miércoles, 9 de mayo de 2012

RITA HAYWORTH

Margarita Carmen Cansino (Nueva York, 17 de octubre de 1918 — Nueva York, 14 de mayo de 1987), mejor conocida por su nombre artístico de Rita Hayworth, fue una de las actrices más emblemáticas de la época dorada del cine estadounidense. Además de ser símbolo sexual indiscutible de la década de 1940, es considerada como una de las grandes estrellas del Séptimo Arte.
Hija del bailarín Eduardo Cansino, natural de Castilleja de la Cuesta (Sevilla, España), y de Volga Hayworth, una bailarina de los Ziegfeld Follies, de origen irlandés e italiano. Su padre era pariente del escritor Rafael Cansinos Assens, quien descubrió sus orígenes judíos sefardíes.
Rita empezó su carrera como bailarina junto a su padre, con su nombre real, a la temprana edad de 13 años.
Llegó a Hollywood en 1933 como miembro del Spanish Ballet y pudo empezar a filmar gracias a la ayuda del eximio compositor José Iturbí y a las influencias del diplomático español en Estados Unidos, Lázaro Bartolomé y López de Queralt. Desde 1935 participó como actriz en papeles secundarios, realizando muchas películas de serie B en las que sobre todo destacó por sus dotes para la danza y por su elegante aspecto. De esta etapa destaca la película Charlie Chan en Egipto (1937), de Louis King, película perteneciente a la saga dedicada al célebre detective oriental, en la que trabajó junto a Warner Oland, que encarnaba a Chan.
Fue su marido, por aquel entonces Edward Judson, quien la lanzó al estrellato, convirtiéndola en su mejor inversión personal. Judson le consiguió un contrato con Columbia Pictures, productora que necesitaba de estrellas importantes y a quien la actriz acabaría colocando entre las primeras compañías cinematográficas, reportándole a la empresa millonarios ingresos sólo con su presencia. «Rita Hayworth es la Columbia», dijo Frank Sinatra. Para entonces, Harry Cohn, magnate de la productora, se enamoró de ella. La presión y las disputas por este motivo entre la actriz y el productor, darían mucho que hablar entre los profesionales de la industria, y él estuvo toda la vida obsesionado con ella, quien no respondió nunca a sus requerimientos amorosos.
Su primer papel importante fue como actriz secundaria en la película: Sólo los ángeles tienen alas (1939), de Howard Hawks, lo que hizo que la crítica cinematográfica se empezara a fijar en ella. Ella poseía una personalidad tímida y bondadosa, que contrastaba con su fuerza y enorme impacto en la pantalla; en este film, compartió cartel con Cary Grant, Jean Arthur y Thomas Mitchell. Luego rodó una comedia junto a Brian Aherne: Una dama en cuestión (1940), de Charles Vidor.
Rita ingresó triunfante en la Twenty Century Fox (compañía que años atrás la había rechazado), reclamada por el director Rouben Mamoulian, para interpretar a Doña Sol en la superproducción basada en la novela de Vicente Blasco Ibáñez, Sangre y arena (1941), junto a Tyrone Power y Linda Darnell. Esta película significó su lanzamiento como sex symbol indiscutible durante toda una década. Su carrera la convirtió en una de las grandes estrellas de su época y en la actriz mejor pagada del cine.
Luego intervino en dos comedias musicales de amplio eco popular, junto a Fred Astaire: Desde aquel beso (1941), de Sidney Lamfield, y Bailando nace el amor (1942), de William A. Seiter. Estos éxitos y su talento la llevaron a protagonizar un musical ya clásico, Las modelos (1944), de Charles Vidor, junto a Gene Kelly y Phil Silvers, filme innovador en su día, al trasladar los números de baile de salón a ambientaciones callejeras. En esa época rodó The Strawberry Blonde (1941), de Raoul Walsh, junto a James Cagney y Olivia de Havilland; Mi mujer favorita (1942), de Irving Cummings una cinta de corte biográfico junto a Victor Mature y Carole Landis; y Esta noche y todas las noches (1945), de Victor Saville, un musical que fluctúa entre la comedia y el drama de tono menor, junto a Lee Bowman y Janet Blair.
No obstante, su fama como mito erótico se consolidó con Gilda (1946), de Charles Vidor, una de las grandes películas del cine negro, en la que con una sugerente interpretación musical ("Put the blame on mame"), y la recepción de una bofetada consiguió récords de taquilla en todo el mundo. Dicha bofetada se convertiría en la más famosa de la historia del cine estadounidense, y fue propinada por su pareja en el film, Glenn Ford, en respuesta a la que Hayworth le había dado momentos antes.
La película fue un escándalo, y en países como España fue considerada "gravemente peligrosa" por la Iglesia Católica, debido a la famosa escena musical donde se quita un guante. Esta película la hizo inmensamente famosa, hasta el punto de que se colocó su imagen en la bomba atómica de pruebas arrojada por Estados Unidos sobre las Islas Bikini. Dado el carácter pacifista de la actriz, este hecho la indignó profundamente. También ocasionó una histérica expedición a la Cordillera de los Andes, a fin de enterrar allí una copia de la película, para que se conservase en caso de un desastre nuclear.
