domingo, 31 de enero de 2010
ROGUE WAVE
REENCARNACIÓN
- Xa·islá o Haisla, ocupaban el territorio entre los canales Gardner y Douglas.
- Hèi·’ltsuq o Hailtzuk, entre el canal Gardner y el río Inlet.
- Kwakiutl, entre el río Inlet y el norte de Vancouver.
Antiguamente se dividían en 30 tribus diferentes, pero en la actualidad hay 15 reservas gobernadas por consejos independientes. Son pescadores y leñadores, construían cabañas, embarcaciones, y tótems para los antepasados, propios de la cultura de los indios de la costa noroeste. Estaban relacionados culturalmente con los nootka. Su sociedad estaba muy organizada, estratificada en rangos, y con personalidad agresiva. Cada tribu tenía un rango en relación con las otras tribus, cada subdivisión tribal la tenía con las otras subdivisiones, y cada división individual con las otras divisiones induviduales. El rango estaba determinado por la herencia de nombres y provilegios tales como el derecho a cantar ciertas canciones, o llevar ciertas máscaras ceremoniales. También organizaron la famosa Sociedad Secreta Caníbal, y que atacaban a las otras tribus. Los tótems representaban las figuras del clan, sin embargo, no tenían significado heráldico. Estaban divididos en clanes, cada uno con el nombre de su fundador heroico (oso, ballena, cuervo, castor, etc). Desarrollaban el potlatch de una manera mucho más elaborada. Con él celebraban acontecimientos importantes, tales como los nacimientos, casamientos, penas por violaciones de tabús, propuestas de protección y en competición por conseguir algunos privilegios. Cada sociedad disponía de una serie de danzas que dramatizaban experiencias ancestrales, con seres sobrenaturales descritos como donadores de regalos de ceremonias prerogativas como canciones, danzas, y similares, que desde entonces empezaban a ser propiedades hereditarias. Las danzas tseyka, hechas con ceremonias de invierno (o danzas hamatsa), hacían referencia a las experiencias con los espíritus que se habían enfrentado al espíritu caníbal superior Bakhbakwalanooksiwey, quien era atendido por unos pájaros capaces de engullirse a un humano. Durante la danza con máscaras creían que se confundía lo terrestre con lo sobrenatural.
¿EXISTE LA FELICIDAD?
El cine, la literatura, incluso hasta la ventanilla única, nos hacen creer que podemos dejarlo todo, cambiar y ser y hacer lo que nunca hemos podido, que no querido. Posiblemente sea esa, entre otras, su razón de ser: hacernos soñar. Pero, ¿y si es posible de verdad cambiar? ¿y si podemos decir ¡hasta aquí llegué! y cambiar de dirección.
JOYAS MUSICALES
3 joyas del 7º arte, "El hombre que sabía demasiado" (1956), "Zorba el griego" (1964) y "Nunca en domingo" (1960).
"El hombre que sabía demasiado".
"Que Sera, Sera (Whatever Will Be, Will Be)", publicada por primera vez en 1956, es una canción popular escrita por Jay Livingston y Ray Evans. Fue incluida en la película de Alfred Hitchcock de 1956 The Man Who Knew Too Much (en España El hombre que sabía demasiado), con Doris Day y James Stewart en los papeles principales. La grabación de la canción fue un éxito para para Columbia Records, tanto en los Estados Unidos, donde llegó al número dos en las listas de Billboard como en el Reino Unido. De 1968 a 1973, fue el tema central de la comedia de la TV El Show de Doris Day, convirtiéndose en su canción de firma, llegando a las listas de la revista Billboard en julio de 1956. La canción recibió el Oscar en 1956 a la mejor canción original con el título alternativo "Whatever Will Be, Will Be (Que Sera, Sera)".
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"Zorba el griego".
Película basada en la novela Alexis Zorba de Nikos Kazantzakis. Ganó tres Oscar, a la mejor actriz de reparto (Lila Kedrova), a la mejor dirección artística, y a la mejor fotografía, y fue candidata a otros cuatro, a la mejor película, al mejor director, al mejor actor principal (Anthony Quinn), y al mejor guión adaptado. La música es de Mikis Theodorakis, compuesta cuando tenía 39 años. Se trata del famoso compositor griego, autor de una música políticamente comprometida basada en las melodías populares griegas, aunque aprovechando las técnicas de la música culta contemporánea. Nació el 29 de julio de 1925 en la isla de Quíos. Estudió en Atenas y en París con Olivier Messiaen y René Leibowitz, y a lo largo de toda su carrera ha desarrollado una intensa actividad política (entre 1964 y 1967 fue diputado del Parlamento griego). En la época de la dictadura militar estuvo detenido desde 1967 hasta 1970; posteriormente marchó a vivir a París. Finalmente, volvió a Grecia en 1974. En sus obras persigue la renovación de la música popular, que por una parte debe resultar comprensible para el gran público y al mismo tiempo incorporar los avances de las vanguardias musicales del siglo XX. Entre sus piezas más importantes cabe enumerar el oratorio Canto general (1973), inspirado en el poema épico-social de Pablo Neruda. Theodorakis ha escrito principalmente canciones, ciclos de canciones y temas ligeros, música de ballet y de cámara, así como para el teatro y el cine, como las bandas sonoras de las películas Electra (1962) y Zorba el griego (1964), ambas dirigidas por Michael Cacoyannis.
