Medio Ambiente edita un libro confesional sobre la flora de la Biblia
El volumen pretende «acrecentar el conocimiento» de los textos bíblicos "inspirados por Dios".
MANUEL ANSEDE MADRID 12/02/2012 12:05 Actualizado: 12/02/2012 12:17
El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha comenzado esta semana a distribuir un libro destinado a "acrecentar el conocimiento de la Biblia y del mundo vegetal mencionado en sus libros", según consta en su prólogo. El volumen, titulado La vegetación de la Biblia, sorprende por su tono devoto y llega a asegurar que el conjunto de los libros canónicos de la Biblia están "todos ellos inspirados por Dios".
Fuentes del gabinete del ministro Miguel Arias Cañete, que distribuye ahora el libro, explican que la responsabilidad de su publicación "corresponde al equipo de la anterior ministra", la socialista Rosa Aguilar. El volumen está editado por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, que cambió de nombre el 22 de diciembre de 2011. El equipo de Arias Cañete no facilita datos ni del número de ejemplares impresos ni del presupuesto de la obra.
El libro es una minuciosa investigación que "nos proporcionará cultura bíblica y nos hará ver la atención que los primeros autores [...] concedieron a la Naturaleza, contemplada como obra divina y marco preparado para la vida de la especie más compleja y perfecta del Cosmos: el hombre", según explica en el prólogo Juan Ruiz de la Torre, catedrático emérito de Botánica en la Universidad Politécnica de Madrid.
El autor de La vegetación de la Biblia es José Javier Nicolás, un veterano ingeniero de montes fallecido en febrero de 2011 cuando estaba a punto de cumplir los 85 años. La introducción le describe como un "hombre justo, que siempre anduvo por el camino recto y mereció la atención celestial de pasar a la Vida dulcemente".
Nicolás, en una investigación casi policiaca, ha encontrado 58 árboles citados en los textos bíblicos y 83 hierbas, matas y arbustos. A partir de sus conocimientos botánicos y de una extensa bibliografía, el autor identifica las probables especies que se mencionan en las escrituras. Nicolás, por ejemplo, recuerda que la famosa manzana de Adán y Eva no aparece en el Génesis como tal, sino como "fruto del árbol del bien y del mal". El manzano "constituye uno de los problemas más serios en la investigación de las Sagradas Escrituras", explica el autor, que subraya que otros estudiosos creen que ese "árbol del bien y el mal" debería identificarse con un albaricoquero, un naranjo amargo, un pomelo o un membrillero, según las versiones. El manzano "no es originario de Palestina ni parece que exista asilvestrado en sus montes", señala el investigador español.
El sicómoro de Zaqueo
Nicolás detalla, por ejemplo, que el árbol al que, según el relato bíblico, se subió el recaudador de impuestos Zaqueo para ver a Jesucristo en Jericó no hubiera podido ser una higuera común, como consta en algunas traducciones de la Biblia. El autor propone el sicómoro, una especie similar y más propia de la región. En las páginas iniciales del libro, Jacobo Ruiz del Castillo, del Centro de Investigación Forestal, explica que Zaqueo no habría podido trepar por una higuera común, al tener "madera tan floja y tan quebradiza que hace peligrosa su ascensión por el riesgo de fractura inmediata de sus frágiles ramas". Según el libro editado por el Ministerio de Medio Ambiente, no hay duda de que Zaqueo no se subió a una higuera, sino a un sicómoro.
El autor, con toda una vida consagrada al Servicio Forestal español, se apoya en publicaciones anteriores, como Plantas de la Biblia (1982), del botánico polaco israelí Michael Zohary, y el también llamado Plantas de la Biblia (1941), del matrimonio estadounidense Harold y Alma Moldenke. Así, Nicolás apunta que la zarza que arde sin consumirse en el libro del Éxodo pertenecería a la especie Rubus canescens, típica del suroeste de Asia.
Sin embargo, habría otras zarzas diferentes en la Biblia. Dios habla a Moisés en el libro de los Números para lanzarle una advertencia: "Si no expulsáis a los habitantes del país, entonces los que queden serán para vosotros espinas en los ojos y aguijones en el costado". Nicolás, citando a los Moldenke, apunta que estas espinas podrían ser de la especie Rubus sanctus.
A lo largo de su vida, el ingeniero también estudió las flores de la poesía de Federico García Lorca, la flora de El Quijote y la vegetación del Camino de Santiago.
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