viernes, 11 de mayo de 2012

ROSALIO HUIZAR

Rosalio, notario de los muertos mexicanos
Por: Mari Luz Peinado. 11 de mayo de 2012
 
Son las 11 de la mañana y Rosalio solo ha tenido que subirse a su moto una vez para fotografiar a un hombre con un balazo en la cabeza. Hoy es un día tranquilo. Rosalio Huizar lleva 24 años haciendo fotografías para la prensa y casi todo este tiempo se ha dedicado a retratar víctimas. La imagen que ha tomado aparecerá al día siguiente en las páginas El Gráfico, un periódico con una tirada diaria de 300.000 ejemplares y que cuesta tan solo tres pesos (17 céntimos de euro), un cuarto de lo que vale Reforma y casi un tercio de los diez de El Universal o La Jornada (58 céntimos).
Los periódicos siempre buscan llamar la atención con sus portadas, y en México son unos maestros. Entre todas las posibilidades que ofrece un quiosco de la capital hay una que llama la atención al primer vistazo. Su portada mezcla factores que hacen imposible que la mirada no elija este periódico entre el resto de competencia: una chica en ropa interior, la foto de un cadáver y titulares llamativos como “Tuvieron matarile” o “Le dan colgón”. Son los llamados periódicos de nota roja, la fórmula propiamente mexicana para contar sucesos.
Sin duda, el elemento central es la fotografía - muchas veces de primer plano - de la víctima de una balacera, un atropello o un incendio.
Todas las mañanas, Rosalio acude a la oficina de prensa de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), una especie de cuartel general para los periodistas y fotógrafos que cubren los sucesos de la ciudad. “Aunque realmente las autoridades solo te avisan cuando a ellos les beneficia. Tenemos que ingeniárnoslas para enterarnos a través de nuestros contactos: a veces son bomberos, otras socorristas, algunos policías... pero no suele ser nada oficial. Se trata de tener muchos amigos”, cuenta.
Cuando Rosalio salió de la universidad, pasar por la sección de nota roja de los periódicos era una termómetro para medir la valía del fotógrafo. “Es algo que también tienes que llevar dentro. He visto chicos recién salidos de la escuela que cuando han tenido que enfrentarse a una explosión no han podido cubrirlo y se han ido corriendo. Si eres reportero gráfico no puedes serlo solo para lo que te gusta sino para todo tipo de periodismo. Y la nota roja obviamente es periodismo”.
Pero no solo fue su capacidad para ponerse frente a las víctimas de un asesinato múltiple o del descarrilamiento de un tren lo que llevó a Rosalio Huizar a esta profesión, sino que fue una decisión: “Me parece que la foto de nota roja es la más difícil y emocionante. No te vas a encontrar siempre lo mismo y, además, tienes la oportunidad de poder hacerlo tuyo, de ponerle un sello personal y cuidar las imágenes”.
- ¿Cuidar las imágenes?
- No se trata de tomar fotos de sangre y nada más. La cuestión es hacer una foto periodística cuidada, que no sea grotesca pero que te diga lo mismo y muestre el drama que hay detrás, incluso puede ser artística. Puede haber un muerto pero que no lo veas en la imagen -asegura Rosalio con naturalidad.
Hay toda una escuela que reivindica el lado artístico de la fotografía de nota roja. Y entre sus maestros, un nombre: Enrique Metinides. Durante más de 40 años, la cámara de Metinides retrató a los muertos mexicanos con crudeza, pero de forma serena, y nos hizo ver el lado estético del drama. El trabajo de este fotógrafo mexicano - que vive retirado a sus 88 años - ha sido reconocido en exposiciones de Londres, Nueva York, Los Ángeles y Madrid.
Pero las cosas han cambiado desde que Metinides - y también Rosalio Huizar, pues ambos fueron compañeros en La Prensa - se montaba en las ambulancias de la Cruz Roja mexicana para llegar el primero a los accidentes. “Ahora hay más trabajo que cuando empecé porque la violencia ha aumentado. Antes podías ver un homicidio cada 15 días y ahora hay varios en la misma jornada. Y, además, algo que nunca pasaba: las ejecuciones en grupo”, explica el fotógrafo.
Y no solo el país es más violento, sino que la situación de los fotógrafos ha cambiado. La semana pasada dos reporteros gráficos fueron asesinados en Veracruz. “Cuando pasan estas cosas te sientes decepcionado e impotente porque sabes que de nada sirve denunciar amenazas o agresiones. Les tocó a ellos y le puede pasar a cualquiera, pero sabemos que debemos seguir con nuestro trabajo”, asegura.
De vuelta al quiosco me doy cuenta de que la fotografía “menos grotesca” está destinada a las páginas interiores mientras que las portadas las copan imágenes más crudas ¿Es necesario ser tan explícito? “Hace falta enseñarlo para que la gente conozca la realidad tal cual es”.

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