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"Nunca en domingo".
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Una magnífica historia escrita, producida, protagonizada y dirigida por Jules Dassin, expulsado de Hollywood, por formar parte de la lista negra durante la caza de brujas. Una película de muy bajo presupuesto, que sorprendentemente se convirtió en todo un éxito. Dassin comparte cartel con la estrella internacional Melina Mercouri, con quien tiempo más tarde contrajo matrimonio. Un intelectual norteamericano viaja a la isla griega de Pireo para visitar la cuna de los grandes pensadores clásicos. Allí conoce a Ilya (Mercouri, en uno sus mejores papeles) una atractiva, inteligente y vital prostituta por la que se siente atraído. El americano, sin embargo, ve a Ilya como un símbolo evidente de la pérdida del esplendor cultural griego y se propone reformarla. Oscar a la mejor canción en 1961, aunque candidata en otros cuatro apartados (director, guión, actriz y vestuario). Mejor actriz en el Festival de Cine de Cannes (Mercouri), etc. Resulta curioso comprobar la enorme química entre la pareja protagonista, Jules Dassin, que hay que decir que se prodigó poco como actor, y Melina Mercouri, pues ambos contraerían matrimonio seis años después de la realización de esta película y permanecerían juntos hasta el día el día en el que ella murió de cáncer a mediados de los 90, trabajando juntos en nueve películas, siendo ‘Nunca en domingo’ una de las que más fama alcanzó, al lado de ‘Topkapi’, celebrado film de robos. Fama que se debe en parte al tema central de la banda sonora, una preciosa y animada canción, Ta paidia tou Peiraia, que se alzó con la estatuilla dorada de aquel año, y que es interpretada por Mercouri en un momento del film.
FUNDACIÓN VICENTE FERRER
La plataforma de apoyo a la candidatura de la Fundación Vicente Ferrer al Premio Nobel de la Paz 2010 recoge y canaliza las diferentes iniciativas aparecidas en todo el mundo tras la muerte de Vicente Ferrer.
Candidatura de la Fundación Vicente Ferrer al Premio Nobel de la Paz 2010
La web estará en marcha el 10 de febrero
¡Te esperamos!
EL ALGARVE, PORTUGAL
sábado, 30 de enero de 2010
viernes, 29 de enero de 2010
CRASH 3
ARTE
jueves, 28 de enero de 2010
J.D. SALINGER, R.I.P.
La modesta casa editorial está dirigida por Roger Lathbury, profesor de la Universidad George Mason.Phyllis Westberg, agente literario del escritor, confirmó el trato pero no facilitó ningún otro detalle. Lathbury tampoco fue mucho más explícito, ni siquiera habló de cuál será la tirada de la edición. "Es un libro para lectores, no para coleccionistas", dijo. "Una de las razones para no revelar la tirada es para evitar la especulación con los ejemplares. Yo quiero que la gente lea la historia", afirmó.
Hapworth 16, 1924 no es una obra inédita. Apareció publicada en un número especial de la revista New Yorker, el 19 de junio de 1965. "Hapworth es como los Rollos del mar Muerto para el culto de Salinger", dijo el crítico Ron Rosenbaum. "La fascinación que tiene este texto es que en algún lugar yace el secreto del silencio de Salinger desde entonces".
El protagonista es un conocido personaje de otras de sus obras, Seymour Glass, cuyo suicidio en el relato A perfect day for Bananafish es uno de los momentos más analizados de la obra de Salinger. Escrito en la forma de una carta que escribe Seymour, a los siete años, a sus padres, Hapworth ocupó casi todo el número de la revista en su inicial publicación.Entre 1951 y 1963, Salinger publicó cuatro libros: El guardián entre el centeno, Nueve cuentos, Franny y Zooey y Levantad, carpinteros, la viga del tejado. Desde el principio sus obras fueron diseccionadas hasta un extremo difícil de concebir en relación a un simple texto. La reacción de Salinger, de naturaleza extremadamente tímida, fue el repliegue. No quiso leer las críticas de sus libros, hizo eliminar su fotografía de las ediciones de sus obras, no permitió las reediciones de sus otros textos ni siquiera para antologías o libros de texto y, por último, dejó de publicar ficción. Hapworth 16, 1924 fue la última de ellas.
