11:45pm. Aún dibujando, estoy realmente cansado. Calculo que me queda aún una media hora y listo.
jueves, 28 de febrero de 2019
lunes, 25 de febrero de 2019
domingo, 24 de febrero de 2019
"APACIBLE" MAÑANA DE DOMINGO
Despertador a las 7:20am, mis intenciones las de trabajar hoy domingo, día soleado y cálido, muy extraño para ser febrero, pero la calima y el tiempo del Este, como la bruja del Mago de Oz, es lo que tiene. Decían en la radio que esta tarde comenzaría a remitir este extraño tiempo.
A lo que iba, levantado, acicalado y vestido informar, casual lo llaman, me encamino a tomar el primer café con mi amiga Isa, para departir un rato, comentar lo que acontece; un poco de política, algo de cine... Al salir de la cafetería, barriguita llena y corazón contento, me encuentro con un arquitecto que me echa en cara, tal cual, que entre compañeros se cumplen las promesas. A ver, pienso yo, ¿de qué está hablando?, no logro encajar las piezas. que si no le había hecho un informe, que si no había cumplido mi palabra, bla bla bla. Así, con el rabo entre las piernas y avergonzado, salí de la cafetería dándole vueltas al dichoso expediente del que no logro acordarme aún.
De allí al supermercado, hoy toca sopa de verduras, con lo acontecido en la cabeza, aparco y me dispongo a gastar unos eurillos para pertrechar la nevera de casa, con verduras y comida para Octavia. Dicho y hecho. Salgo del súper y al abrir el maletero para dejar allí la compra noto que alguien me saluda agarrándome el antebrazo.Me giro y allí estaba un vecino, muy amable todo sea dicho, que me pedía una reunión "cuando pudiera". Concertamos la cita y vuelta a casa.
Tendré que buscar otro lugar para desayunar los domingos, pensaba mientras conducía.
sábado, 23 de febrero de 2019
DOS PINTORAS ESPIRITISTAS
Georgiana Houghton, a la izquierda, y Hilda Af Klint, a la
derecha.
¿Y si el arte abstracto lo inventaron dos mujeres espiritistas?
Una de ellas era canaria, la otra, sueca. Sus dibujos,
explicaron, nacían de los espíritus que tomaban el control de su mano, y esos
lienzos representan las primeras abstractas que se conocen, anteriores incluso
a Kandinsky.
https://elpais.com/elpais/2019/02/21/icon_design/1550773512_890158.html
El 20 de julio de 1861, durante una sesión de espiritismo,
la artista Georgiana
Houghton (1814-1884) pidió a los espectros un favor: que su hermana
Zilla, una consumada dibujante fallecida años atrás, la empleara como médium
para crear obras artísticas. Los espíritus respondieron negativamente.
Imposible. Houghton pasó a la segunda opción, su hermano Cecil. Tampoco hubo
éxito.
Entonces llegó, por fin, la ayuda esperada. Se llamaba Henry
Lenny y era el espíritu de un pintor que en vida había sido ciego y sordo.
"Inmediatamente tomó el control de mi mano, que estaba quieta sobre el
tablero espiritista, y trazó varias curvas y líneas", escribiría Houghton
años más tarde en sus memorias. "Después sentí el impulso de sustituir el
lápiz negro por uno azul, con el que dibujó sobre el mismo trozo de papel. Y se
me concedió el permiso para hacer lo mismo cada tarde, con el objetivo de
dibujar".
'La flor de Samuel Warrand' (19 de agosto de 1862), de Gerogiana Houghton. Acuarela sobre papel.
Durante la década siguiente, Houghton dibujó
incansablemente. Sus obras, expuestas inicialmente en los círculos espiritistas
y olvidadas durante más de un siglo después, cuelgan ahora en los muros del
prestigioso museo muniqués Lenbachhaus como parte de la exposición Weltempfänger
(Receptoras del mundo), que se puede visitar hasta el próximo 10 de
marzo.
En la muestra, esta artista victoriana comparte protagonismo
con un tótem del arte contemporáneo (la suiza Emma Kunz) y con la
sueca Hilma af Klint. Es precisamente con esta última con quien mantiene
un peculiar vínculo: tanto Houghton como Af Klint realizaron obras claramente
abstractas antes de tiempo. En concreto, ambas llegaron a la abstracción
antes de 1912, una fecha subrayada en color rojo en la historia del arte y que
marca la publicación de Sobre lo espiritual en el arte, el ensayo en el
que Kandinsky sentó los principios del arte abstracto.
'El ojo de Dios' (5 de julio de 1864). Georgiana Houghton.
Cuando este influyente ensayo salió a la luz, Houghton había
fallecido 30 años atrás. Sus obras, durante décadas, eran conocidas
parcialmente, pero como una rareza: de hecho, la mayoría de obras que se le
atribuyen pertenecen hoy a la Unión
Espiritista Victoriana de Melbourne (Australia).
Lo que se sabe de la biografía de esta mujer es lo que ella
misma contó en sus escritos: nació en Las Palmas de Gran Canaria, donde su
padre comerciaba con vinos, vivió prácticamente toda su vida en el Londres
victoriano, recibió algún tipo de educación artística, nunca se casó y se
inició en el espiritismo hacia 1860. Para ello, empleó métodos como las mesas
giratorias o el tablero. Era una médium y como tal pintaba. "Para hacer
comprensible esta exposición, debo explicar que durante la ejecución de
los dibujos mi mano fue enteramente guiada por espíritus. No tenía ni idea de
lo que iba a producirse. Ni siquiera sabía, cuando las pinceladas comenzaban,
si mi mano iría hacia arriba o hacia abajo", explicó en el catálogo de su
primera muestra, en 1871.
Houghton solía pintar los domingos por la tarde, porque
creía que era el día de la semana en que había menos espíritus malignos al
acecho. Sus primeras obras recreaban formas vagamente orgánicas, pero cuando
empezó a utilizar la acuarela sus trazos se volvieron totalmente abstractos.
