El genetista Ginés Morata, en su laboratorio, en Madrid. INMA FLORES
“Dios no nos ha creado a nosotros: los humanos hemos creado
a Dios”
El investigador es uno de los dos únicos españoles que
pertenecen a la Royal Society del Reino Unido y a la Academia Nacional de
Ciencias de EE UU.
En la década de 1950,
Ginés Morata era un niño aficionado a
jugar al fútbol con una pelota de trapo en las calles de su pueblo, Rioja, una
pequeña localidad almeriense golpeada por la posguerra y la emigración. Hace
dos años, sin embargo, Morata viajó a Londres para firmar, con pompa, boato y
tinta indeleble, en un libro inaugurado en 1660, junto a las rúbricas de
Charles Darwin, Isaac Newton, Rita Levi-Montalcini y Albert Einstein. Había
sido elegido miembro de la institución científica más antigua del mundo, la
exclusiva Royal Society del Reino Unido. Y este sábado, con 74 años recién
cumplidos,
será presentado también
como miembro de la prestigiosa Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos,
en una ceremonia que se celebrará en Washington. Morata y su primer
maestro,
Antonio García Bellido,
son los dos únicos españoles que han sido invitados a los dos templos de la
ciencia mundial.
Lo que ocurrió en las décadas transcurridas tras aquellas
pachangas en las calles almerienses forma parte de la historia de la ciencia.
Morata era nieto del practicante del pueblo. “Hablamos de Almería en los años
cincuenta y sesenta. La gente era muy pobre. Cuando se ponían a parir las
señoras, el único que podía ayudarlas era mi abuelo. Vivían en cuevas y él
volvía lleno de chinches”, recuerda. El joven Ginés decidió matricularse en
Biología en la Universidad Complutense de Madrid.
El equipo de Morata acabó iluminando “el conjunto de hechos
más sorprendente y enigmático que la genética ha descubierto en toda su
historia, porque revela que toda la deslumbrante diversidad animal de este
planeta, desde los ácaros de la moqueta hasta los ministros de Cultura pasando
por los berberechos y los gusanos que les parasitan, no son más que ajustes
menores de un meticuloso plan de diseño que la evolución inventó una sola vez,
hace unos 600 millones de años”, según resumió el biólogo y periodista de EL
PAÍS Javier Sampedro en su libro
Deconstruyendo a Darwin (editorial
Crítica).
Morata y sus colegas, en concreto, demostraron que el cuerpo
de todos los animales se desarrolla en compartimentos estancos, limitados por
fronteras invisibles que las células respetan: por aquí un brazo, por allí una
pierna. El ritmo lo marcan
una decena de genes denominados
Hox, presentes en todos los animales. Y lo más increíble es que
estos genes son intercambiables entre especies. “Si haces una mosca mutante sin
alas, le puedes introducir un gen humano homólogo y, efectivamente, la mosca
desarrollará unas alas”, explica Morata en su laboratorio del Centro de
Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC), en Madrid, rodeado por botes con
millones de moscas de la fruta, los animales a los que ha dedicado toda su vida
científica.
Pregunta. En su libro Deconstruyendo a Darwin, el
periodista y biólogo Javier Sampedro, que trabajó con usted en la década de
1980, decía que Darwin mató a Dios. ¿Lo comparte?
Respuesta. Es una forma de verlo. Dios es una creación
humana. Dios no nos ha creado a nosotros: los humanos hemos creado a Dios.
Darwin te hace ver que muchos de los atributos que tú dabas a Dios no eran de
Dios, sino que es una cosa mucho más simple. En ese sentido, lo mata. No sé si
yo utilizaría esa expresión pero, efectivamente, uno de los grandes logros de
Dios era hacer no sé cuántos millones de especies en siete días. Pues es que no
tiene nada que ver.
P. ¿Qué líneas de investigación tiene usted abiertas
ahora?
R. Nosotros, esencialmente, estudiamos la forma en la
que se generan tumores en las moscas, manipulando genes que producen también
cánceres en humanos. Pensamos que lo que aprendamos en las moscas puede ser
útil para entender cómo se generan los tumores en las personas. Y otra línea,
que veremos si podemos mantener por cuestión de financiación, es la
regeneración de órganos. Si a un anfibio le cortas un apéndice, generalmente lo
regenera. Pero si se lo haces a un mamífero, a un ratón o a un humano, no le
crece. Este tipo de cosas las estamos estudiando en moscas también.
P. ¿Nuestras células tienen la capacidad de
regeneración en el ADN?
R. Si pierdes un brazo en un accidente, no se va a
regenerar, pero tus genes saben cómo hacer un brazo, porque ya lo hicieron. El
asunto sería convencer a las células para que, de nuevo, empiecen a generar un
brazo. Yo creo que, en un tiempo no demasiado largo, se podrá saber cómo se
regenera un brazo de una persona.