Su aversión a la publicidad le ha llevado a ordenar a su representante quemar, sin abrirlas, todas las cartas de admiradores y llevar a los tribunales al autor de una biografía en la que aparecían algunas de sus cartas. Desde su refugio en New Hampshire, Salinger también ha ido en contra de una página de Internet dedicada a su obra, y ha logrado que la quiten.
DAVID CONTRA GOLIAT
AUSCHWITZ RECUERDA EL HOLOCAUSTO 56 AÑOS DESPUÉS DE SU LIBERACIÓN
miércoles, 27 de enero de 2010
JOYAS MUSICALES
martes, 26 de enero de 2010
GENTE CON CLASE
Por Fernando Díaz Villanueva
Multiplicó por cinco la lista de Schindler pero en Hollywood nunca le harán una película, porque en Hollywood jamás se acuerdan de los que se llaman Sanz. Hagámoslo nosotros. Se lo merece.
En marzo de 1944 la guerra estaba perdida para el Tercer Reich. Los rusos avanzaban decididos por el este y, al otro lado del canal de La Mancha, se ultimaban los preparativos del gran desembarco de Normandía. Ante tan sombrío panorama Hitler decidió invadir Hungría, el único país de Centroeuropa que se había librado de la zarpa nazi. Entró para saquear y dar buena cuenta de una próspera y centenaria comunidad judía que aun permanecía intacta. Las deportaciones dieron comienzo con el despuntar de la primavera. Todos los judíos húngaros fueron obligados a registrarse, a bordarse en la solapa la estrella de David y, casi de seguido, a embarcar en trenes de ganado que los llevarían hasta el sur de Polonia, hasta Auschwitz. En Hungría no hubo guetos. No fueron necesarios.
Mientras el Gobierno proalemán de Miklos Horthy colaboraba de no muy buena gana con los nuevos amos del país, el cuerpo diplomático se estremecía con los pogromos, las persecuciones por las calles y los campos de tránsito que los nazis húngaros de la Cruz Flechada instalaron para concentrar a los judíos antes de su envío al matadero. En la legación española, que no era ni mucho menos sospechosa de flirtear con los aliados, el encargado de negocios, Miguel Ángel de Muguiro, escribió a Madrid escandalizado por los registros, las palizas y otras especialidades de la casa que los miembros de las SS practicaban con deleite.
En Madrid conocían a la perfección lo que tramaba el "amigo alemán" en Hungría. Un año antes, Federico Oliván, secretario del embajador español en Berlín, había escrito al ministerio de Exteriores pidiendo permiso para ayudar a los pocos judíos que iban quedando con vida en el Gran Reich: "Si España se niega a recibir a esta parte de su colonia en el extranjero, la condena automáticamente a muerte, pues esta es la triste realidad". La colonia a la que se refería eran los judíos sefarditas, herederos lejanos de aquellos que fueron expulsados de España por los Reyes Católicos en 1492.
Tanto Oliván en Berlín como Muguiro en Budapest habían rescatado un viejo decreto promulgado por Primo de Rivera en 1924, en virtud del cual todos los que demostrasen pertenecer a aquella Sefarad errante, obtendrían de inmediato la nacionalidad española. Ocultaban que el efecto del decreto había expirado en 1931, pero en Madrid no se acordaban y los nazis, naturalmente, no lo sabían. Muguiro se agarró a él para solicitar a las autoridades húngaras la protección de los sefarditas. El problema es que en Hungría, sefarditas, lo que se dice sefarditas, había muy pocos. No daban ni para llenar un tren.
Eso no le arredró, se mantuvo en sus trece e informó a Madrid del negro porvenir de la desventurada comunidad hebrea. Haciendo valer su condición de diplomático intercedió a favor de todos los judíos que pudo y culminó su obra apropiándose de un cargamento de niños, 500 exactamente, cuyo destino era una cámara de gas en Polonia. Consiguió visado para todos y los despachó a Tánger, que por entonces era algo parecido a una colonia española. Esta y otras bravatas le granjearon muy mala fama entre húngaros y alemanes, que presentaron una queja ante su superior. Muguiro fue cesado fulminantemente. El puesto se lo quedaba su secretario que, no tan casualmente, estaba metido en el ajo del salvamento a granel de judíos. Se llamaba Ángel Sanz Briz, era zaragozano, tenía 32 años, una mujer hermosa y una niña recién nacida.
El cargo que ocupaba era el de encargado de negocios, clásica covachuela que tienen las embajadas y que no suele servir de gran cosa, pero Sanz Briz le dio un nuevo significado inaugurando un negociado único en su especie, el de salvar vidas. Junto a Giorgio Perlasca, un italiano que había combatido en la Guerra Civil, depuró y perfeccionó los procedimientos de Muguiro. Se trataba de hacer lo mismo pero sin armar escándalo y planificándolo mejor. A Perlasca le nacionalizó español y, para conjurar las habladurías, le contrató en la embajada. Pasó entonces Giorgio, en una mutación onomástica muy habitual en la época de Franco, a llamarse Jorge, o don Jorge, porque tanto él como Sanz Briz fueron siempre y por encima de todo un par de caballeros, en todos los sentidos de la palabra.