Era una artista consciente del valor espiritual de su obra: al dorso de cada
papel apuntaba la fecha, el título, la interpretación que le daba, y también el
nombre de los espíritus que la habían guiado durante la ejecución. Algunos eran
misteriosos personajes anónimos, pero otros tenían un indudable caché: Tiziano,
Correggio, personajes bíblicos e incluso 70 arcángeles.
Aunque tenía un cierto prestigio en los círculos
espiritistas, su trayectoria artística no corrió igual suerte: en la exposición
que organizó (y sufragó) en una galería londinense en 1871 vendió uno solo de
los 155 dibujos incluidos. Sus posteriores tentativas no obtuvieron mejores resultados.
Tampoco sus obras suscitaron un debate en torno a la
abstracción, porque ni siquiera ella veía nada particular en su ausencia de
motivos figurativos: "Dado que su arte no estaba vinculado al mundo
terrenal, no tenía por qué pintar objetos banales", escribe la comisaria
Karin Althaus en el estudio preliminar del catálogo de Lenbachhaus. "Las
formas abstractas eran perfectamente adecuadas para los mensajes trascendentes
que recibía. Para ella, los dibujos mediúmnicosno eran solo objetos
bonitos. Eran sermones llenos de simbolismo sagrado, llenos de mensajes
espirituales complejos".
El compromiso de Houghton, por tanto, no era con el arte,
sino con el espiritismo. "Son obras que no se pueden criticar desde
ninguno de los cánones artísticos aceptados", llegó a escribir. Y, en su
búsqueda, se adentró en terrenos algo más pantanosos. En 1872, cuando su
trayectoria pictórica estaba ya encauzada, comenzó a colaborar con
Frederick Hudson, un personaje excéntrico que parece haber salido de la
imaginación de un novelista gótico. Hudson había adquirido cierta fama
como fotógrafo de espíritus: los clientes acudían a su estudio, posaban
ante la cámara y, para su sorpresa, la imagen resultante los mostraba rodeados
de presencias espectrales. Houghton, que desconocía los rudimentos de la
técnica fotográfica —en aquella época, todo un misterio—, creía en la
honestidad de Hudson incluso cuando se demostró que sus fotografías de
ultratumba no eran más que trucos generados mediante la utilización de la
doble exposición de placas.
La clave de todas las obras hasta la fecha' (1907). De la serie 'The Large Figure Paintings'. Óleo sobre lienzo. Hilda Af Klint.
Cuando Houghton falleció, en 1884, lo hizo sin sospechar que
más de un siglo después sus obras suscitarían preguntas diferentes. Ni que, en
aquella época, daba sus primeros pasos otra mujer enigmática y a
contracorriente cuyas obras, ahora, cuelgan junto a las suyas en Lenbachhaus.
Relevo de espíritus
Nos referimos a Hilma af Klint (1862-1944). Tras
estudiar Bellas Artes en Estocolmo, comenzó en 1906 una intensa actividad
artística que no tenía parangón con nada de lo que estaba sucediendo en las
artes plásticas en aquella época. "La clave de la pintura abstracta de
Hilma af Klint es que hizo visible el mundo invisible", explica con motivo
de la exposición Johan af Klint, sobrino-nieto de la artista sueca y actual
director de la fundación que custodia un conjunto de 1.300 pinturas, 124
cuadernos y más de 26.000 apuntes y documentos. "Es decir, representó
físicamente, sobre un lienzo, ideas filosóficas complejas, conceptos
espirituales y experiencias religiosas. En esta tarea estuvo influida
principalmente por el Rosacrucismo, la Teosofía y el Cristianismo".
En su caso, el contacto con los espíritus procedía de
las sesiones que celebraba en Estocolmo junto a Los Cinco, un grupo
teosófico sueco al que pertenecía. Fue allí, durante una sesión en 1904,
donde un espíritu que se identificó como Ananda profetizó que Klint pintaría
imágenes astrales para representar aspectos inmortales de la humanidad. Hay una
cierta similitud en el modo en que Houghton y Af Klint describen su metodología
de trabajo. "Las obras se pintaron directamente a través de mí, sin
bocetos preliminares y con una gran fuerza. No tenía ni idea de lo que estas
imágenes representaban. Sin embargo, trabajaba rápidamente y con seguridad, sin
cambiar una sola pincelada", explicó en sus escritos.
Entre 1906 y 1908, siguiendo las instrucciones de los
espíritus Gregory, Georg, Clement, Amaliel, Esther y Ananda, Af Klint creó las
primeras 111 obras de un ciclo que llamó Pinturas para el Templo. Entre
1912 y 1915 siguió su tarea, pero esta vez a través de las visiones que experimentaba.
Si las obras de Houghton eran dibujos y acuarelas sobre
papel, las de Af Klint son monumentales pinturas de gran formato con
formas levemente botánicas y abiertamente geométricas. Requerían un inmenso
espacio para ser contempladas y, de hecho, en 1916 construyó, con el apoyo
financiero de sus amigos y seguidores, un estudio en una isla del lago Mälaren,
donde solía pasar sus vacaciones. Allí intentó exponerlas al público, pero la
escasa respuesta obtenida la llevó a plantear un escenario más ambicioso, un
templo espiral que nunca llegó a construirse. En 1932 indicó que sus obras no
debían exponerse hasta al menos 20 años después de su fallecimiento.
Sin título (1922), en la serie 'Viewing of Flowers and Trees' (vista de flores y árboles). Hilma Af Klint.