P. Usted también ha comentado en varias ocasiones que
el ser humano podría vivir 500 años.
R. Uno de los grandes descubrimientos de la biología de
finales del siglo XX es que hay una universalidad, una identidad genética muy
grande entre todos los animales, incluyendo la especie humana. Y los mecanismos
de envejecimiento están siendo estudiados en organismos como la mosca y el
gusano
Caenorhabditis elegans.
Se han identificado unos genes que tienen que ver con la longevidad.
Manipulando estos genes puedes conseguir que un gusano viva mucho más tiempo
con un vigor normal. Y estos mismos genes los tenemos los humanos. Si uno
extrapola de forma un poco simplista, podríamos hablar de personas que vivieran
400 o 500 años.
P. ¿Lo cree?
R. La duración de la vida se puede manipular, porque
depende de genes y los genes pueden ser manipulados. Además, sabemos que la
muerte no es un proceso biológico inevitable porque, por ejemplo, hay especies
que no tienen proceso de envejecimiento, como los celentéreos, las actinias de
mar, que pueden vivir indefinidamente. Y hay otros casos, como las células
HeLa, unas células humanas.
R. Sí, una señora que murió en 1951 de un cáncer de
cérvix. Sin pedirle permiso, los médicos que la trataron obtuvieron varias
células de su tumor y las cultivaron in vitro. Resultaron ser
tremendamente proliferativas. En todos los laboratorios del mundo se utilizan
células HeLa [denominadas así por las letras iniciales de Henrietta Lacks]. Hoy
día hay más células vivas de esta señora que cuando ella vivía. Hay un libro
que se titula
La vida inmortal de Henrietta
Lacks. Ella no, pero sus células parecen ser inmortales. Podríamos
llegar a pensar en la inmortalidad. Son especulaciones, nadie piensa en ello
seriamente, pero están fundadas rigurosamente en hechos científicos.
P. Antes mencionaba que su línea de investigación sobre
la regeneración de órganos depende de la financiación. ¿Usted tiene problemas
de financiación?
R. Bueno, yo estoy esperando a que me digan qué pasa
con mi proyecto de investigación para el que solicité unos fondos. De hecho, me
informan de que [las ayudas estatales destinadas a la I+D+i] van a salir a
final de abril, antes de lo que se pensaba. Por lo visto, el Ministerio [de
Ciencia] se ha puesto las pilas.
P. Las ayudas estatales destinadas a la I+D+i salen con
meses de retraso desde hace años.
R. Sí, siempre ha habido retrasos, pero parece que este
año van a salir antes. Me alegro. Pero habrá que ver cuál es el nivel real de
financiación. La financiación de la ciencia española en los últimos 10 o 12
años ha sido un desastre. Todos estamos en precario. Unos más que otros,
evidentemente, pero hay una precariedad tremenda, porque han rebajado los
fondos de investigación y esto lo hemos pagado todos. Ha sido una época
realmente desastrosa.
P. ¿Qué opina de los 10 meses del Gobierno de Pedro
Sánchez en cuanto a la ciencia?
R. Este Gobierno lleva poco tiempo, es difícil poder
hacer una valoración rigurosa. Pero, de entrada, hicieron una cosa buena:
pusieron un ministerio de Ciencia, que antes no había. Este Gobierno, en
relación a los anteriores, ha mostrado signos de un interés mucho mayor en el
tema de la ciencia. Me gustaría pensar que, si un Gobierno como el que hay
ahora continúa después de las elecciones, este retroceso que ha tenido la
ciencia española cambiará de signo e iremos a una situación más positiva.
P. En 2018 solo se ejecutó
uno de cada dos euros del
presupuesto de investigación, el 47%. Pedro Sánchez tomó posesión en junio e
influyen factores como la situación en Cataluña y la negociación de los
presupuestos, pero 2018 ha sido el segundo peor año de la historia en la
ejecución de los presupuestos.
R. No lo sé, porque no estoy enterado de los números.
P. Pero usted sí ha notado un cambio positivo.
R. Yo he notado un cambio positivo en cuanto al nuevo
ministerio y sus responsables (el ministro, la secretaria de Estado, los
directores generales), que claramente son gente que está interesada en mejorar
la ciencia en España. Es verdad que, en general, cuando el PSOE ha estado en el
poder ha tenido una sensibilidad mayor por la ciencia. Cuando ha habido fuerzas
conservadoras generalmente han tenido muy poco interés en el tema. El Gobierno
de Zapatero tuvo más interés, con sus sombras y sus luces, y después la época
del PP en los últimos años ha sido una precariedad tremenda. Y ahora me
gustaría pensar que estos van a mejorar.