Había en Budapest otros diplomáticos embarcados en similar tarea. La embajada de Suecia, por donde paraba Raoul Wallenberg, se convirtió en un tablón al que se agarraron miles de condenados a muerte. En la de Suiza Carl Lutz se inventó los llamados "schutzbriefe", es decir, salvoconductos de protección, que pronto entre los judíos adoptaron el nombre de "certificados de la vida". Ese fue el modelo que inspiró a Sanz Briz. No podía informar al ministro de sus intenciones porque le hubiera supuesto el cese, pero si hacerle partícipe de las "monstruosas crueldades que nazis y cruzflechados están perpetrando en Hungría contra individuos de raza judía". Madrid respondía con el silencio. Ni sí ni no. Algo así como "haga usted lo que crea conveniente pero no enrede más de la cuenta y nos complique".
Lo que no parecía del todo mal en Madrid es que los sefarditas regresasen a su patria, aquella que, injustamente expulsados, habían abandonado cinco siglos antes. Los nazis no terminaban de entender que la España de Franco, a la que habían auxiliado en su cruzada, se preocupase de unos judíos desterrados tanto tiempo atrás. No lo entendían pero tragaban. En 1943 la embajada de Berlín había conseguido sacar de Bergen-Belsen a 365 judíos que, a decir del embajador, eran sefarditas, esto es, españoles, es decir, súbditos de un tipo de quien se decía que el mismo Führer prefería ir al dentista antes que entrevistarse con él. Un caso inaudito y probablemente único en la historia de los campos nazis. Por una vez los presos que entraron en tren salieron en tren y no por la chimenea.
Los nazis de Hungría no conocían el número exacto de sefardíes pero sabían que eran pocos, por lo que estaban dispuestos a transigir. Previo pago, claro. Sanz Briz envió una carta muy educada a Adolf Eichmann, gauleiter (gobernador) de Hungría, acompañada de una importante suma de dinero para asegurarse que los batallones descontrolados de las SS no importunasen a sus judíos. Eichmann era un asesino, un ladrón y un sinvergüenza, un desecho humano de pies a cabeza, pero procuraba guardar las formas, especialmente si las formas se las había cobrado con antelación.
Las autoridades, debidamente reblandecidas con dinero y cortesías, otorgaron al representante español un cupo de 200 personas, que era, más o menos, el número de hebreos de ascendencia sefardí en todo el país. Sólo podía emitir 200 pasaportes, ni uno más. Sanz Briz lo aceptó sin rechistar y dio órdenes en la embajada para preparar los salvoconductos, pero no 200 sino muchos más, tantos como fuese posible. El truco residía en que ninguno de los pasaportes tenía un número mayor al 200, pero tampoco estaban repetidos. Fue creando series que iban del 1 al 200, así, por ejemplo del pasaporte número 50 había varios: de la serie A-1, de la A-2, de la A-3...
El engaño era perfecto pero insuficiente. Para salvar a 1.000 necesitaba cinco series, para 2.000 diez, y así sucesivamente. Podía irse todo al traste si un agente de las SS paraba por la calle, en el mismo día, a dos portadores del mismo número pero de diferente serie. Para reducir las comprometedoras series reinterpretó el cupo concedido por los nazis aplicándoselo no a individuos sino a familias. Así, el pasaporte 50 de la serie A-1 podía pertenecer a cinco o seis personas. Esto, sin embargo, creaba otro problema, el de la cantidad. Los nazis se escamarían si veían demasiados judíos "españoles" por la calle.
Alquiló entonces varias casas en Budapest para cobijarles. Sólo podían salir un rato por las mañanas, la embajada se encargaría del resto: de la comida, de la atención médica y de mantener a los nazis y cruzflechados lejos de la puerta. Para evitar disgustos mandó colocar en cada uno de los edificios una llamativa placa en húngaro y alemán que decía "Anejo a la Legación de España. Edificio extraterritorial". Por si las moscas. Funcionó de maravilla, nunca fueron forzadas. Los judíos permanecían en las casas hasta que Sanz Briz conseguía un transporte para Suiza, para España o para cualquier parte donde no les matasen. Ya es curioso que, en un tiempo en que España padecía los peores años de la dictadura, un puñado de casas españolas en la lejana Budapest se transformaron en el templo de la libertad, en un refugio de vida.
Los certificados de la vida que expedía Sanz Briz sólo podían entregarse a sefardíes. Para el ángel español todos lo eran: "Certifico que Mor Mannheim, nacido en 1907, residente en Budapest, calle de Katona Josef, 41, ha solicitado, a través de sus parientes en España, la adquisición de la nacionalidad española", rezaba uno de los salvoconductos. Evidentemente, ni Mannheim ni el resto tenían más parientes en España que un joven aragonés que les estaba salvando la vida.