La exposición que ahora yuxtapone la obra de ambas artistas
tiene interés adicional porque precisamente Lenbachhaus custodia un
importantísimo conjunto de pinturas generadas en el seno de Der Blaue
Reiter, el grupo de expresionismo muniqués en cuyo marco Wassily Kandinsky
creó las obras que los historiadores consideraban como las primeras puramente
abstractas. Ese es, al menos, el relato mayoritario establecido a partir
de un diagrama en el que el fundador del MoMA, Alfred H. Barr Jr., ubicaba
el nacimiento del arte abstracto en 1910. Tanto Houghton como Af Klint
comenzaron a desarrollar obras abstractas antes de esas fechas, por lo que
podrían considerarse como pintoras abstractas antes de la abstracción.
Aunque los comisarios —Karin Althaus, Matthias Mühling
y Sebastian Schneider— sostienen que "lo interesante es el arte
abstracto, no la cuestión de quién pintó la primera obra del género", a
nadie se le escapa que exposiciones como esta sirven para reescribir —o,
si se quiere, perfilar mejor— el relato canónicamente aceptado acerca de
los orígenes del arte abstracto. Sobre todo porque dos de sus
protagonistas —la tercera es Emma Kunz, posterior a Kandinsky—pertenecen
a categorías tradicionalmente excluidas de buena parte de la genealogía del
arte moderno: mujeres, espiritistas y ajenas a los círculos del arte.
No es baladí, por tanto, insertar una perspectiva de género
en la cuestión: frente a un mundo del arte predominantemente masculino, los
círculos espiritistas y esotéricos aceptaban a muchas mujeres entre sus
integrantes y les proporcionaban un ámbito de libertad e independencia que no
era posible en otros ámbitos.
Otra discusión es si resulta legítimo hablar de
abstracción a propósito de la obra de dos mujeres que no empleaban dicho
término para definir su trabajo. Tanto Houghton como Af Klint (y, más
tarde, Emma Kunz) se consideraban "receptoras" y, por lo tanto, no enteramente
responsables de su obra. Pero también Kandinsky, al trazar la presencia de lo
espiritual en el arte, se hacía eco de las teorías teosóficas difundidas en su
época y hablaba de la "necesidad interior" para definir el impulso
pictórico.
El debate sobre la influencia del espiritismo, el ocultismo
y las corrientes esotéricas en el arte contemporáneo ha conquistado posiciones
teóricas desde 1986, cuando el comisario Maurice Tuchman abordó el tema
por primera vez en The Spiritual in Art: Abstract Painting 1890-1985 en
Los Angeles County Museum of Art. Hoy parece difícil llegar a un relato
unificado sobre el origen de la abtracción, pero, como recuerda Karin Althaus
en el catálogo de World receivers, "siempre se descubrirá un caso
anterior". Y, en cualquier caso, exposiciones como la que se puede visitar
en Lenbachhaus ponen sobre la mesa el legado de dos artistas enigmáticas que,
de un modo insólito y que hoy puede parecer azaroso, se adelantaron sin saberlo
a la gran revolución artística del siglo XX.
VICE, EL VICIO DEL PODER
Sigo trabajando, pero es sábado y necesito un descanso, un break que dirían ahora. Me apetece una buena peli de esas que me he perdido en el cine, algo denso para variar, y escojo "Vice" (El vicio del poder). Las críticas -como ésta que adjunto- son tan buenas que no quiero perdérmela.
▬
Los hilos se mueven en la sombra
Estados Unidos. 2018. Título
original: Vice. Director: Adam McKay. Guion: Adam McKay. Productores: Megan
Ellison, Will Ferrell, Dede Gardner, Jeremy Kleiner. Adam Mckay, Kevin J.
Messick, Brad Pitt. Productoras: Gary Sanchez Productions / Plan B Entertainment
/ Annapurna Pictures. Distribuida por Annapurna Pictures. Reparto: Christian
Bale, Amy Adams, Steve Carell, Sam Rockwell, Jesse Plemons, Allison Pill, Lily
Rabe, Eddie Marsan, Tyler Perry, Justin Kirk, LisaGay Hamilton, Bill Camp, Shea
Whigham, Don McManus.
El comienzo de la película se avisa al espectador de que los hechos que van a presenciar en pantalla son reales y que hablan de la trayectoria vital y profesional de uno de los líderes más discretos de la historia. A continuación, entrega la imagen de un Dick Cheney dándolo todo en una juerga donde se combinan alcohol y juego, durante su etapa estudiantil en el Wyoming de 1963, antes de ser detenido en la autopista por una patrulla policial por conducir a toda velocidad, en estado ebrio y con el rostro completamente amoratado como consecuencia de alguna pelea. Desde luego, no podría ser esta una presentación menos condescendiente de una de las figuras que, para bien o para mal, más han marcado la situación política de Estados Unidos durante las cuatro últimas décadas. El título de la película, Vice, hace referencia al cargo por el que este hombre será más recordado, el de vicepresidente del país durante el cuestionado mandato del republicano George W. Bush, aunque, aprovechando las ambigüedades de los juegos de palabras, ha llegado a España con el nombre de El vicio del poder, que, de paso, se revela como toda una declaración de intenciones sobre lo que su propuesta acabará ofreciendo: un recorrido por los entresijos más escandalosos,
vergonzosos y tramposos que
tienen lugar en esos despachos donde los gobernantes se reúnen para decidir
cuál será el camino a seguir por toda una nación. Si había que tomar como
ejemplo a alguien que reuniera todos los méritos para ser defenestrado hasta la
saciedad por su conducta antidemocrática, su oportunismo y una evidente
obsesión por “el todo vale” para escalar posiciones y ganar (ya sea unas
elecciones o una guerra), los responsables de la cinta no podrían haber elegido
a nadie mejor que Cheney, abarcando su trayectoria, desde que fue expulsado de
la Universidad de Yale hasta ese papel que desempeñó en la lucha contra el terrorismo
(a él se le deben “logros” tan discutibles como centrar el poder ejecutivo en
el presidente, aprovechando los vacíos legales del Tribunal Supremo, o la
aceptación del empleo de la tortura para extraer información a cualquier
sospechoso de conducta terrorista) y el “desarme” de Irak a raíz de los
terribles atentados del 11 de septiembre que sacudieron los corazones de los
americanos. Un momento crucial que sirve para abrir la cinta, el del político y
su gabinete de crisis enfrentados al horror de presenciar, a través de la
televisión, cómo, se derrumban las Torres Gemelas en lo que fue el mayor golpe
de efecto contra la supremacía del país de las barras y estrellas.
