martes, 25 de junio de 2024

DANS D'AUTRES NOUVELLES

 

SIN (CON) PALABRAS

HUMOR NEGRO

UNA PUERTA Y UN CUMPLEAÑOS

13° en La Esperanza, no puedo quejarme. Hoy he tenido que subir en taxi porque la puerta del garaje decidió no abrirse; bueno, no es cierto del todo, se abría únicamente unos 30cms, de manera que me fu imposible sacar el coche o la moto. Así, sentado en el salón jugando a Merge Hexa, unos hexágonos muy entretenidos, esperé desesperado hasta que no aguanté más, llamé a un taxi y voilà. Nuestra dependencia de estos pequeños robots, en este caso el que abre y cierra el acceso al garaje, es tal que no terminamos de darnos cuenta lo inútiles que somos sin electricidad o cuando "ellos" deciden no funcionar como es debido. 
Todo después de una noche en la que, por fin, dormí de un tirón al haber decidido cambiar el sillón del despacho por un colchón hinchable de 2m de largo. Al principio me movía un poco más de lo normal, pero en un tris me quedé frito y hasta esta mañana. El karma es sabio y debió haber pensado: vamos a darle una de cal y otra de arena, no vaya a ser que se acostumbre a lo bueno, ¡deténgase la puerta automática!
¿Cómo quejarse? Pues no, nada de eso. Que fluya.
P, ¡muchas felicidades!

lunes, 24 de junio de 2024

OTHER NEWS

 

ARMARIO

El armario del trabajo: parte del colectivo LGTBI+ renuncia a derechos por miedo a un castigo laboral
Los insultos o los comentarios hirientes cercenan la visibilidad en los centros laborales por temor a verse perjudicadas. El miércoles, la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, presenta un proyecto para intentar atajar el problema.
Emilio Sánchez Hidalgo, 24.07.2024

Carmen tiene 29 años y es profesora de Lengua y Literatura en un instituto concertado. No está en sus planes a corto plazo, pero ve la maternidad en el horizonte junto a su pareja, Estela. Si diese ese paso ahora, lo haría renunciando a derechos de los que sí disfrutan sus compañeros heterosexuales: ella no es visible en el centro educativo religioso en el que trabaja. No ha salido del armario en su trabajo para “evitar problemas o malas caras”. “No saben que tienes pareja y de repente estás embarazada, pues es raro no explicar nada. No es viable ocultarlo. Si me caso, haría por hacerlo en las vacaciones de verano para no tener que explicar por qué cojo días a mitad de curso. Si mi pareja se pone mala, pues querría los días que me correspondiesen. Es algo que no me hace sentir bien. No era consciente de lo que me iba a afectar”. Como Carmen, miles de personas del colectivo LGTBI+ enfrentan todo tipo de problemas por no ser visibles en sus trabajos, por miedo a la hostilidad que les acecha.

Los estudios realizados hasta la fecha difieren sobre la dimensión del problema en España. Un análisis de UGT estima que el 40% de los trabajadores LGTBI+ no son visibles en su puesto; cerca del 50% que estima la empresa de recursos humanos Manpower. Por su parte, la FELGTBI+ (Federación Estatal de lesbianas, gais, trans, intersexuales y más) eleva este porcentaje al 70%. Sea como fuere, todos los informes identifican una proporción importantísima de trabajadores del colectivo que optan por esconderse, mucho mayor que la se alcanza con amigos y familiares.

Toño Abad, responsable del área LGTBI+ de UGT, está cansado de escuchar voces que rechazan la importancia de este asunto. “Te dicen que qué más da, que ellos tampoco hablan de su vida en el trabajo. No entienden el problema de que lo ocultes de forma consciente para evitar situaciones de violencia, que escondas una parte de ti constantemente por miedo a ser rechazado”. Abad relaciona esta falta de visibilidad con otro dato del estudio de su sindicato: el 30% del colectivo LGTBI+ ha sufrido agresiones verbales en el trabajo, un 52% insultos y hasta un 78% chistes o rumores sobre su orientación sexual.

“Frente a esa situación, la estrategia de muchas personas es callarse en el trabajo. Y tirando del hilo descubres que se ocultan para no sufrir violencia, que renuncian a derechos por miedo. Eso no puede ser”, añade Abad, que conoce casos de primera mano de personas que no paran de trabajar tras la muerte de su pareja o durante ingresos hospitalarios. “El colectivo LGTBI+ tiende a no manifestase en el trabajo por miedo a la discriminación, lo que nos indica un problema grave de convivencia en los centros laborales”, insiste Carolina Vidal, secretaria confederal de mujeres, igualdad y condiciones de trabajo del sindicato CC OO.