A finales de 1944 el Ejército Rojo estaba a las puertas de Budapest. La Unión Soviética no reconocía al régimen de Franco por lo que Asuntos Exteriores ordenó evacuar la embajada. Pero si él se iba, ¿quién se encargaría de sus judíos? Perlasca se ofreció voluntario, a fin de cuentas era también italiano, y para entonces Italia amigaba con los aliados. Como Perlasca carecía de título se lo inventó. Conchabado con Sanz Briz falsificó el nombramiento de embajador de España en Hungría y se presentó ante el Gobierno húngaro como el nuevo hombre de Franco en Budapest. Era todo mentira, pero a esas alturas carecía de importancia. Los judíos de Sanz Briz quedaron bajo su tutela hasta que el 16 de enero de 1945 los rusos irrumpieron en la capital poniendo fin al dominio nazi. Entonces Perlasca desapareció como si se lo hubiese tragado la tierra. Misión cumplida.
En las casas de Sanz Briz esquivaron a la muerte unas 5.200 personas. Hombres, mujeres y niños que no dudaron en bautizarle, jugando con su nombre de pila, como el "Ángel de Budapest". A muchos los sacó de los trenes de deportación, a otros de las comisarías en noches en las que salía de casa cargado de pasaportes falsos, siempre del 1 al 200 y con la coartada aprendida de memoria. Para los nazis eran apestosos sefarditas, para Sanz Briz simples seres humanos cuyo derecho a la vida era sagrado.
De vuelta a España el diplomático no recibió ni felicitaciones ni censuras. Él no esperaba ninguna de las dos cosas. Cumplió con su deber de cristiano y prosiguió con su carrera diplomática. Fue destinado a los Estados Unidos y, durante 35 años estuvo representando a nuestro país por medio mundo. Murió en 1980 como embajador de España en el Vaticano.
Ha pasado a la historia como el Schindler español, aunque, en justicia, a Oskar Schindler debiera llamársele el Sanz Briz alemán. En 1991 el Gobierno de Israel reconoció su labor otorgándole la dignidad de "Justo entre las naciones" e inscribiendo su nombre en el muro del Jardín de los Justos de Jerusalén. Años después, el Gobierno húngaro honró su memoria descubriendo una placa frente al parque de San Esteban, en Budapest, en la fachada de una de las casas que alquiló como cobijo para sus judíos.
No fue el único. Hubo más diplomáticos españoles que se la jugaron por una causa tan justa como quimérica en aquellos tiempos de barbarie. En Berlín, en la boca del lobo, José Ruiz Santaella arriesgó su vida para ayudar a los judíos alemanes perseguidos. En Sofía, Juan Palencia desafío a las autoridades nazis, salvó a 600 judíos búlgaros hasta que fue declarado persona non grata y expulsado del país. En París, Bernardo Rolland de Miota consiguió arrancar 2.000 judíos al Gobierno de Vichy y trasladarlos al Marruecos español. En Atenas, Sebastián Romero Radigales sacó 500 judíos del país enfrentándose con el todopoderoso embajador alemán. En Bucarest, José de Rojas se tomó tan en serio la protección de los sefardíes que mandó poner en las puertas de sus casas un cartel con una leyenda que no dejaba lugar a equívocos: "Aquí vive un español".Se cuentan por miles los judíos que salvaron unos pocos diplomáticos españoles. Hombres de una pieza, héroes anónimos cuya determinación y perseverancia marcó la línea entre la vida y la muerte de tantos inocentes. Quizá parezcan pocos frente al concienzudo exterminio de seis millones de personas, pero cada vida cuenta y, como dice el Talmud: "Quien salva la vida de un hombre, salva al mundo entero". Va por ellos.
IRENA SENDLER
CLASE
Conversando con unos amigos me surgió una duda, ¿qué es tener clase? No me refiero a ser refinado, elegante, saber estar; no, todo esto está muy bien pero quiero decir algo más profundo, más básico. Primero la educación, imprescindible. Una persona con clase debe ser educada, saber comportarse con los demás y consigo mismo, sin duda. Educación para saber que todos somos iguales, que todos nuestros trabajos son importantes, que no se está por encima ni por debajo de nadie. Claridad para saber agradecer lo que nos ha dado la vida, los valores familiares heredados, lo que hemos aprendido a lo largo de los años porque hemos tenido suerte y acceso a ello. Buen juicio para alegrarnos siempre por los éxitos ajenos, nunca para envidiarlos (ya se sabe, mal de muchos, consuelo de tontos); si tú has llegado ahí ¡enhorabuena!, ahora me toca a mi. Afabilidad con los demás, con lo que nos rodea, con los animales y plantas, con todo nuestro entorno. Cuidar nuestro planeta es altruismo, es filantropía. Tener clase es sonreír por las mañanas, es saludar, es compartir. No es pagar con la misma moneda, pues ésta puede ser falsa, es pagar con la moneda exacta. En definitiva, tener clase es intentar hacer feliz un poco a todos.
lunes, 25 de enero de 2010
JOYAS MUSICALES
"The first time I ever saw your face", escrita por Ewan MacColl para Peggy Seeger (1957). Posteriormente se publicarían varias versiones, destacando, entre otras, las de Roberta Flack (1972), Celine Dion (2000) y George Michael (2006). He de decir, para ser honrado, que en este caso las versiones me gustan más que el original.
