La experiencia de pasar un rato en un centro comercial en navidades es una experiencia para no repetir, o sea altamente no recomendable. Menos mal que, como dice el refrán, Dios aprieta pero no ahoga. Me encontré hace un rato con mi amigo Luis y sus hermanos, con los que compartí mucho tiempo durante mi época de estudiante. Sus padres me "adoptaron" como a un hijo más y pasaba largas noches con Luis dibujando en su casa. Fue allí donde juntos descubrimos el ilimitado mundo de los cielos a pastel en nuestras noches de insomnio compartidas. Con él mantuve conversaciones mañana tras mañana subiendo a la Escuela de Arquitectura, nos probamos sombreros en una tienda de souvenirs de las Cataratas del Niágara, paseamos por Manhattan en el que sería el primero de los viales a Nueva York, etc. Luego el mar te separa, el trabajo te separa... la vida te separa. Y voilà, te reencuentras en en centro comercial, hablas un ratito y es como si no hubiera pasado el tiempo. Con un poco de suerte podremos vernos pronto y ponernos al día Luis.
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