David Senabre renunció a derechos: “Durante dos décadas de carrera laboral no fui visible. Estaba en una empresa internacional que te aseguraba tres billetes de avión al año para disfrutarlos con tu familia. Pues yo renuncié a ellos porque no quería visibilizar que mi pareja era un hombre”. Ahora, ejerce como coordinador del Grupo Laboral de FELGTBI+, posición desde la que procura concienciar a las empresas. “Muchos directivos piensan que cuando hablamos de visibilidad fomentamos una conversación sobre sexualidad y no es eso. Es hablar de tu vida personal de forma natural, de socializar sin esquivar una conversación. Lo normal es que sepas cómo se llama la pareja de tu jefe, qué estudia su hija... Pasas ocho horas en el trabajo, ¿cómo no vas a compartir eso?”.

Evitar esas conversaciones tan naturales supone un esfuerzo, una carga mental que redunda en una pérdida de productividad. “Una vez sales del armario eres más productivo”, afirma Vicenç Alvaro, director de marketing para el sur y el este de Europa en Manpower. Lo vivió en primera persona, una vez dio el paso: “Si dedicas tiempo de tu vida diaria a estar preocupado en qué historia vas a inventarte, rindes menos. Es una carga mental, una molestia adicional que no te ayuda en nada. Una vez me visibilicé, me sentí mucho mejor; es como que abres una puerta y corre el aire. Redunda en cómo haces tu trabajo”.

El paso de Alvaro, de 43 años, ha tenido un efecto positivo en su empresa, según todos los expertos consultados: que un cargo directivo se visibilice ayuda en gran medida a que el resto de la plantilla sienta que también puede hacerlo. “Muchas personas puede que se oculten por miedo a que les afecte negativamente en la promoción interna. Es importante que vean que su carrera no está techada”, añade. La encuesta de FELGTBI+ indica que solo el 10% del colectivo sale del armario ante sus responsables, frente al 27% que sí lo hace ante sus compañeros. La proporción más baja es la de los que dan el paso ante su clientela; solo un 8%.

Sectores problemáticos y sectores refugio

No hay datos que desagreguen por sectores, pero la vocal de empresas de FELGTBI+, Niurka Gibaja, asegura que el problema es mayor en los sectores más masculinizados. “En ellos hay un doble techo de cristal. Está el de las mujeres y también el de la diversidad. En algunas de estas empresas es una amenaza que seas distinto al canon heteronormativo”. Entre los sectores más problemáticos cita la construcción o la abogacía. El nivel formativo es muy distinto en estos sectores, pero comparten la preeminencia de hombres en sus plantillas. “Uno podría pensar que hay más homofobia en una cadena de montaje de una fábrica que en un estudio de ingeniería, pero no es verdad. La clave no es la capacitación, sino los valores que se tengan”, reflexiona Abad.

Senabre, acostumbrado a tratar estos asuntos con grandes empresas, asegura que en alguna compañía le han requerido formación en diversidad para el personal de oficinas, pero no para el de fábrica. “Te dicen que es complicado, que mejor así, pero intentamos hacerles ver que esto debe ser transversal”. En la misma línea, los expertos aseguran que el colectivo enfrenta más problemas en las empresas pequeñas que en las grandes, muchas de ellas internacionales y más comprometidas con la diversidad.

Aquellos en los que resulta más fácil visibilizarse son los llamados “sectores refugio” ―la mayoría muy feminizados― como la sanidad o la moda. “Hay una segmentación forzada del mercado laboral, ya que buscas espacios donde te sientas más seguro. Eso hace que reduzcas tus expectativas laborales a unos pocos sectores concretos, lo que supone una pérdida de talento brutal”, opina Abad.

Normativa para solucionar el problema

El Ministerio de Trabajo presenta el miércoles 26 de junio el acuerdo con patronal y sindicatos sobre las medidas a adoptar para lograr un entorno laboral más igualitario para las personas LGTBI+. Será la primera vez en más de un año en que los empresarios concurren en un pacto junto al ministerio y los sindicatos. Sin embargo, fuentes del diálogo social indican que CEOE no participará en el acto de presentación. No saldrá en la foto. Preguntada al respecto, la patronal no precisa este extremo.