P. ¿Cuánto dinero ha solicitado usted?
R. No sé lo que me darán, pero he pedido unos 400.000
euros para tres años.
P. Y, con el retraso acumulado en la concesión de las
ayudas públicas, usted tiene cero euros.
R. Claro. Si tienes algún otro tipo de financiación la
tienes que poner ahí. O el centro te adelanta el dinero y cuando te llega [la
ayuda estatal] se lo devuelves. Hay muchísimas cuestiones de este tipo que
hacen que la vida sea muy complicada. Tienes que andar resolviendo cuestiones
que no tendrías que estar resolviendo. Yo, de hecho, ahora mismo me imagino que
me financiarán, pero no sé con cuánto. Y, desde enero, mi centro me ha estado
adelantando el dinero con la idea de que me financiarán. Cuando llegue ese
dinero, una parte ya estará gastada. No debería ser así.
P. ¿A usted le han ofrecido meterse en política?
R. Hace muchos años, pero ya de entrada les dije que
no. Tengo respeto por muchos políticos. No tengo nada en contra de la clase
política, es fundamental. Pero ni tengo el temperamento ni la inclinación ni
seguramente estoy dotado para la actividad política. Alguna vez, hace mucho
tiempo, sí que me lo ofrecieron y podría haber ido al Parlamento si me hubiesen
elegido.
P. ¿Con el PSOE?
R. Sí.
P. De hecho, usted fue presidente del Consejo de
Participación del Espacio Natural de Doñana
entre 2006 y 2009 [nombrado
por la Junta de Andalucía, presidida entonces por el socialista Manuel Chaves].
R. Sí, ese es el único cargo político, entre comillas,
que tuve. Y fue un desastre [risas]. O sea, yo estaba encantado, a mí me
gustaba. Yo no cobraba nada, es más, me costaba dinero. Cuando me ofrecieron
ser presidente del Consejo de Participación de Doñana dije que sí, que estaba
encantado. Estuve tres años y me quitaron. Nunca supe muy bien por qué. Fue una
mala experiencia. Evidentemente, quien te nombra te puede cesar, por supuesto,
lo que pasa es que los científicos estamos acostumbrados a entender las cosas y
que te las expliquen. Yo nunca supe por qué me habían cesado. Puedo sospechar
cosas, pero nunca me lo explicaron.
R. Sí, y yo soy un gran admirador de Felipe González. A
mí me dicen: "Oiga, convendría sustituirlo a usted por Felipe
González". Y respondo: "Perfecto, estoy completamente de
acuerdo". Pero nunca me lo dijeron [risas]. Los científicos no estamos
acostumbrados a este tipo de cosas. Yo lo llevaba mal, aunque a mí me gustaba
el puesto. Me importó, porque aquello me gustaba, creo que podía hacer una
labor. Pero la política funciona así.
P. ¿Pudo ser por la refinería Balboa? [Fue un proyecto
en Badajoz que implicaba la construcción de un oleoducto desde la costa de
Huelva y que finalmente
fue tumbado en 2012 por
el Ministerio de Medio Ambiente de Miguel Arias Cañete (PP) por el riesgo para
Doñana.]
R. Puede ser. Hubo unas reuniones en las que yo expresé
mi opinión, que
era contraria a la de otros.
El problema de un cargo de estos es que imagino que hay una servidumbre
política, pero yo no funciono así.
P. Hace poco más de un año, cinco prestigiosos
científicos españoles mayores de 70 años, entre ellos Margarita Salas y Jesús
Ávila, denunciaron sus dificultades para obtener financiación.
“No discriminemos a los
vejestorios creativos”, pedían. ¿Usted cree que hay una
discriminación?
R. Yo soy pensionista. Una vez que llegas a los 70
pierdes tu puesto y ya eres pensionista de la Seguridad Social. En mi caso,
como en el de Margarita Salas, el CSIC nos ha permitido mantener un laboratorio
en la medida en que podamos obtener fondos para investigación. En ese sentido,
yo no me siento penalizado por la edad. Otro asunto es pedir financiación para
proyectos. Si se encuentran con la disyuntiva de una persona de 70 años y otra
de 50, a lo mejor deciden favorecer al de 50. Yo tengo la sensación de que,
efectivamente, se penaliza a los mayores, seguramente por la idea de que tienen
menos futuro. Lo que pasa es que en la ciencia hay personas jóvenes que nunca
van a descubrir nada y personas mayores, como Sydney Brenner [un ganador del
Premio Nobel
fallecido hace unos días a
los 92 años], que han estado descubriendo cosas hasta última hora.