Este momento de fama internacional también coincide con una de sus crisis en lo personal: su matrimonio con el príncipe Ali Khan entró en crisis, y ella declaró a la prensa una frase que se haría célebre: «Todos los hombres que conozco se acuestan con Gilda, pero se levantan conmigo».
La suerte profesional parece ir en racha, y en 1947 rueda junto a su nuevo marido, el director Orson Welles, un filme que fue en su día maldito, pero que resultó de enorme trascendencia: La dama de Shanghai.
La película no tuvo mucho éxito comercial porque Welles le cortó el pelo, la tiñó de rubio platino, le dio un papel de arpía y la mató al final de la película, cosa que no gustó mucho a su público. Sin embargo, forma parte de la mitología del cine por su narrativa, estilística y ritmo, y Rita Hayworth declaró años después que «sabía que estábamos haciendo un clásico mientras la rodábamos».
Gilda, el papel más importante de su carrera, fue también el que marcó el inicio de su declive como estrella de Hollywood, ya que nunca consiguió el mismo éxito como símbolo sexual en ninguna de sus películas posteriores. Sin embargo, fue y es la película que la convirtió en una actriz inolvidable: «Nunca hubo una mujer como Gilda», era el slogan de la película.
Otros títulos destacados de su filmografía son Los amores de Carmen (1948) y La dama de Trinidad (1952), que no lograron reeditar el éxito de Gilda, pese a repetir pareja protagonista con Glenn Ford (para el escritor y cinéfilo Terenci Moix, Rita fue la mejor 'Carmen' del cine); Salomé (1953), de William Dieterle, recreando la historia bíblica, junto a Stewart Granger y Charles Laughton; La bella del Pacífico (1953), de Curtis Bernhardt, nueva versión de un clásico de William Somerset Maugham ya adaptado para el cine en la década de 1920; Pal Joey (1957), que fue su último musical, rotundo triunfo de la actriz en su madurez física e interpretativa, que incluye un número que ha pasado a la historia del género; Fuego escondido (1957), de Robert Parrish, junto a Robert Mitchum y Jack Lemmon; y Mesas separadas (1958), de Delbert Mann, junto a Burt Lancaster, Deborah Kerr, Wendy Hiller y David Niven.
Rita nunca fue nominada a los premios Oscar, pero asistió a la 36ª ceremonia de dichos premios, para entregar el premio a la mejor dirección en 1964, antes de que en esa década empezara a tener problemas de memoria.
Durante la década de 1960 y principios de la de 1970 trabajó en producciones modestas, de serie B, y en algunas coproducciones europeas, mostrando su declive físico e intelectual, ya que comenzaba a mostrar síntomas de la Enfermedad de Alzheimer, que le impedía memorizar bien los guiones.
En este ínterin se retiró a Argentina unos años, más especificamente a la ciudad de Puerto Madryn, la cual le había sido recomendada por el aire marítimo y el clima patagónico. Éste se consideraba en aquellas épocas beneficioso para detener el avance de la enfermedad mental que la acosaba.
De esta última etapa destacan tres títulos: El fabuloso mundo del circo (1964) de Henry Hathaway, junto a John Wayne y Claudia Cardinale; El aventurero (1967), de Terence Young, junto a Anthony Quinn; y La ira de Dios (1972), de Ralph Nelson), que fue su última interpretación en la gran pantalla.
Rita Hayworth cayó en un semicoma en febrero de 1987. Murió unos meses más tarde, el 14 de mayo de 1987, a los 68 años de edad a causa de la enfermedad de Alzheimer en su apartamento de Manhattan. Un servicio fúnebre para Hayworth se llevó a cabo el 19 de mayo de 1987, en la Iglesia del Buen Pastor, en Beverly Hills. Los portadores del féretro incluidos los actores Ricardo Montalbán, Glenn Ford, Don Ameche y coreógrafo Hermes Pan. Fue enterrada en el cementerio de Santa Cruz, Culver City.
Se casó cinco veces: con Edward Judson, con Orson Welles (con quién tuvo a su hija Rebecca), con el príncipe Ali Khan (con quién tuvo a su hija Yasmín Aga Khan), con el también actor Dick Haymes y con el director James Hill.
Para trabajar en el cine tuvo que someterse a dietas, y mediante electrodepilación se le amplió la frente y se acentuó el pico del pelo.
A los cincuenta años empezó a enfermar de alzheimer. Algo que, al no estar diagnosticado por aquel entonces, se confundió con el alcoholismo. Falleció a los 68 años (1987), víctima de esta enfermedad que se le tardó veinte años en diagnosticar. Está enterrada en el Cementerio de Holy Cross (California).
Está considerada una de las estrellas indiscutibles del cine. Una mujer de mucha belleza e instinto para la interpretación, con una personalidad y una profundidad que trascendió su trabajo y que, como afirmó el director George Cukor, consiguió que sus fans se interesasen por la persona más que por sus personajes.
Tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Exactamente en el 1645 de Vine Street.
*Put the blame on mame.
*Rita Hayworth is stayin' alive.

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