El pacto alcanzado es un desarrollo reglamentario de la ley trans: establece que los convenios colectivos deberán contemplar cláusulas específicas de igualdad de trato y no discriminación; precisa que las empresas deberán impartir formación para evitar la discriminación del colectivo en entrevistas y ascensos; fija la inclusión de un protocolo frente al acoso y la violencia; y que “se promoverá” la “heterogeneidad de las plantillas para lograr entornos laborales diversos”. Este conjunto de medidas debe aplicarse de forma obligatoria en las compañías con más de 50 empleados, pero puede interpelar a muchas otras de menor tamaño, ya que ha de trasladarse a todos los convenios.

El Ministerio de Trabajo cataloga este acuerdo “tripartito” como “un cambio cultural en la gestión laboral en España”. “Ahora los contenidos que tienen que ver con el respeto a la diversidad, orientación sexual y las identidades de género van a ser elementos normales, naturales de los convenio colectivos”, añade el departamento de Yolanda Díaz.

Vidal fue la representante de CC OO en la negociación de esta normativa: “Es clave: va a ayudar a evitar la LGTBIfobia y va a ser una herramienta para proteger mejor los derechos humanos en la negociación colectiva. Me parece una posición política muy potente”. Coincide con el negociador de UGT, Abad: “Este reglamento va a cambiar el paradigma para muchas personas, va a cambiar la cultura en muchas empresas. Creo que es el avance más importante que logramos desde el matrimonio igualitario”. “Es un momento histórico. Vamos a ser uno de los primeros países en tener este tipo de reconocimiento”, finaliza Gibaja.

Ambos sindicalistas destacan la importancia de esta normativa para las personas trans, las que más discriminación laboral sufren del colectivo. “Hay personas que pasan toda su vida ocultas, viviendo con un género que no es el suyo, y que no dan el paso de transitar hasta que se jubilan”, relata Senabre, que conoce estos casos por su papel en el programa de inserción laboral de FELGTBI+ Yes we trans. “No se atreven hasta que no se liberan de la carga laboral. Así de importante es el trabajo en la vida de las personas”.

HUMOR, REMEDIO INFALIBLE

 



domingo, 23 de junio de 2024

PIROTECNIA


Es sabido que la ópera no deja indiferente a nadie, o te gusta o la aborreces. De ahí que a una representación suela ir la gente a la que le gusta (bueno, siempre habrá algún snob que se trague el "tostonazo". A ver cuándo si se muere ya la gorda, escuché una vez decir a alguien en Tosca). En cambio, a las galas líricas suele ir más gente: el programa es muy conocido, las arias muy famosas y normalmente el cantante es de renombre, de manera que éstas atraen a un público más amplio y variopinto.
Anoche, en la Calatravada, léase el Auditorio de Tenerife (por cierto, ya no lo denominan Adán Martín), asistimos a un concierto lírico con piezas operísticas y de zarzuela, todas conocidas, con el tenor Xabier Anduaga y la Orquesta Sinfónica. Mucha gente, aunque no lleno, el concierto estuvo muy bien con el público realmente entregado, tanto que no esperaban a terminar la pieza ávidos de aplaudir, de gritar bravo, de levantarse y poco menos que tirar rosas al escenario. Qué pena que ya no se griten aquellas ordinarieces como "queremos un hijo tuyo" o se tiren sostenes al escenario, cosa que animaba mucho. Así, terminando con música de zarzuela, tarareada por el grupo de señoras que se acercaban al garaje al mismo tiempo que yo, di por terminada la noche y me dispuse a volver a casa en la moto.
Comentaba lo de la gente que suele ir a este tipo de espectáculos a colación de sendos espectadores sentados cerca de mi, ella a mi izquierda, él detrás.


PETARDO(A) 1: Minifalda, pelo largo, tacones y acurrucada a su novio durante todo el concierto, apoyó su móvil sobre la falda, encendido (con poca luz, menos mal), y estuvo todo el rato pendiente de los whassaps, a los que contestaba uno por uno, porque la señorita era fina y educada, como no iba a ser de otra manera. 

