Jesús y Lucía son invidentes y se les prohibió viajar con su perro guía en un avión de Easy Jet. / Maruxa Ruiz del Árbol
En caso contrario, habrá que optar por una residencia canina y en estos casos el coste por día es normalmente mayor para perros más grandes. Afortunadamente, los nuevos modelos de cuidadores permiten una mayor flexibilidad. El adiestrador Antonio Lence ya escribió en este blog que a la hora de tomar la decisión de traer un perro a casa uno de los factores que el potencial dueño debía tener en cuenta era si podía hacer frente a los gastos que lleva aparejados una mascota. La residencia puede ser un gasto puntual pero hay muchos otros que condicionan el día a día: mayor consumo de pienso, vacunas más caras, mayor demanda de tiempo para ejercitarle… y mayor gasto en entrenadores o adiestradores. “Los dueños de los perros grandes son más conscientes de la necesidad de controlar a sus mascotas y de imponerles una disciplina. En realidad, no hay tanta diferencia de comportamiento respecto a perros más pequeños solo que sus dueños temen no poderles controlar en determinadas situaciones y el tamaño impone”, asegura Amaya Hurtado, veterinaria de la Clínica Veterinaria Castelló. También la salud se ve condicionada por el tamaño. Los perros grandes presentan muchos más problemas con las articulaciones que las razas más pequeñas. “La displasia de codo y de cadera es mucho más frecuente en estas razas, así como los ligamentos cruzados. Hay que tener especial cuidado cuando son cachorros, para evitar que un exceso de peso o de ejercicio dificulte su correcto crecimiento”, apunta. “También son más propensos a la torsión de estómago, porque las ingestas más grandes lo propician. Por eso es muy importante repartir las comidas y evitar los atracones”, subraya. Por no hablar de la necesidad de espacio. Es difícil imaginar un dogo alemán en una vivienda de 40 metros cuadrados o a un amante de las pequeñas figuritas de porcelana distribuidas por las mesitas auxiliares haciendo frente a la felicidad que expresa su perro moviendo la cola. Pero no hay nada imposible y solo debemos ser conscientes de las necesidades de todos los que vayan a compartir la vivienda.
Coco y Rolo
Dicho lo cual, muchos dueños de perros grandes creerán que me olvido de lo más importante: que todo lo que dan compensa con creces cualquier problema que puedan plantear y que su cariño resulta proporcional al tamaño. Esa es, al menos, mi experiencia personal. Claro que lo mío deben ser los perros grandes. Grande es Coco, un labrador chocolate que ya ha aparecido por este blog, y más grande aún es Rolo, un mastín adorable que vive en el campo y al que un caballo pisó cuando apenas era un cachorro, un extremo que desconocíamos cuando llegó a casa y que está complicando su vida adulta. La enorme capacidad de estos dos perros de buen tamaño para interactuar con la gente, jugar, correr, tumbarse a tu lado y resistir largos paseos compensa cualquier pega que pudiera tener convivir con ellos.
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