Afortunadamente para quienes tienen prejuicios ante este tipo de biopics que giran alrededor de personalidades “ilustres” de la política, El vicio del poder se desmarca radicalmente de la mayoría de los tópicos que caracterizan a este tipo de cine que tendría algunos de sus más destacados representantes en el Alan J. Pakula de la fundamental Todos los hombres del presidente (1976), que plasmó en la gran pantalla las consecuencias del escándalo Watergate, o, sobre todo, en el siempre polémico y visceral Oliver Stone, director que, a lo largo de su carrera, ha retratado a algunos de los más grandes líderes norteamericanos (con sus luces y sombras) mediante títulos como JFK (1991), Nixon (1995) o aquel W. (2008) protagonizado por Josh Brolin en la piel de George W. Bush y en el que Richard Dreyfuss ya realizó una aproximación secundaria a la figura de Cheney, que bien podría funcionar estupendamente como parte de un interesante programa doble junto al filme de McKay. Lo más novedoso de la película que nos ocupa no reside tanto en la historia que cuenta, más o menos conocida por todos, como en cómo lo hace. La experiencia acumulada por el cineasta en el pasado gracias a su etapa como guionista, durante seis años, en el Saturday Night Live, y en aquellas comedias diseñadas para lucimiento de su amigo (y uno de los productores de El vicio del poder) Will Ferrell –algunas tan reivindicables como El reportero: La leyenda de Ron Burgundy (2004) y su secuela–, así como esa mirada crítica, aliñada de afilada ironía, revelada en La gran apuesta (2015), su visión de los orígenes de la crisis económica mundial de 2008 que le proporcionó el Óscar al mejor guion adaptado, quedan patentes en cada fotograma de esta pintoresca biografía de Cheney. “Cuídense del hombre callado. Porque mientras otros hablan, él escucha. Y mientras otros actúan, él planea. Y cuando ellos finalmente descansan, él ataca”. Con esta cita anónima se define, inmediatamente antes de los créditos iniciales, la sibilina personalidad del protagonista a quien el espectador va a acompañar a lo largo de 130 explosivos minutos en los que el director se vale de un montaje originalísimo, una omnipresente voz en off (el descubrimiento de la identidad de la misma no puede tener más mala baba) que nos va relatando la historia y todo tipo de recursos visuales y estilísticos para dar mayor expresividad al conjunto, desde imágenes de archivo hasta falso documental, pasando por insertos de planos que, aunque parezcan fuera de contexto, funcionan de maravilla a la hora de subrayar muchos de los ridículos acontecimientos que se presentan. Memorables resultan, en este aspecto, el sketch que tiene como protagonista a un chef interpretado por Alfred Molina y su particular “carta” de platos o el irónico uso de la canción América de la banda sonora de West Side Story (Robert Wise, Jerome Robbins, 1961) en los créditos finales.
Afortunadamente para quienes tienen prejuicios ante este tipo de biopics que giran alrededor de personalidades “ilustres” de la política, El vicio del poder se desmarca radicalmente de la mayoría de los tópicos que caracterizan a este tipo de cine que tendría algunos de sus más destacados representantes en el Alan J. Pakula de la fundamental Todos los hombres del presidente (1976), que plasmó en la gran pantalla las consecuencias del escándalo Watergate, o, sobre todo, en el siempre polémico y visceral Oliver Stone, director que, a lo largo de su carrera, ha retratado a algunos de los más grandes líderes norteamericanos (con sus luces y sombras) mediante títulos como JFK (1991), Nixon (1995) o aquel W. (2008) protagonizado por Josh Brolin en la piel de George W. Bush y en el que Richard Dreyfuss ya realizó una aproximación secundaria a la figura de Cheney, que bien podría funcionar estupendamente como parte de un interesante programa doble junto al filme de McKay. Lo más novedoso de la película que nos ocupa no reside tanto en la historia que cuenta, más o menos conocida por todos, como en cómo lo hace. La experiencia acumulada por el cineasta en el pasado gracias a su etapa como guionista, durante seis años, en el Saturday Night Live, y en aquellas comedias diseñadas para lucimiento de su amigo (y uno de los productores de El vicio del poder) Will Ferrell –algunas tan reivindicables como El reportero: La leyenda de Ron Burgundy (2004) y su secuela–, así como esa mirada crítica, aliñada de afilada ironía, revelada en La gran apuesta (2015), su visión de los orígenes de la crisis económica mundial de 2008 que le proporcionó el Óscar al mejor guion adaptado, quedan patentes en cada fotograma de esta pintoresca biografía de Cheney. “Cuídense del hombre callado. Porque mientras otros hablan, él escucha. Y mientras otros actúan, él planea. Y cuando ellos finalmente descansan, él ataca”. Con esta cita anónima se define, inmediatamente antes de los créditos iniciales, la sibilina personalidad del protagonista a quien el espectador va a acompañar a lo largo de 130 explosivos minutos en los que el director se vale de un montaje originalísimo, una omnipresente voz en off (el descubrimiento de la identidad de la misma no puede tener más mala baba) que nos va relatando la historia y todo tipo de recursos visuales y estilísticos para dar mayor expresividad al conjunto, desde imágenes de archivo hasta falso documental, pasando por insertos de planos que, aunque parezcan fuera de contexto, funcionan de maravilla a la hora de subrayar muchos de los ridículos acontecimientos que se presentan. Memorables resultan, en este aspecto, el sketch que tiene como protagonista a un chef interpretado por Alfred Molina y su particular “carta” de platos o el irónico uso de la canción América de la banda sonora de West Side Story (Robert Wise, Jerome Robbins, 1961) en los créditos finales.