PETARDO 2: un señor que no paró de explicarle pieza por pieza a quien tenía al lado, que si esto era de tal compositor o de tal ópera, que si el coro era un himno político italiano en tal guerra, que si había visto en el Guimerá esta zarzuela, incluso que un aria podía bailarse como una jota. Al final, escucho como guinda: "bueno, encantado de conocerte". La pobre mujer, se le sentó un comentarista al lado, qué horror. ¡Que le devuelvan el dinero!

sábado, 22 de junio de 2024

ABSOLUTA BELLEZA

 


MALOS TIEMPOS, POLÍTICOS MALOS


Como si de un oxímoron se tratase, leo estos días el espectáculo de Ayuso en Madrid con la medalla al inefable Milei. No hablo de ideología, de políticas más o menos conservadoras ni siquiera de partidos políticos. Sí hablo, en cambio, de lealtad; lealtad instituciona, lealtad política, lealtad entendida como cada uno la entienda.
Hace unos años me ofrecían cambiar mi cuenta de mi banco de siempre a uno nuevo ofreciéndome esto y aquello. No, dije, estoy bien donde estoy y creo en la lealtad. Me miraron como a un bicho raro.
También recuerdo a un alcalde que me hablada de una funcionaria con un puesto importante que había caído en desgracia. En la conversación me la describía nombrándola "tu amiga" de forma recurrente. Mi amiga, sí, le dije, y si algún día a ti te pasa algo que sepas que yo seguiré pensando que somos amigos, no te voy a dejar tirado.
En estados Unidos, don de los presidentes se cambian cada 4 años, republicanos, demócratas y hasta alguno independiente -al menos en el cine-, estos son venerados como tótems e, incluso perteneciendo a partidos opuestos, al convertirse en former President siguen representando al país en las más altas esperas, orgullosos de él. Sería impensable (salvo, quizá, Trump, que parece ser la excepción que confirma la regla) escuchar a un expresidente norteamericano criticando en público o en los medios al nuevo presidente electo. Allí la lealtad es algo intrínseco y el respeto al cargo inalterable. Impensable, por tanto, imaginar a un Aznar o a un Felipe González soltando allí las perlas que leemos en España.
Ayuso, verso suelto donde los haya, tanto en el amplios espectro político como en el propio PP, desafía y provoca al Estado con estos espectáculos que obligan hasta la propia cúpula de su partido a tragar sapos y justificarla. Mal estamos cuando un cargo importante como Ayuso se salta las reglas democráticas jaleadas por el Jefe de la Oposición. 
Así estamos.

viernes, 21 de junio de 2024

HUMOR, REMEDIO INFALIBLE

 

OTHER NEWS

 



SAN FRANCISCO AT NIGHT, 1904

 

PARA QUÉ SIRVE UN AMIGO


¿Y si mi mejor amigo se vuelve terraplanista?
JAIME RUBIO HANCOCK, 21.06.2024. FILOSOFÍA INÚTIL, EL PAÍS

Buenas:

Cada vez hay más partidos ultra y cada vez suenan más desquiciados. Si esto sigue así, a las próximas elecciones se va a presentar Falange Terraplanista, con un solo punto en el programa: desarrollar la tecnología necesaria para desvacunarnos.
La aparición de nuevos partidos cada vez más ridículos nos ha traído sorpresas: amigos y familiares destapan en chats de WhatsApp afinidades inesperadas y, como es natural, a ellos les parece también extrañísimo que nosotros no estemos de acuerdo sus ideas, por muy marcianas que nos parezcan.
¿Podemos dejar de ser amigo de alguien que no piensa más o menos como nosotros? Es más, según lo que piense esta persona, ¿tenemos la obligación de dejar de ser sus amigos?


Hay dos extremos en los que parece fácil contestar a la pregunta. Si nuestro amigo cree que el mejor color del mundo es el azul y a nosotros nos gusta el verde, no pasa nada. Sería muy raro que alguien terminara una amistad por eso. Pero si nuestro amigo se hace literalmente nazi y quiere exterminar a los judíos, pues a lo mejor tiene sentido al menos poner algo de distancia.
Lo más difícil son las zonas intermedias, como siempre. Es decir, cuando hay grandes desacuerdos sobre cómo vemos algunos asuntos importantes.
Un argumento a favor de mantener la amistad es que tenemos obligaciones especiales con amigos y familia, que se diferencian de las obligaciones que tengo con cualquier persona, la conozca o no. Por ejemplo, si una pareja tiene hijos, tiene también la obligación de cuidarlos. Pero no tiene la obligación de cuidar a todos los bebés del mundo. Por supuesto, estas obligaciones especiales no bastan para mantener relaciones a cualquier precio. Por ejemplo, si no son recíprocas, como en el caso de los malos tratos.
Los amigos se diferencian de la familia en que a veces los escogemos y a veces no son para siempre, pero también generan obligaciones. Séneca escribía en una de sus Cartas a Lucilio que hay que meditar antes de hacerse amigo de alguien. “Después de la amistad, todo se debe creer; antes, todo debe juzgarse”. Es decir, la cosa cambia después de 20 años, aunque solo sea por todas las vivencias que hemos compartido.

