Anoche vimos, por fin, la película "El discurso del Rey". Tenía mucho interés en ir al cine para verla y se resistía, pues lo había intentado anteriormente y por una cosa u otra no había sido posible. Afortunadamente quedó muy a la altura de mis expectativas, pues se me hizo muy corta y salí de la sala con la sensación que querer más. Los tres actores, Colin Firth, Geoffrey Rush y Helena Bonham Carter, están increíbles y no me extrañaría nada que acabaran nominados a los Oscars, y más cuando es obvia la fascinación de los americanos por la realeza europea (recuerden el éxito -merecido- de "The Queen").
No puedo negar que me sentía muy identificado con el tema del miedo hablar en público pues para mi es algo muy cercano. Ahora, cuando he tenido que hacerlo por mi trabajo -no demasiadas veces, por suerte- he salido airoso del trance, pero está claro que no me gusta nada de nada. Cuando estaba en tercero de Arquitectura decidí ir a un psicólogo pues cada vez me costaba más hablar en público, y en la época de la universidades recurrente el hacerlo en clase defendiendo un proyecto, en exámenes orales, correcciones públicas, etc. La experiencia fue muy positiva. Algunos métodos eran similares a los del logopeda de la película, Lionel Logue, aunque supongo que los tratamientos habrían avanzado con los años. Recuerdo algunos trucos y forma de respirar, método que aún sigo practicando cuando la cosa se pone algo difícil.
Con los años parece que al final vencí la timidez haciendo todo lo contrario, es decir hablando por los codos. Bueno, cualquier método si funciona no está mal, ¿verdad?
Volviendo a la película no dejen de verla. Los personajes, el guión y la historia lo merecen; y en este caso aunque se trate de un hecho real².
No puedo negar que me sentía muy identificado con el tema del miedo hablar en público pues para mi es algo muy cercano. Ahora, cuando he tenido que hacerlo por mi trabajo -no demasiadas veces, por suerte- he salido airoso del trance, pero está claro que no me gusta nada de nada. Cuando estaba en tercero de Arquitectura decidí ir a un psicólogo pues cada vez me costaba más hablar en público, y en la época de la universidades recurrente el hacerlo en clase defendiendo un proyecto, en exámenes orales, correcciones públicas, etc. La experiencia fue muy positiva. Algunos métodos eran similares a los del logopeda de la película, Lionel Logue, aunque supongo que los tratamientos habrían avanzado con los años. Recuerdo algunos trucos y forma de respirar, método que aún sigo practicando cuando la cosa se pone algo difícil.
Con los años parece que al final vencí la timidez haciendo todo lo contrario, es decir hablando por los codos. Bueno, cualquier método si funciona no está mal, ¿verdad?
Volviendo a la película no dejen de verla. Los personajes, el guión y la historia lo merecen; y en este caso aunque se trate de un hecho real².
No hay comentarios:
Publicar un comentario