Con El vicio del poder ha
conseguido McKay su mejor obra hasta la fecha. Una película que se escuda en el
humor para abrir los ojos al mundo sobre el tipo de líderes que mueven los
hilos de la política y, sobre todo, de cómo sus asesores son capaces de
utilizar los medios de comunicación y todo tipo de estratagemas para manipular
la realidad y esconder bajo nubes de humo unos errores que, en muchas
ocasiones, se cobran millones de vidas humanas. McKay se ha apoyado en un grupo
de actores pluscuamperfecto, en el que Christian Bale, por encima de su
llamativa caracterización, demuestra por qué es uno de los mejores intérpretes
de su generación, humanizando, dentro de lo posible, a un Cheney que es
retratado como un tipo ambicioso que se extralimitó en sus funciones como
vicepresidente, aprovechándose de la ineptitud y falta de experiencia de ese
Bush que borda un Sam Rockwell en estado de gracia. Al mismo tiempo, se muestra
el lado más familiar del político y su dependencia afectiva hacia su esposa Lynne,
mucho más inteligente que él y voz cantante en la mayoría de pasos que dio en
su recorrido en la Casa Blanca. Amy Adams vuelve a estar fenomenal en uno de
esos roles de mujer fuerte (y algo retorcida) a la sombra, que tan bien le
funcionara en The Master (Paul Thomas Anderson, 2012), mientras que
tampoco se pueden pasar por alto las notables contribuciones de dos cómicos
como Steve Carell y Tyler Perry sacando auténtico oro de sus secundarios roles
del Secretario de Defensa Donald Rumsfeld y del Secretario de Estado Colin
Powell, respectivamente. Juntos dibujan una fauna de seres cegados por la
erótica del poder, personajes imperfectos a los que las adversidades a las que
les toca lidiar les queda demasiado grande, como circunstancias familiares
imprevistas (esa salida del armario de una de las hijas de los Cheney) que
podrían poner en peligro futuras oportunidades de ascenso profesional. El
vicio del poder, rompiendo las reglas del género al que pertenece, es una cinta
incluso divertida, que, además, sabe dosificar la (generosa) densidad de su
información para que el espectador menos familiarizado con estos terrenos
políticos no se sienta descolocado o perdido en la historia. Es cine necesario,
que denuncia injusticias sin miedo a las represalias, inteligentemente escrito
y puesto en imágenes con una creatividad electrizante que hace que sume muchos
enteros para destacar entre ese selecto grupo de títulos que forman parte de
una carrera de premios que tiene como última parada los Oscars.
ANÓNIMO
“Cuídense del hombre callado. Porque mientras otros hablan, él escucha. Y mientras otros actúan, él planea. Y cuando ellos finalmente descansan, él ataca”.
ALGO MÁS ACTUAL
Si no quieres usar frases con las tan repetidas "No eres tú, soy yo" o "Te mereces algo mejor" para dejar a tu pareja, a la que pareces odiar, he aquí algunas otras opciones. Sirven tanto para ellos como para ellas, y viceversa. De nada.
▬
"Eres muy bajita. Yo necesito a
alguien que me cubra al abrazarme".
"No tienes tatuajes, ni
piercings. Eres... No sé... Demasiado poco alternativa".
"Lo que pasa es que no me gusta
tu "yo" presente, sino tu "yo" futuro. En el futuro vas a
estar muy buena. En realidad lo que quiero es dejar pasar un poco el tiempo,
darte tiempo a que mejores".
MODERADO
Abascal y Casado en la manifestación de Colón. CARLOS ROSILLO
Un tiro al aire, por ejemplo,
consiste en criticar la fecha elegida para unas elecciones que hasta ayer mismo venía exigiendo con vehemencia
https://elpais.com/elpais/2019/02/21/opinion/1550749311_793564.html
Casado habla del 155 como de un
revólver. Y de sí mismo, como del pistolero más rápido del Oeste. No
pide el voto, pide una insignia de sheriff para entrar en el Salón
dando tiros al aire. Es increíble que siendo tan joven le hayan influido tanto
las películas de vaqueros. Un tiro al aire, por ejemplo, consiste en criticar
la fecha elegida para unas elecciones que hasta ayer mismo venía exigiendo con
vehemencia. Como la campaña coincide en
parte con la Semana Santa, ahí tiene una excusa para mezclar a Dios
con la política. La cuestión es que no cese el ruido emocional del que se
alimenta, no vaya a ser que las pasiones sean sustituidas por el pensamiento. A
lo que más teme ahora Casado es al poder de la razón. Su correligionario de Vox lo expresó
perfectamente en un acto público al solicitar a los asistentes que no le
preguntaran por problemas concretos, pues él, dijo, no llevaba el Estado en la
cabeza, sino España en el corazón. Abascal desenfunda más deprisa que Casado.
El precio de la vivienda ha
subido un 30% en los últimos cuatro años. Recordar eso lo convierte
a uno, a ojos de los líderes de la derecha, en un mal español. Quizá el piso de
alquiler en el que vives tú o tus hijos sea la décima parte del tamaño de la
bandera que ondea en la plaza de Colón de Madrid. Pero lo importante no son los metros
cuadrados de tu casa, sino la superficie útil de la enseña nacional.
Hay que meter eso en la cabeza de los contribuyentes para que adopten, frente a
los conflictos reales, una actitud de carácter religioso. La patria, en fin, no
es un lugar de encuentro, sino una teología en la que de la pobreza solo hablan
los ateos, con los que hay que acabar. Estos fanáticos me están convirtiendo en
un tipo moderado.
VOTA
No debes quedarte en casa
el veintiocho de abril,
puede apagarse el candil,
no es motivo para guasa.
No alegues que nada pasa
si tú no vas a votar,
pues cuando veas menguar
tanto logro conseguido
y te sientas bien jodido,
vete a la plaza a llorar.
