Samarás fracasa en su intento de formar Gobierno de unidad en Grecia
La alternativa al vacío de poder es la repetición de elecciones en junio. El líder conservador pasa la responsabilidad a Syriza, el segundo partido más votado.
María Antonia Sánchez-Vallejo Atenas 7 MAY 2012 - 18:40 CET
A Samaras le han sobrado los tres días de plazo de que disponía para formar una coalición de gobierno. El líder de la conservadora Nueva Democracia, incapaz de llevar a buen fin su tarea, ha admitido: "Hemos hecho lo que hemos podido y ha sido imposible". De esta forma la responsabilidad pasa al segundo partido más votado, el izquierdista Syriza.
La patata caliente pasa a Alexis Tsipras, líder de la segunda fuerza (la coalición de izquierdas Syriza), que mañana a mediodía recibirá el correspondiente mandato del presidente Karolos Papulias, y así, sucesivamente. Si todos los intentos se revelaran estériles, Papulias ordenaría un Ejecutivo de amplia base o ecuménico, como se llama en Grecia –con representación de todas las fuerzas parlamentarias-, con el solo propósito de convocar nuevas elecciones.
Syriza, el grupo revelación de estos comicios, con 52 diputados, ha ofrecido en campaña un “frente de todas las fuerzas de izquierda”. Una de las aludidas, el Partido Comunista de Grecia (KKE, marxista-leninista, 26 diputados) ya ha respondido: no a la colaboración con Syriza. Aunque el panorama político cambió ayer radicalmente en Grecia, el prosoviético KKE sigue fiel a sus esencias antipactos.
Socialistas y conservadores habían anunciado que la colaboración estaba abierta a las fuerzas proeuropeas, y en la amplitud de la denominación podría tener cabida Syriza, que defiende la permanencia de Grecia en el euro, pero no a cualquier precio. El peaje no es otro que la renegociación del memorándum firmado con la troika y la incorporación de una cláusula que garantice medidas de crecimiento. A favor de ciertas modificaciones en el acuerdo se habían mostrado también socialistas y conservadores.
Pero no solo los comunistas de Aleka Papariga eluden la responsabilidad; también los dos nuevos partidos que ayer entraron en el Parlamento han rechazado la oferta de integrar un Gabinete de unidad. Cada uno lo hace desde polos opuestos del espectro político: Griegos Independientes, de derecha extrema nacionalista y con 33 diputados, porque se opone a las políticas de austeridad, e Izquierda Democrática, que con 19 escaños defiende la pertenencia del país a la eurozona, por rivalidades personales e ideológicas tanto con el Pasok como con Syriza. La tradicional desunión de las fuerzas de izquierda se revela hoy más que nunca un obstáculo para la estabilidad política. La única alternativa clara al vacío de poder es la repetición de los comicios, presumiblemente en junio.
Aurora Dorada: “Hay que minar las fronteras para frenar la inmigración”
El partido de ultraderecha consigue 21 escaños en el Parlamento griego. “Mientras haya un solo griego en paro, no nos dan ninguna pena los extranjeros”, aseguran.
María Antonia Sánchez-Vallejo Atenas 7 MAY 2012 - 16:13 CET
La guardia pretoriana que acompaña a Nikos Mijaloliakos, líder del neonazi Aurora Dorada, metió anoche el primer susto en el cuerpo a un grupo de periodistas que aguardaba en la sede del partido al jefe. "Todos de pie", ordenaron los esbirros a la entrada de este; los informadores que no lo hicieron, fueron ‘invitados’ a salir del local. El pasado militar de Mijaloliakos imprime carácter
La sede de Aurora Dorada era el sábado un torbellino de entusiasmos. Mocetones vestidos de negro, con botas militares y cascos relucientes; tatuajes que casi no abarcan los correspondientes bíceps; caras de malas pulgas, testosterona, anabolizantes: el retrato robot del perfecto militante. Nada de paridades, y eso que los muchachos se cuadran ante Urania Mijaloliakos, hija del líder y responsable de las nuevas generaciones "y de la sección femenina" del partido. "Sí, claro que hay mujeres en el movimiento, el 30% más o menos. En Aurora Dorada hay de todo: tenemos militantes de 16 a 86 años; madres, hijas, familias enteras", explica.
No pudo presentarse a los comicios por tener 24 años (los candidatos deben haber cumplido los 25), pero se sabe la cartilla de Aurora Dorada como si la hubiera mamado: "No somos neonazis en absoluto, porque no somos alemanes. Ni fascistas, porque no somos italianos ni creemos en el Estado. Somos griegos nacionalistas", dispara. "En 1994 nos presentamos a las elecciones por primera vez, pero mañana [por el domingo] vamos a sacar entre el 6% y el 7% de los votos". Clavado: el movimiento, con casi el 7%, ha logrado colocar a 21 de los suyos en el Parlamento.
Entre sentidas referencias a Primo de Rivera, Alcatraz –el Alcázar de Toledo- y el neonazi Pedro Varela (encarcelado por difundir ideas genocidas desde su librería en Barcelona), Urania Mijaloliakos despliega el (escaso) programa electoral del partido: “Grecia para los griegos; fuera extranjeros”. ¿Todos? “No tenemos problemas con los legales, pero son un porcentaje muy pequeño. Pero a los indocumentados hay que echarlos a todos. Algunos barrios en el centro de Atenas están llenos de extranjeros, y debemos ayudar a nuestros compatriotas.
Desde que empezó 2012, 14 griegos han muerto a manos de inmigrantes” (datos no confirmados). Aurora Dorada ha cosechado parte de su éxito con repartos de víveres y ropa -solo a griegos- en los barrios más degradados de Atenas, Patras y Salónica.
El partido tiene claro cómo solucionar el problema de la inmigración ilegal: "Hay que proteger las fronteras, y proponemos poner minas a todo lo largo de las mismas. No para matarlos, sino para impedir que entren en el país. Eso, más la vigilancia del Ejército, blindará Grecia. Mientras haya un solo griego en paro, no nos dan ninguna pena los extranjeros".
"Nos temen porque tenemos una ideología. Por esa misma razón no vamos a traicionar nuestras ideas pactando con cualquiera, y menos con los que han saqueado el país", anticipaba Urania Mijaloliakos un día antes de las elecciones. "… Solo si nos ofrecen las carteras de Defensa, Exteriores, Economía y Educación en el Gobierno, nos lo pensaríamos", bromea la hija del líder, a medio camino entre el farol y la bobada.
En la antesala, decenas de jóvenes black dress code -el uniforme de las marchas, dice Urania Mijaloliakos-, zascandilean entre expositores de libros (títulos sobre el White Power, el Mein Kampf, etcétera) y un pequeño puesto de mercadotecnia en el que se mezclan mecheros y banderitas con las siglas y el anagrama, runas celtas, cedés de música metal y punk, el Así habló Zaratrusta de Strauss y colgantes sospechosamente nazis. Aunque para nacionalsocialista, la enseña del partido: una casi esvástica negra sobre fondo rojo.
▬
No hay comentarios:
Publicar un comentario