Cien años bajo la montaña
El tren cremallera más alto del continente, que recorre las entrañas del Eiger, Mönch y la Jungfrau en los Alpes berneses, será centenario en 2012. Buen motivo para disfrutar de un paraíso senderista para todos los públicos, niños incluidos.
JORDI PASTOR - 27/09/2011
Hace algo más de cien años, una cuadrilla de peones se puso a picar en el flanco oeste del Eiger, dirigidos por la visionaria voluntad del bigotudo empresario Adolf Guyer-Zeller. El plan consistía en un ambicioso zigzag que destripara, siempre hacia arriba, las entrañas del Ogro, se asomase al glaciar Eismeer, seccionase el corazón granítico del Mönch y culminara el pasadizo en el mismo vientre de la Jungfrau, la virgen alpina de Grindelwald, hermoso valle del Oberland bernés.
El próximo año se cumplen cien de la culminación de este subterráneo, cuando los martillos neumáticos volvieron a ver la luz en un amplio y nevado collado al pie de la arista este de la Jungfrau, y por el que circula desde 1912 el Jungfraubahn hasta el techo ferroviario del viejo continente: Jungfraujoch, 3.454 metros de altitud.
Una esfinge en los Alpes
Al pisar el andén, un ascensor vuela en vertical más de un centenar de metros para ubicar al viajero en la Sphinx, observatorio científico erigido sobre un espigado y aéreo torreón rocoso que domina el collado de separación entre el Mönch y la Jungfrau. Vertiginosas vistas a ambos lados desde la terraza metálica prácticamente suspendida en el vacío a 3.571 metros de altura: hacia un lado se despliega el blanco manto del Aletschgletscher (glaciar más largo de Europa con 23 kilómetros y 900 metros de profundidad), hacia el otro el verde valle de Grindelwald. Cuando el día está claro, se divisan las azules aguas que bañan Interlaken.
El Jungfraujoch propone un sinfín de entretenimientos para los visitantes: un palacio de hielo excavado en las heladas entrañas del glaciar; restaurantes con inmejorables vistas a la cima de la Jungfrau y, durante la temporada estival, un circuito de snowtubing, esquí para principiantes, una tirolina que vuela sobre la nieve y una amplia huella para darse un paseo sobre el glaciar, bajo la cumbre del Mönch.
Bajo las fauces del ogro
La cara norte del Eiger impone y maravilla desde el histórico hotel Bellevue des Alpes (www.scheidegg-hotels.ch); lo hace sin distinciones: a escaladores, a batallones de turistas japoneses, a pausados senderistas e incluso a los menos sensibles a esto de la montaña. Pero resulta recomendable (y sumamente factible) acercarse un poco más, situarse justo en la base. De cerca, el Ogro cambia.
La vía ferrata del Rotstock (Pilar Rojo), farallón adosado al paño derecho de esta gigantesca pared, permite realizar un escarceo vertical de baja dificultad técnica y física, palpando la roca del Eiger. Incluso aquellos que caminan inseguros por el cómodo sendero de acceso, acaban subiendo sin problemas por las escalas y cables de acero perfectamente anclados a la pared, que facilitan la progresión; basta con la compañía de un guía experimentado y no sufrir vértigo.
El esfuerzo tiene premio. Durante el ascenso, inmejorables vistas sobre el valle de Grindelwald y las verdes laderas de First, especialmente cuando hay mar de nubes; un mullido colchón gaseoso que casi invita a lanzarse desde las alturas. Al llegar arriba, una impresionante y cercana panorámica de las caras norte del Mönch y la Jungfrau, con sus (todavía) fabulosas lenguas glaciares descolgándose hacia el valle.
El ascenso al Rotstock propone un recorrido circular desde la estación Eigergletscher, la última al aire libre del Jungfraubanhen antes de meterse en las entrañas de la montaña. Desde aquí parte el Eiger Trail, itinerario senderista que desciende hasta el pueblo de Grindelwald y recorre la base de paredón norte del Ogro. La vía ferrata sigue una amplia y evidente canal que culmina en la cumbre del Rotstock, desde donde se desciende nuevamente a Eigergletscher, siguiendo la ruta de su primera ascensión, en julio de 1871.
Schynige Platte
Cosido a la montaña desde 1893, el tren cremallera más antiguo de Suiza asciende desde Wilderswill hasta Schynige Platte prácticamente como entonces, cuando sustituyó (y abarató) el transporte con caballos y mulas; una hilera de vagones de madera con asientos corridos a todo lo ancho (y portezuela individual de acceso desde el exterior), que asciende paciente por la ladera a 12 kilómetros por hora, frente a la trilogía alpina de Grindelwald: Eiger, Möch y Jungfrau.