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The first time ever I saw your face
I thought the sun rose in your eyes
And the moon and stars were the gifts you gave
To the dark and the empty skies, my love,
To the dark and the empty skies.
The first time ever I kissed your mouth
And felt your heart beat close to mine
Like the trembling heart of a captive bird
That was there at my command, my love
That was there at my command.
And the first time ever I lay with you
I felt your heart so close to mine
And I knew our joy would fill the earth
And last till the end of time my love
It would last till the end of time my love
The first time ever I saw your face,
your face...
your face...
your face...
CARMEN VIDAL
domingo, 24 de enero de 2010
AMAR A UN ANIMAL
Siempre me han gustado los animales, pero no conviví con uno (no amé a uno) hasta hace más o menos treinta años, que fue cuando tuve a mi primer perro. Y sí, Anatole France tiene razón: a partir de aquel momento, algo se despertó en mí. Algo que yo ignoraba se hizo presente. Fue como desvelar una porción del mundo que antaño estaba oculta, o como añadirle una nueva dimensión. Convivir con un animal te hace más sabio. Contemplas las cosas de manera distinta y llegas a entenderte a ti mismo de otro modo, como formando parte de algo más vasto. El famoso naturalista David Attenborough me dijo en una entrevista que uno de los momentos más intensos y conmovedores de su existencia fue cuando se encontró en mitad de la selva de Ruanda con un gorila de las montañas, un enorme espalda plateada, y los dos se miraron a los ojos y se reconocieron, por encima del abismo de las especies. En esa mirada cabe el Universo.
Esto no quiere decir, naturalmente, que todos los amantes de los animales sean, por el mero hecho de serlo, gente maravillosa. De todos es sabido que Hitler adoraba a los perros y que sentía mucha más angustia ante la agonía de una langosta en la cacerola (en el Tercer Reich hubo leyes que prohibían cocer vivos a los crustáceos) que ante el gaseamiento de un niño judío. Y es que el ser humano es una criatura caótica y enferma, capaz de contradicciones de este calibre. Pero lo que sí parece cierto es lo contrario: que los individuos que son crueles con los animales son muy mala gente. De hecho, una investigación multidisciplinar que se hizo en Escocia hace algunos años demostró que la mayoría de los sujetos que habían sido denunciados por maltrato animal habían cometido también crímenes violentos contra otras personas.
El animalismo, en fin, que es como se denomina el movimiento en pro de los derechos de los otros animales, es un producto moral e intelectualmente refinado. Quiero decir que la conciencia animalista forma parte del proceso de civilización, y que cuanto más culta y democrática sea una sociedad, menos cruel será con todos los seres vivos. "Un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales", decía atinadamente Mahatma Gandhi (frase también incluida en la presentación de Internet). La España actual, que tanto alardea de modernidad, sale muy mal parada si la juzgamos siguiendo el dictamen de Gandhi: seguimos siendo bárbaros, seguimos siendo feroces. ¿Para cuándo la Ley Nacional de Protección Animal, que ha sido reclamada por casi un millón y medio de firmas, que el PSOE llevaba en su programa electoral y que sigue en el limbo de las promesas incumplidas? Déjame que te diga una última cita del trabajo de la gaditana. Pertenece a George T. Angell, un abogado estadounidense del siglo XIX que fue uno de los pioneros en la lucha animalista, y dice así: "A veces me preguntan: ¿Por qué inviertes todo ese tiempo y dinero hablando de la amabilidad con los animales cuando existe tanta crueldad hacia el hombre? A lo que yo respondo: Estoy trabajando en las raíces". Sí, hay que trabajar en las raíces si de verdad aspiramos a ser un poco mejores.
CONTROLADORES AÉREOS: UNA VISIÓN DESDE DENTRO
a- AENA me debe un buen pico (¡ojalá!)
b- El Sr. ministro tiene asesores que le timan y él no se molesta en comprobar los datos que le pasan
c- El Sr. ministro MIENTE (difícil de creer, ¿acaso no fue él el que dijo aquello de "no nos merecemos un gobierno que mienta a los ciudadanos"?).
En cualquier caso, sucia estrategia la de airear salarios de trabajadores utilizando datos falsos para espolear envidias e intentar movilizar a la opinión pública en contra de un colectivo. Hay gente realmente preocupada de que puedan habernos colocado en el punto de mira de extorsionadores y otro tipo de delincuentes.
