cambio la poca cabeza para ver lo que ha ocurrido hasta ahora con la política del PP. El periodista que escribía, que decía no ser votante de Podemos, se sorprendía del extraño rasero para votar y de la poca memoria ante lo que ha acontecido a España desde que comenzó esta dichosa crisis.
Recordaba este artículo mientras leía ayer otro a colación de los últimos atentados contra "intereses españoles", como se dice ahora, o sea contra españoles, en este caso con el resultado de dos muertos en la Embajada de España en Kabul. Rajoy, raudo como pocas veces, se había apresurado a desmentir "la noticia que se había corrido" pues el atentado en Afganistán "no era contra España" sino contra una casa de huéspedes cercana que por casualidad bla bla bla. Claro que después el Ministerio de Asuntos Exteriores desmentía al Presidente y contaba la historia como realmente había sido. ¿Y Rajoy? pues nada, si te he visto no me acuerdo, Miente, tergiversa la realidad, mira hacia otro lado porque NO PASA NADA. Parece que las redes sociales están más enteradas de lo que le ocurre a un país que el propio Presidente del Gobierno. Qué pena.
Claro que él, tan ufano como debe estar leyendo cómo va su partido en la intención de voto del próximo domingo, estará pensando ande yo caliente...
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Un vergonzoso intento de Rajoy de
ocultar la verdad
Iñigo Sáenz de Ugarte
Sólo un Gobierno como el español
y un presidente como Mariano Rajoy pueden decir tras la explosión de un coche
bomba en la calle donde está la embajada española en Kabul que el ataque no
estaba dirigido contra la representación diplomática de nuestro país. Sólo ese
Gobierno puede decir, tras una explosión de grandes dimensiones que mató a dos
policías afganos y uno español, que podíamos estar tranquilos. Sólo ese
Gobierno puede sostener, cuando los policías afganos habían acabado con dos de
los asaltantes pero temían que había más en los edificios cercanos, que el
personal español estaba bien.
Sólo alguien como Rajoy puede
intentar monopolizar en campaña electoral la respuesta del Gobierno a esta
emergencia y dar una versión de los hechos que no tiene ninguna relación con lo
que estaba ocurriendo en esos mismos momentos.
El ataque de los talibanes contra
la embajada fue similar a muchos otros realizados contra objetivos occidentales
en Afganistán en los últimos años. En primer lugar, un coche bomba explota
junto a la entrada o cerca de ella y mata o hiere a los guardias que protegen
los accesos al recinto. Acto seguido, un grupo de hombres armados asalta el o
los edificios para matar a sus ocupantes extranjeros y esperar la llegada de la
policía. Atrincherados en su interior, pueden aguantar durante horas. No se
entregarán ni negociarán. En el mismo edificio, los extranjeros escondidos en
una zona de seguridad o en una habitación que no conocen los agresores no se
moverán hasta que alguien aparezca para rescatarlos.
El rescate será una operación
larga y difícil, en especial si es de noche como era este caso, que durará
mucho tiempo durante el cual será difícil contar con informaciones
confirmadas sobre la suerte de las víctimas. Y eso vale para el Gobierno y los
medios de comunicación.
Al conocerse la noticia del
ataque, las primeras versiones que llegaban de Afganistán a primera hora
de la tarde del viernes indicaban que el objetivo era una residencia para
extranjeros situada junto o frente a la embajada. Para impedir los
desplazamientos en la ciudad, es habitual que las embajadas cuenten con una
casa donde vive su personal en la misma calle o en un edificio anexo a la
delegación diplomática. Por tanto, era lógico pensar que había españoles en peligro
en ese momento. Al saberse que todo había comenzado con el estallido de un
coche bomba, la preocupación aumentó.
Todo eso se supo poco después de
las 16.00 hora española. Se anunció que el presidente del Gobierno comparecería
ante los medios a las 17.45 desde Orihuela. Las fuentes habituales del
Ministerio de Exteriores no ocultaron la gravedad del asunto e indicaron que
Moncloa se ocuparía de informar a los medios. Toda la información se iba a
"centralizar en Moncloa", a pesar de que el presidente no estaba
en su despacho sino en la Comunidad Valenciana inmerso en la campaña electoral.
Está claro que Rajoy quería ser quien diera las noticias.
En torno a las 18.30, Rajoy se
acercó a los periodistas para hacer una declaración de
un minuto y 40 segundos. Esta es la transcripción completa de sus palabras,
excepto la referencia a sus contactos con varios líderes de la oposición
(las negritas son mías).
"Esta tarde se corrió la noticia de que podía haber habido un ataque a la embajada de España en Afganistán. No ha sido así. No ha habido un ataque ni era la intención de hacerlo contra la embajada de España en Afganistán. Así lo han indicado los talibanes. Era un ataque contra algunas casas de huéspedes que estaban muy próximas a la embajada. Lo que podemos decir en estos momentos es que todos podemos ser objetivo de un ataque terrorista, todos, cualquiera, cualquier país occidental, pero en este caso no lo era contra la embajada de España. En este momento, hay un policía español herido que ya ha sido evacuado, parece que las heridas no son de extrema gravedad, pero, insisto, lo están llevando al hospital. En este momento, han sido liberadas todas las personas que estaban trabajando como funcionarios en la embajada de España en Afganistán, y por tanto lo que parecía que era una mala noticia, pues al final por fortuna no es así. Creo que no hay víctimas españolas, no era un ataque contra nosotros, aunque, insisto, podría serlo perfectamente. (...) Por tanto, insisto, tranquilidad, la gente de la embajada de España en Afganistán está bien. Son los datos que nos informan desde allí, y espero que se confirmen a la mayor celeridad posible".
