Pasajero rico, pasajero pobre
Por: Isidoro Merino
En la vida existen fronteras invisibles. La cortinita que separa business de turista en los aviones es una de ellas. A un lado de ese muro de tela estampada, los pasajeros de clase economy viajan cada vez más apretujados mientras que los del otro lado gozan cada vez de más privilegios.
La culpa la tiene una aceituna. En 1987, el consejero delegado de American Airlines, Robert Crandall, propuso eliminar la oliva de las ensaladas que se servían en sus aviones; con la medida, la aerolínea ahorró ese año 40.000 dólares, unos 24.360 euros (lo que no impidió que el año pasado se declarase en suspensión de pagos). Inspiradas por tan ocurrente idea, otras compañías se preguntaron qué ocurriría si, en lugar de aceitunas, quitaban espacio entre los asientos. Lo redujeron en unos centímetros y… voilà: una fila más para llenar con pasajeros. Después les llegó el turno a los periódicos, a las galletitas saladas… Al final, hemos terminado volando sin espacio, sin aceituna, sin prensa y sin ensalada (gratis). Todo por nuestro bien, para que paguemos menos por los billetes, dicen.
Volar apretaditos
Mientras que el número de usuarios del transporte aéreo no ha parado de crecer (en 2011 superó los 2.800 millones de pasajeros, según IATA), su espacio vital ha menguado: desde 1978, el espacio medio entre las filas de asientos (seat pitch) en clase turista se ha reducido en 7,2 centímetros (3”) según muestra esta infografía publicada en el periódico The New York Times.
La consultora Skytrax publica listas anuales con la distancia entre asientos de las principales aerolíneas. Según los datos de 2011, entre las aerolíneas europeas, las más generosas en cuanto a espacio en clase turista son Estonian Air y Olimpic Airways, con un seat pitch de 33 pulgadas (83,8 centímetros). En el otro extremo, entre las más tacañas de la lista (lo que no significa que sean las peores) se encuentran algunas aerolíneas de bajo coste, como Easyjet, Monarch, Bmi Baby y Thomson Fly, en cuyo caso se miden 29 pulgadas (73,6 centímetros), aunque con opción de disfrutar de más espacio pagando un suplemento. En los aviones de Ryanair, la distancia es de 76,2 centímetros (30”). Al final, y para alivio de muchos, parece que no habrá clase "Hannibal Lecter", como bautizó algún bromista el modelo de cabinas con plazas para viajar casi de pie que, según recogieron algunos medios planeaba incluir Ryanair en algunos de sus vuelos cortos. La supuesta noticia resultó ser un bulo.
La separación entre las filas de asientos de la clase turista de Iberia en vuelos intercontinentales es de 81 centímetros (32”), una distancia que en los trayectos europeos se queda en 79 centímetros (31”), frente a los 220 centímetros (86,6”) de espacio que disfrutan los pasajeros de su clase Business Plus (con sillones que pueden transformarse en camas), o los holgados 127 centímetros (50”) de distancia que hay entre las filas de butacas de su clase Business Club.
En busca del asiento perfecto
El buscador de vuelos baratos Skyscanner ha preguntado a 1.000 pasajeros sobre sus preferencias de asiento (aparte de aquellos con espacio extra junto a las alas). Ganó el 6A. Según los autores de la encuesta, esta refuerza otros estudios, igualmente dignos de Perogrullo, que demuestran que las seis primeras filas de un avión son las favoritas, con el 45% de los votos. ¿No será porque están más cerca de la puerta de salida?
Seat Gurú permite conocer cuáles son los mejores y los peores asientos -tanto por confort como por seguridad en caso de accidente- de un avión, dependiendo de la compañía, el modelo de aparato y la ruta. La web incluye planos de cabina de 550 aeronaves de 80 compañías.
La comodidad se paga
El bajo coste no es solo una cuestión de precio, sino de cómo se valora un servicio. ¿Merece la pena pagar más por tener asientos reclinables en un vuelo de una hora? ¿Y en un viaje a Nueva Zelanda? La competencia con las compañías de bajo coste en las distancias cortas ha empujado a las aerolíneas a recortar servicios en estas rutas. Por el contrario, casi todas han introducido mejoras en sus vuelos de largo radio, las más rentables, y mimando a los clientes de las clases preferentes, los que pagan hasta 10 veces más por un billete y que les proporcionan cerca de la mitad de sus ingresos.
La gastronomía se ha convertido en una de las bazas con las que las buscan ganarse a los pasajeros de alto nivel adquisitivo. Con este fin, Iberia fichó el año pasado a cuatro chefs españoles -- Paco Roncero, Dani García, Ramón Freixa y Toño Pérez—que en total suman ocho estrellas Michelin.
Al otro lado de la cortina, las opciones son más limitadas, y, en el caso de los trayectos de corta distancia, de pago: una chapata de jamón serrano, por seis euros; una cerveza, por tres, o una bolsa de patatas fritas Pringles, por 2,50 euros.
Air France recurrió al Studio Culinaire Servair de Joël Robuchon,y Guy Martin, del restaurante Le Grand Véfour, para los menús, basados en la cocina de temporada de su clase La Première. La elaboración de la carta de vinos corre a cargo de Olivier Poussier, uno de los mejores sumilleres del mundo. Etihad Airways, compañía aérea de los Emiratos Arabes, ha incluído recientemente un chef a bordo para sus clientes de Diamond First un servicio que también ofrecen Turkish Airlines, Austrian y Gulf Air en sus clases preferentes. Para saber qué se cuece, recalienta y come a 30.000 pies de altura, se puede consultar la web Airlinemeals, alimentada, valga la redundancia, por los comentarios y fotos enviadas por los pasajeros.
El diseño es algo especialmente valioso en los vuelos de larga duración, donde los pasajeros se ven confinados durante horas en un espacio reducido. Detrás de algunos proyectos, especialmente en las clases preferentes, están las firmas de importantes artistas y diseñadores: en la década de 1970, Alexander Calder llevó el arte a 10.000 metros de altura con el proyecto Flying Colors para la aerolínea estadounidense Braniff; Versace firmó la decoración interior de un Airbus A319, y Virgin Atlantic encargó al estudio londinense Softroom (autores de la Opera House de Cardiff, en Gales) el diseño de la Virgin Atlantic Upper Class, un espacio de aire glamuroso con asientos convertibles en camas y un bar.
Los viajeros de clase Diamond de Etihad disponen de un armario personal, minibar y pantalla LCD de 23 pulgadas. El asiento es de cuero y los muebles están tapizados por Poltrona Frau, marca que también provee interiores para Ferrari. Los kits de amenities incluyen cosméticos de la marca La Prairie en bolsitos de Swarovski.
El no va más del confort volador son las suites de lujo que ofrecen compañías como Singapore Airlines, Emirates o Quantas a bordo de los Airbus A-380, con camas grandes, champán y amenities de Givenchy. Emirates tuvo que pedir a los pasajeros que las ocupaban que se abstuviesen de tener sexo en ellas, ya que la tripulación y el resto del pasaje se ponían nerviosos con los ruiditos y jadeos.
Y tú, ¿vuelas en primera o en clase sardina?
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