¿Por qué no publica este ministro su propio salario, el extra oficial y el que recibe en comisiones y en especie? ¿Por qué no oigo a nadie quejarse de lo que cobran los políticos por debajo de la mesa? ¿O los futbolistas por patear un balón? ¿O quienes nos dan la tabarra en los programas de cotilleos? ¿O nuestro querido elenco de folclóricos? Cuando supongo que sabéis que la mayoría de esos ingresos no tributan a Hacienda y por tanto no revierten en mejoras sociales. Nosotros, como trabajadores por cuenta ajena, declaramos hasta el último céntimo y nuestras retenciones superan el 40% mensual si hacemos muchas horas, por lo que hablar de salarios brutos no es muy realista.
El salario de los controladores en función del destino y categoría profesional está publicado en el BOE, para todo el que lo quiera consultar. Ignoro qué sentido tiene dar datos falsos cuando los auténticos están a disposición del respetable.
Por supuesto no refleja horas extras, adicionales, etc, a cargo de nuestros días libres, nuestra salud y nuestra vida personal y familiar. Y cada uno juzga si lo que ofrecen a cambio es suficiente para compensar todo eso: en mi caso no lo es. Me parece poco ético que Aena se niegue a seguir formando y contratando personal (tiene la escuela parada desde hace 3 años), mientras nos obliga a hacer más jornada y nos ataca con campañas de desprestigio si nos negamos a acudir de un día para otro. Y mientras, las cifras del paro hablan por sí solas.
Que quede claro que nuestro salario no proviene de los presupuestos generales del Estado (impuestos), sino de las tasas de navegación que se cobran a las compañías aéreas. Estas tasas, según ellos tan caras, suponen unos 4€ por billete. Si alguien piensa que se los van a rebajar al cliente en vez de suponer más ganancia para las compañías aéreas, es que somos muy inocentes. Pero es que además las tasas de ruta son altas porque las de aproximación y aeródromo son casi inexistentes para beneficiar a Aeropuertos, que tendría que pagar por ellas.
Y, hablando de cifras, adjunto un documento de Eurocontrol que desmiente las que dan las campañas de desinformación, como que somos los más caros, los menos productivos, los que menos trabajamos... Aclaremos estos tres puntos, por no meternos en otros más graves.
Si somos los más caros, ¿por qué igualarnos con la media europea en salario base nos beneficiaría? Porque más de la mitad del salario de quienes las aceptan es de horas extraordinarias. Nuestro sueldo base es de unos 1500€ brutos mensuales: lo dice mi nómina. Y eso es lo que percibimos en caso de baja prolongada o jubilación, con suerte.
En nuestro Reglamento de la Circulación Aérea dice claramente que el servicio que debo prestar tendrá en cuenta, por este orden, la Seguridad, el Orden, y la Fluidez en el servicio. No menciona la productividad, ni sé cómo se mide esto en un servicio que es esencialmente para proteger la vida de los usuarios. ¿Qué productividad tiene el cuerpo de bomberos?
Si somos los que menos trabajamos, ¿por qué al traducir nuestras horas mensuales máximas (unas 210h al mes), y compararlas con la jornada habitual de 40h semanales que hace la mayoría, sería como si en jornada normal se trabajara más de 26 días al mes? Es decir, se libraría un fin de semana cada 15 días. Con la diferencia de que nosotros trabajamos todas las fiestas, incluidas las entrañables y sagradas Navidades que tanto nos echan en cara, salvo que tengamos vacaciones. Y muchos trabajamos la mañana y la noche de un mismo día para reincorporarnos por la tarde al día siguiente. En 7 horas tenemos que: desplazarnos de ida y vuelta a los centros de trabajo (normalmente situados en áreas periféricas, como los aeropuertos), asearnos, cambiarnos, hacer un par de comidas, (con suerte, ya que la falta de sueño tiene preferencia) y atender lo más urgente de nuestra vida personal. Por supuesto, cualquier tarea adicional o gestión queda relegada a los días libres, de haberlos, y sólo después de haber recuperado horas de sueño.
En el Estatuto de los Trabajadores se regula el régimen de descansos para los sujetos a turnicidad, que es necesariamente mayor para paliar el daño que causan los cambios de horario, en especial el nocturno. No sólo para nosotros, sino para policía, bomberos, militares... ¿En qué mejora la seguridad que estemos descansando 7 horas de cada 24 sólo porque a Aena le sale más caro contratar gente que pagar horas extras? Y, no contentos con eso, ahora se quejan de que esa jornada adicional (totalmente desproporcionada e ilegal en la mayor parte de Europa, y por la que Aena paga cuantiosas multas a la Unión) les sale demasiado cara. Eso sí, si rechazamos un servicio de horas extras unas horas antes, estamos de huelga encubierta.