Para qué sirve un amigo


Aristóteles escribía en su Ética a Nicómaco que la amistad puede estar basada en el placer, en la utilidad o en la virtud. Aristóteles considera que la mejor forma de amistad es la tercera, la basada en la virtud: queremos a nuestros amigos por cómo son y porque nos empujan a ser mejores. Lo que significa que si creemos que un amigo (o un familiar) se equivoca (o si creemos que se equivoca), no deberíamos darle la espalda. De los amigos aprendemos y de nosotros aprenden también ellos, por poco que sea. Sobre todo con el ejemplo, y no tanto con las discusiones en WhatsApp. Decía Séneca que Platón y Aristóteles “aprendieron más de la conducta que de la doctrina de Sócrates”.
Además, hemos de recordar dos cosas:
1. Nunca estaremos de acuerdo en todo con todo el mundo. El filósofo británico Simon Critchley recordaba en un artículo en The New York Times que nuestras relaciones con los demás han de basarse en un principio de tolerancia y que siempre hay un área gris de negociación y aproximación.
2. Sé que esto suena extraño, pero a lo mejor estamos equivocados nosotros (¡!). Escuchar opiniones diferentes nos ayuda a reevaluar las nuestras, sobre todo si es de gente en quien confiamos. Si solo tenemos cerca a personas que nos dan la razón, lo único que hacemos es retroalimentar un sistema de creencias.
Hay que recordar lo que dijo Bertrand Russell en una entrevista. Le preguntaron si daría su vida por sus ideas y contestó: “No, podría estar equivocado”.

Amigos no polarizados

Las amistades de personas que pertenecen a grupos diferentes ayudan a mitigar la polarización, precisamente porque contribuyen a una visión más compleja y moderada de los demás. Es más difícil creer que todos los rojos son el demonio o que todos los fachas nos quieren ejecutar si tenemos amigos de izquierdas o de derechas, según el caso. No los vemos como al otro, como a un enemigo, sino como a personas concretas que piensan de modo diferente. Y esto ayuda a que el debate público sea más civilizado y nos resulte más fácil llegar a acuerdos.
Es decir, cuando mantenemos una amistad con alguien que piensa diferente, estamos beneficiando a toda la sociedad (un poco) porque es más difícil que esa persona acabe creyendo lo que dicen en según qué grupos de Telegram. Y así contribuimos a la virtud del afecto cívico, de la amistad cívica, de la que también hablaba Aristóteles.
Esto ocurre cuando coincidimos en los objetivos. Por ejemplo, acabar con el paro o mejorar la sanidad. Pero discrepamos en los medios más indicados para lograr este fin. Un liberal cree que debe primar la iniciativa privada y un socialdemócrata quiere que el Estado asegure la igualdad de condiciones de partida. Pero, como hay un mismo objetivo, se puede trabajar desde la diferencia para intentar llegar a acuerdos y resolver disputas, aunque no siempre se logre.
Es como cuando quedamos para cenar con unos amigos y todos quieren ir a un sitio diferente: a uno le apetece sushi, otro conoce un italiano buenísimo, hay uno que quiere ir de tapeo... El objetivo final es el mismo, comer bien y pasar un buen rato. Solo hay que buscar un acuerdo.
El problema viene cuando los fines no coinciden o no son compatibles. O cuando no podemos plantear el problema como una cuestión de medios y no de objetivos. Por ejemplo, cuando una persona cree que los derechos han de ser diferentes según el color de la piel, el género o la orientación sexual. Aquí ya es un poco más difícil resolver el problema. Volviendo al ejemplo de los amigos, sería como si uno de ellos quisiera que tú te quedaras en casa. Entonces ya no hay amistad y deja de tener sentido intentar mantenerla.

BELLEZA

 




ANIMALS

 

TENERIFE NORTE DESDE GARIMBA

 

DONALD SUTHERLAND, RIP

 



jueves, 20 de junio de 2024

TACORONTE

 


LIBROS

 









¿LA ARQUITECTURA ES LA VIDA?