Santiago Luis García (FACEBOOK)
UN DÍA DE POCO ÁNIMO
Créanme si les digo que el asunto de la profesión de arquitectos, sobre lo que escribía hace un momento, me tiene amargado. No me gusta que un cliente me eche en cara su descontento por el tiempo en la redacción de un proyecto; yo prefiero no tener que disculparme una y otra vez, las discusiones me desgastan mucho.
Pondré algo de música para seguir con mi espiral de comida de coco: Mahler y su Adagietto. Mejor música ahora imposible.
♫
ARQUITECTOS
No me gusta en lo que se ha convertido mi profesión, al punto que me planteo tirar la toalla. Los arquitectos nos hemos convertido en burócratas administrativos, además de seguir sujetos a un colegio profesional recaudatorio y muy caro. Una memoria de proyecto formada por 600 páginas entre anexos, fichas y textos, increíble. ¿Esto dónde parará? Los clientes no entienden tanta lentitud, tanta normativa, tanta burocracias, y se quejan. Claro que se quejan, a nosotros. Es muy frustrante.
¿CÓMO?
Me comentaban que parte de la sociedad, harta de cómo van las cosas, se planteaba votar a VOX. El lobo cuidando a las ovejas. Mujeres, gays y otros colectivos votando a este partido ...fobo, no entiendo nada. Insisto, el lobo cuidando las ovejas.
viernes, 22 de febrero de 2019
LO ACTUAL
Imposible abstraerse a la actualidad, a las majaderías de los políticos nacionales y foráneaos, a las provocaciones de VOX, a los "nostálgicos" hablando una y otra vez de la exhumación de Franco y ¡olé!, a Maduro y a otros que tal, al dichoso procés y su juicio y al ¡me vengo a enterar ahora! Pero a lo que realmente es imposible escapar es al "congreso" sobre pederastia en el Vaticano, donde los capos de la Iglesia católica entonan el mea culpa pero caer sobre sus angelitos ni de lejos; de pena.
sábado, 16 de febrero de 2019
WHATEVER WILL BE, WILL BE
Finalmente me he quedado sin el dolce far niente previsto para este fin de semana, he de terminar un modificado para enviarlo a visar lo antes posible, pero como llevo toda la tarde dibujando -hoy escuchando Las bodas de Fígaro-, me apetece ver un clásico esta noche, ¿y qué mejor que una de Hitchcock? El hombre que sabía demasiado. Media hora más y listo por hoy.
♫
Doris Day, Whatever will be, will be.
NO ES MI PROBLEMA
"Ese no es mi problema", frase repetida hasta la saciedad por los trabajadores públicos sin amplitud de miras. Trabajar en la función pública no es fácil, lo sé por experiencia, pero precisamente los problemas de los Administrados son los problemas del funcionario, he ahí el quid de la cuestión. Si un funcionario no asume ese rol mal estamos. Hay problemas que se pueden solucionar y otros que, desgraciadamente no, pero quien trabaja para la Administración tiene la obligación de buscar una solución, si ésta existe, porque para lo que al funcionario le supone un expediente más el ciudadano lo ve como algo terrible, ¿y qué mejor que tranquilizarlo en la medida de lo posible?
Recuerdo una ocasión en que un anciano vino a hablar conmigo porque le robaban los aguacates en su pequeña finca, una y otra vez. Él, harto ya, colocó una valla rudimentaria que, automáticamente fue denunciada por un vecino, y la bola de nieve siguió creciendo hasta que le llegó un requerimiento que hizo que se le hundiera el mundo. Llegó, me contó y en mitad de su charla fue tanto lo que lloró que la conversación, por ambas partes, se hizo imposible. Después de calmarse él, y yo también, buscamos una solución y se fue feliz. A partir de ese día me di cuenta que un simple problema se puede ver enorme o pequeño según el lado en el que te encuentres.
Me contaba un arquitecto municipal una crítica que le había hecho su jefe: "Tú más que arquitecto municipal pareces el arquitecto de los Servicios Sociales del ayuntamiento", a lo que él contestó: "Y a mucha honra". Claro que es sólo mi opinión, pero creo que no existe otra forma de ver el trabajo público: ayudar a los demás, siempre.
Esto que escribo me viene a la cabeza al leer un interesante artículo en EL PAÍS acerca del Presidente de Portugal Rebelo de Sousa, artículo que comparto.
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El arrollador fenómeno del presidente de Portugal ya se
estudia en la universidad
Una tesis doctoral indaga en la extraordinaria popularidad
de Rebelo de Sousa, elegido hace tres años jefe de Estado del país.
Hace tres años llegó andando hasta el Parlamento para que le
invistieran presidente de Portugal. Había ganado las elecciones con el 52% de los votos, un
gasto de 157.000 euros en la campaña electoral (tres veces menos que la
candidata del Bloco de
Esquerda) y la colaboración de solo siete personas. Marcelo Rebelo de
Sousa rompió en 2016 todos los moldes de las campañas políticas y ahora su caso
se estudia en la universidad.
Después de este tiempo, su actividad frenética no va en
detrimento de los estudios de opinión. El 71% de la población tiene una imagen
positiva de él y el siguiente político está a más de 20 puntos. Los que le ven
con malos ojos no llegan al 7%.
Sandra Sá Couto, profesora de la Facultad de Letras de la Universidad de Porto,ha estudiado
el fenómeno Marcelo en su tesis doctoral El
presidente-celebridad.Sá Couto, como periodista, cubre las campañas electorales
desde 2001, pero solo en la de Rebelo de Sousa vio que había algo distinto.
El entonces candidato, de 67 años, católico por encima de
todo y militante del Partido Social Demócrata, renunció a la maquinaria
partidista, a las banderolas, los mítines, los himnos y las pancartas. Salía a
la calle y empezaba a hablar con la gente y a abrazarla. Se convirtió en
el candidato de los afectos y después en el presidente de los
afectos. “A veces”, comentaba en campaña: “Las personas solo necesitan
consuelo, un abrazo, que las escuchen. Ya entienden que no les voy a solucionar
sus problemas”.