Actualmente el pasaje de este convoy panorámico lo engrosan, principalmente, turistas, parapentistas y senderistas. Los primeros, para degustar un menú alpino de inmejorables vistas en la terraza del hotel Berg (www.schynigeplatte.ch), tras darse un paseo por un jardín botánico situado a 1967 metros de altitud (www.alpengarten.ch). Los segundos aprovechan una excelente rampa de lanzamiento en una empinada ladera a pocos pasos de ascensión desde la estación del tren; desde aquí levantan el vuelo hacia Grindelwald o Interlaken, que despliega su acuático binomio justo a su espalda.
Pero son los andarines quienes mejor explotan las posibilidades del platte, gracias a una red estival de senderos bien señalizados y de diversa duración y exigencia: desde un paseo de apenas una hora hasta Aussichtspunkt Daube, punto panorámico sobre Interlaken, hasta una clásica ruta alpina en la zona: Schynige Platte-First, entre 6 y 7 horas. Aunque asuste por duración, resulta idóneo para que los más pequeños, pues cuenta con varias vías de escape y descanso.
Partiendo desde la Bergstation, solo el desnivel inicial hasta Aussichtspunkt Daube exige algo más de esfuerzo, para llanear después por encima del plató, con las aguas turquesas del lago Brienz hacia un lado y el nevado grupo de la Jungfrau hacia el otro. Si el cansancio llega antes de lo previsto, se puede llegar hasta Louchernhorn y regresar dando un rodeo hasta el punto de partida (2-3 horas), o continuar hacia First haciendo noche en Faulhorn: bien en refugio Männdlenen (www.berghaus-maenndlenen.ch) a 2.433 metros, bien un poco más arriba, al borde del precipicio, en el Hotel Faulhorn, que se mantiene abierto hasta el 20 de octubre. Parada y fonda a 2.681 metros de altitud sobre el Oberland Bernés.
Cima en Schwarzhorn
A pie desde Faulhorn o cómodamente sentados a bordo de una aérea góndola desde Grindelwald, hay que llegar a la estación invernal de First (2.168 metros) para iniciar el ascenso al Schwarzhorn. Quienes no vean razón para ello desconocen lo que aguarda arriba: probablemente, el mejor mirador para abarcar de un vistazo la grandeza paisajística de la región de Jungfrau, con más de una decena de cumbres alpinas que rozan o superan los cuatro mil metros de altitud.
Antes, claro, hay que subir, pero no hay razón para alarmarse: la ascensión no requiere de atléticas demostraciones. Con la compañía de un guía de montaña, en tres horas de esfuerzo moderado y sin demasiados sudores se alcanzan los 2.927 metros de la cumbre. La parte más emocionante comienza al pie de un enorme tajo en la roca, perfectamente visible desde el inicio de la marcha. Aquí comienza el tramo de vía ferrata, que permite ir remontando con total seguridad la arista que separa el Schwarzhorn del vecino Oberjoch (2.510 metros).
Montados ya en el filo rocoso, llega el punto culminante: un vertical muro equipado con escaleras sólidamente fijadas a la roca, que permiten remontarlo sin demasiados esfuerzos y abre paso al último tramo de la sinuosa arista. Sobre los hitos que anuncian el punto más alto de la montaña, se despliega un panorama sobrecogedor: un formidable mejunje de afiladas cumbres rocosas, aristas tiznadas de blanco y marchitos recorridos glaciares, que se degrada hasta el verde festival del fondo del valle.
Después de unos minutos para su contemplación, algo de chocolate (suizo) para celebrarlo y, seguramente, una buena dosis fotográfica (iPhones incluidos), restan dos horas de cómodo descenso hasta sentarse de nuevo en la góndola de regreso.
LLEGAR
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Desde el aeropuerto de Zurich se llega en dos horas de tren a Interlaken (www.swisstravelsystem.ch), principal núcleo urbano de la región y desde donde parte la conexión ferroviaria con el Jungfraubanhen (www.jungfrau.ch).
COMER
Harder Kulm (+41 (0)33 828 73 11 - www.harderkulm.ch). Restaurante panorámico sobre Interlaken para disfrutar de un atardecer de postal frente al Eiger, Mönch y la Jungfrau. Acceso obligatorio mediante el rojo y vertical funicular Harder Bahn. (http://shop.jungfrau.ch).
DORMIR
Grand Hotel Beau Rivage (Höheweg 211, Interlaken). Telf.: +41 33 82670-07
INFORMACIÓN
A punto de culminar la via ferrata al Rotstock, con la cara norte de la Jungfrau de fondo
Ruta senderista en Schynige Platte, con las turquesas aguas del lago Brienz de fondo
J. PASTOR - 27/09/2011