Álvaro Siza: “Mis obras más importantes son las que no se han construido”
El gran arquitecto portugués, que conquistó todos los cielos de ese arte con premios como el Pritzker, el Mies van der Rohe y el León de Oro de Venecia, denuncia la desconsideración que a su juicio sufre hoy esta disciplina, especialmente en Europa. A los 90 años sigue realizando diseños, como el nuevo edificio del Museo de Arte Contemporáneo de Serralves, en Oporto. Pero lamenta el colapso de muchas de sus criaturas, como aquel proyecto para la Alhambra que ganó y que nunca vio la luz.
Tereixa Constenla, 20.06.2024

El estudio de Álvaro Siza (Matosinhos, 90 años) se ubica en un edificio con vistas al Duero a su paso por Oporto, donde también tiene sus oficinas el arquitecto Eduardo Souto de Moura. Dos Pritzker en el mismo inmueble, que son amigos y, a veces, socios en proyectos como el Pabellón de Portugal en la Expo 98 o el metro de Nápoles. La entrevista se realiza en torno a una gran mesa, donde se concentran planos, maquetas, recortes, lápices y un cenicero donde acabarán los ocho cigarrillos que fuma durante la conversación. Ha cumplido 90 años y ha reducido el tabaco a una cajetilla al día. Su devoción por el trabajo, sin embargo, no decrece. En octubre inauguró la nueva Ala Siza en el Museo de Arte Contemporáneo de la Fundación Serralves de Oporto. Con cinco edificios de su autoría, el espacio se ha convertido en el lugar del mundo con más concentración de sizas. Además, hasta el 26 de agosto se puede visitar en la Fundación Calouste Gulbenkian de Lisboa la exposición dedicada a su universo creativo a partir de sus archivos, que ha comisariado el arquitecto español Carlos Quintáns Eiras.

Entre los planos expuestos en su estudio de Oporto figura el que ganó el concurso para el centro de recepción de visitantes en la Alhambra de Granada, que nunca se ejecutó. La mitad de los proyectos de Álvaro Siza no han pasado del estadio de las ideas, pero los que han ido adelante le han bastado para llegar a la cima de la arquitectura, como atestiguan sus premios Pritzker, Mies van der Rohe y los dos Leones de Oro de la Bienal de Venecia. Es también el único extranjero al que España ha otorgado un Premio Nacional de Arquitectura por el legado que ha dejado en el país, alguno con polémica, como la remodelación del eje Prado-Recoletos en Madrid, y otros aclamados, como el Centro Galego de Arte Contemporánea en Santiago de Compostela. En la pared también ha colgado la famosa cita de Samuel Beckett en Rumbo a peor (Worstward Ho): “Siempre intentaste. Siempre fracasaste. No importa. Intenta otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor”.

Su primera obra fue el diseño de la cocina en la casa de sus abuelos.

Fue en el siglo pasado. No llegó a ser una obra, diseñé los muebles, pero no fue la primera. Antes hice el portal de la casa de un tío que ya fue demolida. La cocina aún existe, es donde vive mi hermana. El portón lo hice poco después de ir a Barcelona. Yo no quería ser arquitecto, pero me impresionó Gaudí cuando tenía 17 o 18 años.

¿Gaudí le empujó a la arquitectura?

Un poco, sí. Yo no tenía interés por la arquitectura cuando fui con mis padres y mis hermanos a Barcelona. En vacaciones siempre íbamos a España. A mi padre le gustaban mucho las ciudades españolas y además un escudo valía dos pesetas. Eran unas vacaciones fantásticas por el mismo coste que unas vacaciones medias en Portugal. España era aún muy pobre.

La posguerra.

Año 1944 o 1945. Era muy pobre, pero era linda. Madrid y Barcelona tenían un nivel de vida algo mayor. No había autovías, se pasaba por las aldeas, una maravilla. Y Gaudí me impresionó mucho, me parecía escultura y yo quería ser escultor. Fue la primera vez que miré hacia la arquitectura como algo tan interesante como la escultura.

Tiene 90 años. Ha visto transformaciones políticas, sociales y culturales profundas.

Y continúan.


¿Estamos retrocediendo hacia ambientes similares a los que precedieron los fascismos del siglo XX?

Creo que no, pero existe esa amenaza. Mucha gente se olvida de lo que ocurrió tiempo atrás. Hay situaciones políticas que nos evocan de inmediato a la Alemania anterior a la guerra, un conjunto de circunstancias, sean económicas, sea el avance del populismo. Los que tienen una edad se acuerdan de los años cuarenta.

¿Cuáles fueron los mayores avances que ha vivido?

