domingo, 18 de septiembre de 2011

MOTO+CINE+CENA+MOTO

Se acerca mi cumpleaños y mi familia suele pedirme una lista de libros o música que me interesen. Hasta hace poco he estado suscrito a la revista "Qué leer", pero con esto de la política de ahorro he pasado a comprarla sólo cuando me acuerdo, que dada mi proverbial falta de memoria no es muy a menudo. Así que me doy un paseo en moto a La Laguna, directo a esos kioskos de revistas, con el tiempo justo para llegar al cine, donde había quedado con Elvi para ver la última de Almodóvar. Pues bien, mi gozo en un pozo, ambos kioskos cerrados a cal y canto, por lo que llego al cine antes de lo esperado y me aburro hasta la llegada de mi amiga. Sala pequeña, última fila, cómodos: "La piel que habito". Llegaba a esta película con algunos prejuicios, posiblemente después de escuchar casi de todo, desde estupenda hasta bodrio infumable. Pues a mi me gustó, sí, interesante, bien construida, nada aburrida, una música perfecta y unos actores que dan la talla en genral. Almodóvar da un salto en su cine al ofrecernos un thriller con intriga, unos personajes que no son lo que son, y hasta un emotivo final, que no final feliz; ahora, este hombre debe estar un poco atormentado, porque vaya una velta de ntuerca al argumento... Resumiendo, no me defraudó.
Buena ocasión la de salir del cine para regalarnos una cena entre amigos; emplazados quedamos pues en el restaurante libanés de la C/ Pablo Iglesias en La Laguna. Humus, coliflor, berenjena y pinchos de pollo, buena conversación sobre lo humano y lo divino, más humano, menos divino, más político. A las 11:30 estaba ya subido en la moto, pertrechado con casco y guantes, con tan mala suerte que se me engancha el cordón de mi tenis derecho en una pieza del motor, pierdo el equilibrio y me caigo sobre la acera, por el lado derecho, moto encima incluida aplastándome el tobillo del pie- En estas circunstancia no sé yo si paso más vergüenza por el espectáculo que por el dolor en sí. Me ayudan a levantar la moro, que afortunadamente no es muy pesada, y raudo me despido después de asegurar que las marcas que tengo en mi blanco tobillo no tienen importancia. Llego a casa dolorido, me acuesto y a otra cosa mariposa.
Esta mañana ya estaban las perras dando la lata a las 8, desesperadas para que les abriera la puerta del jardín, de manera que dormir relajado se hace una tarea dificultosa. Y mientras las perras corretean por el césped me decido a una segunda incursión a mis kioskos a ver si daba hoy con tan ansiada revista. Chaqueta, casco y guantes. Resultado: "Revista de libros de la Fundación Caja Madrid", nº177 y "Qué leer", nº168.
¿Ven qué fácil es hacerme feliz?

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