Además de su estilo coloquial tan
chocante en ciertas situaciones ("se corrió la noticia"), en tan
breve espacio de tiempo Rajoy dijo hasta en cuatro ocasiones diferentes que no
se trataba de un ataque contra la embajada española y su personal destacado en
Kabul. Y en otras tres ocasiones afirmó que no había que preocuparse porque
todos los españoles estaban bien.
Tanto lo primero como lo segundo
era falso. Cabe la duda de si lo hizo por pura incompetencia
lanzándose a hacer declaraciones cuando era imposible saber con total seguridad
qué había sucedido o si pretendía condicionar la cobertura de los principales
medios de comunicación con estas palabras. Quizá fuera una mezcla de ambas
cosas.
Mientras tanto, varios medios
internacionales informaban de un ataque contra la embajada española. Pocos
minutos después, en el mitin previsto Rajoy tuvo que anunciar la muerte de un
policía español.
Mucho antes de que el presidente
abriera la boca, un periodista afgano había contado todo lo que Rajoy iba a
negar después. Después de las 15.00, hora española, Bilal Sarwary, periodista freelance que
trabaja para la BBC, informaba en su cuenta de Twitter del ataque contra la
residencia del embajador español en Kabul, detalle que no era correcto
porque el embajador vive en otra zona, y afirmaba que España contaba con
información previa, probablemente facilitada por el Gobierno afgano, que
avisaba de un posible ataque.
Sólo unos días antes, los
talibanes habían lanzado un ataque masivo contra el aeropuerto de Kandahar, en
el sur del país, en el que mataron a 50 personas, entre civiles y personal de
seguridad.
Las fuerzas especiales de la
policía afgana, la única unidad de las fuerzas de seguridad en condiciones de
enfrentarse a una incursión talibán en la capital, tomaron posiciones en la
zona, cortaron la electricidad y apostaron francotiradores en los edificios
cercanos. Una hora después, Sarwary vio desde las inmediaciones cómo dos
vehículos de la embajada estaban en llamas. Sus fuentes le contaron que al
menos tres de los atacantes habían logrado penetrar en el recinto diplomático
–fuera la embajada o la casa anexa donde vive el personal español– y le
confirmaron que los vehículos ardiendo pertenecían a los españoles. Ya sabía que
dos policías afganos, que protegían la embajada estaban muertos. Aún no tenía
noticias de la muerte del policía español.
También contó que dos españoles
habían podido escapar. Habían salvado la vida, pero no podían estar seguros de
lo que había pasado a sus compañeros.
Todo eso antes de que Rajoy
abriera la boca y dijera que en absoluto se trataba de un ataque contra la
embajada española.
Para apreciar la confusión y la
gravedad de los acontecimientos, cuando ya era de madrugada en Kabul y en torno
a las 22.00 hora española, las fuentes de Sarway en la policía de Kabul le
contaron que, después de haber eliminado a dos de los agresores, las fuerzas
especiales aún creían que había tres o cuatro más dentro de la legación
española. A la hora en que escribo esto, aún no está confirmado si era
así.
Si el ataque había sido
originariamente contra la embajada, la casa anexa donde viven los españoles o
contra otro establecimiento para extranjeros en la misma calle, no importa demasiado,
porque el resultado inmediato fue que la embajada y sus funcionarios se
vieron atrapados en una pesadilla en la que su vida corría peligro. Peor
suerte corrió el agente fallecido, Isidro Gabino San Martín, de 48 años y
nacido en León, destinado en la seguridad del edificio.
Fuentes españolas que recibían
información desde Kabul contaron a eldiario.es que en la medianoche, hora
española, el edificio principal de la embajada ya había sido liberado, pero que
en los otros dos edificios continuaban los tiroteos entre las fuerzas de asalto
y los talibanes. A esa hora, se temía que en esos lugares aún había
escondidos tres ciudadanos españoles y personal afgano de la embajada.
A pesar de los numerosos
antecedentes de los ataques contra objetivos extranjeros en Afganistán y de la
inevitable confusión de la información en las primeras horas, Rajoy decidió
convertirse en protagonista cuando nada le obligaba a ello, y ser él el único
responsable del Gobierno autorizado a dar información. Y lo único que consiguió
fue hacer el ridículo.
Una posible explicación se
encuentra en lo
que cuenta Mònica Bernabé, periodista que ha pasado muchos años en
Afganistán, que relata que la embajada española no se encuentra en la
zona, mucho más segura, donde están las legaciones diplomáticas de EEUU y otros
países europeos. Está en una de las zonas más transitadas de Kabul y no ofrece
las medidas de seguridad que varios países occidentales consideran básicas para
sus funcionarios. Los edificios de la embajada están demasiado cerca del muro
exterior que les separa de la calle por donde circula el tráfico habitual. Lo
más razonable sería trasladarla a otro lugar más seguro, pero eso no será fácil
ni, sobre todo, barato. Lo único que han hecho es buscar una residencia al
embajador en la zona más protegida de la capital.
El intento de ocultar la gravedad
de los hechos y el ansia de acaparar la atención informativa en su persona en
plena campaña electoral se produjeron en el peor momento posible, cuando corría
peligro la vida de varios funcionarios públicos enviados a un país en guerra
por decisión de su Gobierno. Y es en esos momentos cuando se aprecia la talla
del liderazgo de los políticos que aspiran a gobernar un país.
12.20
A primera hora del sábado, el
Ministerio de Interior ha informado de la
muerte de un segundo policía español, Jorge García Tudela, de 47
años. Otro hecho trágico que demuestra que cuando Rajoy dio por terminado el
ataque, no sólo no era así, sino que varios de los funcionarios españoles de la
embajada no habían sido aún localizados y se podía temer por su vida.
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