Lo que tuvo más impacto fue el 25 de abril de 1974 [la Revolución de los Claveles, el fin de la dictadura de Marcelo Caetano en Portugal]. Dirigí un programa de vivienda para los sectores económicamente más débiles de la sociedad. Fue muy influyente porque el clima era de liberación, entusiasmo y también de agitación. Duró poco tiempo debido al cambio político en el país, pero tuvo cierto impacto y llevó a que me invitaran a trabajar en Berlín y Holanda en programas de vivienda social. Era un tema en auge en Europa. Lamentablemente ahora ya casi no se habla de la vivienda social.

¿Su compromiso político nació en la Revolución de los Claveles?

No diría que nació allí, pero participé en la transformación que hubo desde la arquitectura, con la dedicación profesional a comunidades de gente pobre en el centro de Lisboa, Oporto, el Algarve. Fue un periodo muy estimulante. Los arquitectos que participaron en eso se quedaron sin trabajo a continuación.

¿Fue su caso?

El mío y el de los otros. Eran tiempos calientes. Aquellos programas de vivienda social se batieron contra intereses, de forma que hubo una marginación significativa hacia quienes participaron en ellos.

¿Existe arquitectura de derechas y de izquierdas, o solo hay buena o mala arquitectura?

Existen hombres y mujeres de derechas y de izquierdas que luego hacen arquitectura. La arquitectura no es propiamente ni de derechas ni de izquierdas. Además, debo decir que incluso en Portugal, con un régimen de derechas que duró 50 años y con todos los condicionantes que había como una idea de estilo nacional contra la que luchaba una nueva generación, había oportunidades para la arquitectura.

¿Cuál es el mayor retroceso que ha visto?

No hay retrocesos, todavía vivimos en democracia. Ahora bien, la democracia a veces tiene comportamientos extraños. Si hablamos de arquitectura, esta encuentra dificultades enormes en Portugal, España y Europa en general. La arquitectura es simplemente despreciada, las condiciones de trabajo son pésimas y hubo cambios en el estatuto profesional del arquitecto con consecuencias terribles, muchas de ellas impuestas por la Comisión Europea, como el fin de los derechos de autor. Ya no hay reglas respecto a los honorarios y la competencia es calamitosa. Se olvida que la arquitectura moderna alcanzó la calidad con base sobre los programas de vivienda social. Una gran característica de los años cincuenta era que la arquitectura constituía un servicio necesario y reconocido. Eso no ocurre hoy.

Y ese desprecio ¿tiene que ver con la crisis inmobiliaria de 2008?

Ya venía de antes. La Comisión Europea, que tiene programas buenos como el Erasmus, tiene cosas pésimas con relación a la arquitectura. En Portugal, la obra pública financiada por la Comisión Europea es hecha obligatoriamente a través de concursos entre constructores, que luego escogen al arquitecto. Esto es caer en lo más bajo que se puede caer.

¿A qué atribuye el cambio?

En un aspecto, pura y simplemente incultura, que afecta también a muchos políticos, que son los conductores de esta situación a través de las leyes que aprueban. El Gobierno portugués aprobó ese decreto ley que establece que los concursos son entre constructores en vez de entre arquitectos.

¿Cree que también influyó la existencia de arquitectos más pendientes del impacto que de otros aspectos? Usted pertenece a un grupo que se conoció como arquitectos-estrella…

Eso nace mucho de intereses ligados a la construcción. Ese espíritu del arquitecto estrella es un absurdo para mí, pero tener impacto influyó mucho en el mercado de la arquitectura. La arquitectura pasa a ser considerada mercado libre, con las supuestas ventajas del mercado libre.

Hubo un tiempo en el que todas las ciudades querían su Guggenheim.

Eso fue malo para la arquitectura.

¿Por qué fue malo?

En cierto momento, la arquitectura pasa a ser un capricho en lugar de ser un servicio social fundamental. La arquitectura nunca fue eso, depende siempre del mercado y de las mayorías políticas, pero nunca había llegado al punto de ahora. Una de las condiciones más recurrentes en la obra pública por concurso es optar por lo más barato, el arquitecto más barato, el constructor más barato, lo que tiene consecuencias económicas desastrosas, lo más barato acaba por ser caro.

Con un historial de proyectos tan diverso como el suyo, ¿cuáles son las obras que le enorgullecen y cuáles le han decepcionado?

No me siento decepcionado con las obras en sí. Las condiciones reales de algunas obras sí pueden resultarme preocupantes, pero cualquier obra me interesa por igual porque envuelven personas que van a habitarlas. Soy incapaz de elegir entre las mías. Ahora, unas me dejan buenos recuerdos porque salen bien y otras dejan pésimos recuerdos porque acaban por no ser construidas o son distorsionadas o demolidas. Como no hay derechos de autor, quien quiera coger una obra del arquitecto Siza y cambiarla entera solo tiene que comunicar al autor que va a intervenir y nada más. Sea durante la construcción, o sean ya concluidas, las obras son vulnerables, no hay garantías de permanencia o control de las alteraciones. Y cada vez más acaban por no ser construidas. Yo tengo un largo historial de concursos ganados que luego no se realizaron.