Por lo que a mi respecta, proteger mi salud y descanso debería redundar en beneficio de los usuarios. Y ya que mi empresa no solo no la protege sino que la ataca, me encargo yo de velar por ella.
También se dice que somos los controladores los que nos negamos a que entre más gente. AENA lleva desde 2006 sin convocar nuevas plazas de controlador, a pesar de que tiene firmado un acuerdo con USCA de crear 150 plazas nuevas. ¿Por qué no lo han hecho? Porque esperan combatir la escasez de controladores de formas mucho más baratas, pero también harto radicales y peligrosas para la seguridad del servicio.
El convenio colectivo expiró hace 5 años y desde entonces se viene prorrogando automáticamente, a pesar de que fue USCA quién lo denunció y quién lleva pidiendo desde entonces negociar el nuevo. Si esta fuera la causa de las demoras, llevaríamos 5 años de demoras continuas. Es AENA la interesada en evitar esa negociación y en basar su gestión en horas extras y ampliaciones de jornada más que en ampliar plantilla (se ahorra gastos fijos, cotizaciones... aunque las horas extras se paguen a precio de oro).
Los gastos de AENA, y por tanto el importe de las tasas, están esencialmente condicionados por una política de apertura y mantenimiento de aeropuertos deficitarios (Logroño, Vigo, La Gomera, El Hierro...y muy pronto Lérida, Castellón, Teruel...) e infraestructuras faraónicas (T4 de Barajas, T1 de Barcelona, ampliación de Málaga o de Alicante...) pero de indudable rentabilidad política. Así como por otras medidas de cuestionable eficiencia económica (reducción e incluso eliminación de tasas aeroportuarias y de aproximación, subvenciones encubiertas a compañías aéreas expertas en técnicas de dumping...).
Los controladores NO SOMOS EL PROBLEMA DE AENA, el problema de AENA es su MALA GESTIÓN.
Ningún controlador se queja de lo que cobra ni, bajo ningún concepto, pide más. NO ESTAMOS EN HUELGA, ni encubierta ni ilegal. Para empezar, si declarásemos una huelga, nombrarían servicios mínimos del 110% ¿es eso tener derecho efectivo a la huelga? Nunca se nos pasaría por la cabeza declararla.
Pero si nos acusan de hacerla encubierta también nos exponemos a una intervención estatal, que es lo que buscan, y por ello nos acusan falsamente. ¿Por qué?
Porque cumplimos con la normativa publicada respecto a seguridad y capacidades máximas. ¿Y por qué lo hacemos ahora más que antes? Porque hace poco que entró en vigor una ley en la que las sanciones por un simple error son brutales. Esta ley supuestamente es una transposición de la nueva normativa europea del Cielo Único. Curiosamente, la versión europea insiste en un carácter no punitivo, que es todo lo contrario de lo que han hecho aquí. Por tanto, no seré yo la que se exponga a un expediente para que las compañías se ahorren 5 minutos.
También se nos acusa de ponernos de baja repentinamente en fechas clave: ¿una baja maternal o por rotura de una mano que se conoce por la empresa con meses de antelación es repentina? No, pero la empresa decidió no cubrirlas con la antelación suficiente para poder acusarnos de huelga encubierta si rechazamos cubrirlas cuando nos avisan unas horas antes.
AENA ha nombrado estas fechas dotaciones que son entre un 20 y un 30% inferiores a las del año pasado con un tráfico que apenas a caído un 5% (incluso está aumentando en algunos destinos). No se puede pretender llevar la misma carga de trabajo con menos personal sin poner en riesgo la seguridad de las operaciones.
Y, mientras, la empresa continúa con una campaña de acoso y desprestigio al colectivo en la prensa y aplica medidas arbitrarias y sin consensuar: determinación de configuraciones de referencia (número de controladores que entran a trabajar en cada dependencia) sin contar con el preceptivo estudio de cargas de trabajo ni previsiones de tráfico realistas, control de presencia durante toda la jornada (incluso en el tiempo de descanso estipulado por convenio), denuncia del acuerdo de ampliación de jornada laboral (expira el 31 de marzo) sin buscar acuerdo alternativo, puesta en marcha del curso de "controladores" AFIS (sin consensuar contenidos ni aplicación y seleccionando "a dedo" a los candidatos), denuncia e incumplimiento de numerosos acuerdos locales, apertura de expedientes contra quien pretenda introducir regulaciones por falta de personal...
No debería ser extraño que con ese ambiente laboral no haya una legión de voluntarios dispuestos a hacer las horas extras sobrevenidas por imprevisión de la empresa.
Si habéis llegado hasta aquí, gracias por vuestra atención. Perdonad por el tocho, pero creo que es mi deber combatir semejante campaña de intoxicación informativa. Si os parece bien, os animo a que lo reenviéis a quién le pueda interesar.