Su hiperactividad no ha menguado con los años, mientras han
ido cayendo, desfondados, algunos miembros del servicio presidencial. Viajes
infinitos, fuera y dentro del país, recepciones, discursos, visitas, sin
distinguir entre días laborables o festivos. Si entre semana llega con el coche
presidencial, el sábado conduce el suyo para asistir al funeral de una amiga y
sentarse, discretamente, en la última fila de la iglesia.
La tesis de la profesora es que Rebelo de Sousa percibió
antes que nadie que los nuevos políticos tenían que ser así, cercanos a la
gente, pero sinceramente cercanos. El presidente de Portugal ha pasado las
navidades comiendo en comedores populares, durmiendo en casas de víctimas de
incendios y echando una mano allí donde se necesita.
Según un sondeo publicado por el semanario Expresso a
los dos años de mandato, el 52% de los portugueses deseaba hacerse una
fotografía con Marcelo. Un 3,3% ya tenía un selfi con él, una cifra que se
traduce en 330.000 selfis, más de 450 personas por día. Pese a los márgenes de
error de estas encuestas, quizás en esta ocasión habría que elevar los cálculos
para acertar.
Su popularidad no es a costa de menoscabar su autoridad como
presidente. Rebelo de Sousa acostumbra a cenar con los corresponsales
extranjeros. En la primera de ellas, después de cuatro horas de charla,
agotados los periodistas, uno de ellos golpeó reiteradamente su cucharilla en
la taza del café. Marcelo entendió la indirecta y levantó educadamente la
reunión. En la siguiente cena, seis meses después, el entorno de la Presidencia
hizo llegar a la Asociación de Periodistas la sugerencia de que el de la cucharilla
no asistiera al convite.
Marcelo es sinónimo de éxito. Una agencia de publicidad
recurrió a él para autopromocionarse. Abrió la web TeleMarcelo, donde
la gente dejaba el teléfono de algún conocido para que le despertaran con una
frase real del presidente de la República: “Aquí Marcelo Rebelo de Sousa.
Interrumpí una reunión que tenía. Acabé una y voy a comenzar otra, pero quería
enviarte un beso”. En un día se realizaron 107.000 llamadas.
Su omnipresencia crea algunos problemas al Gobierno. En los
trágicos incendios de octubre de 2017, después de los no menos trágicos de
junio, el primer ministro António Costa telefoneaba a la ministra de Interior
para pedir información. Antes de colgar, Costa le pedía perentoriamente a la
ministra:
—Haz lo que sea, pero llega antes que Marcelo.
NÁUSEAS
No veo la tele, no me gusta, pero sí escucho la radio en el coche, cada mañana, muy temprano. Reconozco que ahora empieza una de las peores épocas para escuchar la radio, al menos para mi, y el motivo: la campaña electoral y algunos líderes hablando. Es superior a mi, no lo soporto, me ponen enfermo, me dan náuseas. La demagogia en su estado puro, la repetición de las mentiras una y otra vez, la desvergüenza hecha carne, que dirían otrora.
Como guinda aguantar los mil chistes gráficos sobre uno y otro -más sobre uno que sobre otros- que envían por Whassap. Insoportable.
A ver cómo soporto esto hasta mayo, y encima por partida doble. ¡País!, que hubiera dicho el genial Forges.
Como guinda aguantar los mil chistes gráficos sobre uno y otro -más sobre uno que sobre otros- que envían por Whassap. Insoportable.
A ver cómo soporto esto hasta mayo, y encima por partida doble. ¡País!, que hubiera dicho el genial Forges.
ANTONIO MACHADO
Escribía Gloria Fuertes, a colación de un homenaje a Antonio Machado, este poema en 1959:
https://elpais.com/cultura/2019/02/15/babelia/1550257200_774316.html
En esta primavera ya del cincuenta y nueve,
quiero decirte Antonio
cómo va tu Castilla
—que marcha igual que siempre—,
el trigo ya verdea
y Emilio tras las mulas,
han hecho un Sindicato
y el hombre sigue hambre,
y el sol sigue más sol
y aquí no pasa nada,
tan solo tu recuerdo
metido entre mis rejas
recordando tus versos
y tu amor a mi estampa.
Antonio, ¿tú qué piensas
de estos homenajes?
¿Te gustan? ¿Te disgustan?
¿Te dan… justicia? Habla.
https://elpais.com/cultura/2019/02/15/babelia/1550257200_774316.html
EL "PAÑITO"
¿Se han preguntado en alguna ocasión el nombre de esos pañitos que se colocaban en el respaldo, a la altura de la cabeza, o en los brazos de un sillón? ¿o ahora en los mismos pero en los asientos de los aviones? Hoy he aprendido una nueva palabra mientras leía el estupendo libro "Relatos breves" de Katherine Mansfield. Realmente se trata de antimacasares.
Veamos la historia que cuenta Wikipedia acerca de esta palabra tan poco usada.
Veamos la historia que cuenta Wikipedia acerca de esta palabra tan poco usada.
Un antimacasar es un pañito colocado en la parte superior del respaldo de una silla o sofá para impedir que se manche la tapicería. También se suele colocar en los brazos de sillones, butacas, etc. El nombre proviene del aceite de macasar, una loción capilar empleada en el s. XIX, especialmente en la época victoriana, de modo que las amas de casa empezaron a cubrir respaldos y brazos de sillas con pañitos lavables para preservar la tapicería. Hacia 1850 surgió el nombre de antimacasar, y en 1865 se introdujeron en los teatros. Llegaron a tener diseños elaborados, incluso haciendo juego con partes de la tapicería o del mobiliario del salón. Se realizaban en casa o se compraban, utilizándose las técnicas de croché o frivolité. Los primeros pañitos eran de croché, blancos y rígidos. Los antimacasares se emplean, asimismo, en los respaldos de los asientos de los vehículos comerciales de transporte de viajeros, como trenes, autobús y avión.
LOCURA
Tenía en la cabeza esto para compartir desde hace unos días y, hasta ahora mismo, no había tenido ocasión de sentarme tranquilamente frente al ordenador para hacer otra cosas que no fuese trabajar.
Terminé un interesante proyecto de viviendas esta semana, un edificio no muy grande pero complicado por la morfología de la parcela; finalmente resultaron 81 planos y una memoria de 600 págs., 10 anexos y dos subproyectos de instalaciones.
Hace un par de días, buscando un oído que escuchara mis disquisiciones, cené con mi amigo de la infancia y él me decía que la burocracia es la próxima bestia a abatir. Yo, arquitecto desde hace 26 años, ¿necesito realmente escribir un documento de 600 páginas y dibujar 81 planos para construir un edificio. Evidentemente la respuesta es NO, sin duda posible. Sólo hace falta estudiar proyectos del siglo pasado, edificios y construcciones de todo tipo, con proyectos pequeños y muy poca literatura. Y ahí están ellos, tan felices.
¡Guerra a la burocracia!
martes, 12 de febrero de 2019
lunes, 11 de febrero de 2019
domingo, 10 de febrero de 2019
¿EUREKA?
No se hubiera notado el fin de semana si no fuera porque pide compartir mi tiempo con la persona que quiero, con los amigos que quiero, a pesar de haber pasado unos días con la cabeza en otro lugar, o mejor dicho en otros lugares. Hablando claro, estoy en una encrucijada y aún no sé qué camino tomar, todo esto unido al término de un proyecto difícil que parece no tener fin nunca. Ya casi casi está y respiraré finalmente. Mi socio Juan siempre decía "no hay proyecto fácil", y tenía mucha razón, así que pueden imaginar el trabajo que da un proyecto que ya de por sí es difícil (parcela, cotas, accesibilidad, estructura, etc.). Pero puedo con todo, o eso me repito, lo malo es que no sé por cuánto tiempo más y he ahí el quid de la cuestión. En estas últimas semanas no hago sino darle vueltas a un refrán: si no puedes con tu enemigo únete a él. Y me repito una y otra vez, ¿habré encontrado finalmente la solución?
Como siempre la música me acompaña.
Como siempre la música me acompaña.
♫
Deacon Blue, *Dignity.
Cold Play, *Up&Up.
The Script, *Before the worst.
viernes, 8 de febrero de 2019
IF I SAY
Un sía rojo, o marrón, o gris o negro; uno de esos que parecen no empezar bien y que a uno sólo le resta esperar que sea una falsa percepción y que la cosa mejore: problemas con el procesador de texto del ordenador, con el funcionamiento del ratón, con ciertos comentarios, conmigo. A veces se hace muy difícil seguir manteniendo la vocación y las ganas de trabajar.
♫
Calum Scott, *No matter what.
Mumford & Sons, *If I say.
Lewis Capaldi, *Someone you loved.
J P Cooper, *Cheerleader.
jueves, 7 de febrero de 2019
UN MAR
Eric San Juan, Ho Chi Minh (Vietnam), EFE
https://eldia.es/sociedad/2019-02-06/10-mar-pajitas-plastico-solo-uso.htm
Con una imponente estructura cubierta por más de 168.000 pajitas de plástico usadas, el artista canadiense Benjamin Von Wong intenta agitar las conciencias de los vietnamitas y recordar la ingente cantidad de residuos de plástico que terminan contaminando sus ríos y mares.
INCREÍBLE
Ahora resulta que el problema de España y de sus pensiones lo van a tener las mujeres que deciden no tener hijos. Increíble pero cierto. Nunca he entendido cómo las personas menos favorecidas económicamente votan a la derecha, pero ahora lo que no entiendo es cómo pueden hacerlo las mujeres.
martes, 5 de febrero de 2019
TODOS VIVIMOS EN UN MANICOMIO
Sólo es martes y hoy he terminado de dibujar un poco más temprano, como diría Holly Goligtly he tenido un día rojo. Disfruto de la estupenda película "Breakfast at Tiffany's", de Truman Capote y del siempre maravilloso Nueva York de los años 50.
MOZART Y LA PRODUCTIVIDAD
Veamos la acepción más cercana al concepto de productividad en el trabajo que da a la palabra "productivo" la RAE, dicho principalmente de una pauta léxica o gramatical: Que posee un rendimiento elevado y da lugar a un número apreciable de formas nuevas.
Conversaba estos días con una amiga acerca de la productividad en su trabajo y el mal rollo que había creado al principio, las suspicacias entre compañeros, etc. Cada uno de nosotros podemos llegar a pensar que somos los más trabajadores del mundo, los más eficientes, los más resolutivos, en definitiva los más productivos. Pero la cruda verdad es que nada más lejos de la realidad, trabajadores ineptos haberlos haylos. La productividad se cobra por igual, en muchos casos, seas la joya de la corona o el torpe mayor del reino, y eso no es precisamente justo para el que trabaja a piñón. El sistema no funciona y termina premiando al malo y castigando al bueno, tal cual.
Me decía un amigo americano que en su trabajo había una empresa contratada ex profeso para evaluar cada mes la productividad de los trabajadores, y en base a este informe cobraban unos más, otros menos y los había que nothing. Claro que allí hay pecunio y las empresas se pueden permitir estos dispendios. En cualquier caso, la manera de trabajar la llevamos encima cada uno, como quien tiene los ojos marrones o azules, uno actúa como es, ni más ni menos, y como en botica, los hay listos, listillos y listísimos; el resto sobrevive. ¿O no?
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Para animar un poco esto que he escrito sin importancia alguna disfrutemos de un compositor ejemplo de productividad, Mozart.
Mozart, *Sinfonía nº25 in G Minor.
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