¿Sabe cuántas ganaron y no se construyeron?

Lo sé porque alguien me hizo antes esa pregunta y fui a averiguarlo porque no lo sabía. Son más de 60 años de trabajo. Tengo unos 550 proyectos y la mitad no fueron construidos, incluidos varios que ganaron concursos internacionales. En España, muchas cosas quedaron por el camino. Probablemente mis obras más importantes, para mí, no se han construido.

¿Cuáles son esas obras?

Le puedo hablar de la Alhambra, en Granada, donde gané un concurso que luego se canceló. Era para construir algo que Granada necesita como pan para la boca, que es un edificio para recibir visitantes y controlar las entradas. En este momento es aún caótico. Gané el concurso, luego surgió una campaña contra el proyecto y fue tan aguerrida que no se hizo. En Madrid también ocurrió con el Museo de la Defensa, un proyecto de los años setenta. En Holanda tampoco se construyó la ampliación del Museo Stedelijk. Estos son algunos de los que más me dolieron. Donde he encontrado condiciones de trabajo óptimas en los últimos 15 años ha sido en China y Corea. He hecho cuatro museos en Asia y tengo dos proyectos que no sé si saldrán.

Es el único extranjero que ha ganado el Premio Nacional de Arquitectura en España. ¿Cuál es su relación con el país vecino?

Durante años, las mejores oportunidades las tuve en España, tal vez porque tuve grandes amigos. Tras el 25 de abril hubo mucho contacto con arquitectos españoles que se volvieron amigos, como Oriol Bohigas, Rafael Moneo y otros. La amistad y el trabajo común me ayudó a ser conocido y a tener obras.

Sin el éxito internacional, ¿le habría costado volver a trabajar en Portugal?

El trabajo en vivienda social que yo hacía fue cancelado y luego se produjo una marginación, no tenía trabajo en Portugal, pero tuve la oportunidad de ir a países del norte y a España. Los últimos 15 años, prácticamente, mi trabajo fue en Asia. Si tuviese trabajo en Portugal con el mismo interés no me cansaría tanto.

Dirigió la construcción del Chiado tras el incendio.

Es el único trabajo que yo tengo en Lisboa, junto al Pabellón de Portugal y otro proyecto. Lo del Chiado fue muy estimulante y polémico. Para muchos se trataba de hacer nueva arquitectura y yo no compartía esto. Felizmente, el Ayuntamiento tampoco. El Chiado, la Baixa, es un proyecto único. Después del terremoto del siglo XVIII, la reconstrucción fue proyectada como un todo. El hecho de arder 18 edificios para mí no justificaba la introducción de una nueva arquitectura, sino que se trataba de rehacer el trocito de lo destruido porque era el trocito de un proyecto único. El proyecto fue muy criticado porque, para algunos, yo no hice nada. No hice nada en términos de introducción de nuevo lenguaje arquitectónico, pero la transformación fue muy grande. Por citar algunos aspectos, la articulación con la construcción del metro convirtió a la última calle del entramado de la Baixa, que era de servicio, en la primera calle de la Baixa.

El Chiado, igual que el centro de Oporto, son zonas ahora volcadas en satisfacer las necesidades turísticas. ¿Qué pueden hacer las ciudades para evitar perder la vida corriente de sus ciudadanos?

E um pau de dous bicos [es un palo con dos puntas]. Por un lado, el fenómeno del turismo tuvo beneficios inmediatos y visibles. Por otro, creó problemas como la dificultad de los locales para vivir en el centro de las ciudades porque surgió un mercado que absorbió la vivienda y que tiene posibilidades de pagar más. Se originó un fenómeno de mudanza hacia la periferia. Oporto es hoy un enorme hotel, constituidos por pequeños hoteles y alojamientos porque hay un mercado absorbente para eso y que tiene inconvenientes para la población local y para la ciudad en sí. Hay un desequilibrio en la transformación de la ciudad. No solo el turista, sino cualquier extranjero que compra casa acá para venir de vacaciones, trae desequilibrios y frustraciones significativos.

Tiene 90 años y sigue trabajando. ¿La arquitectura es la vida?

No, no es toda la vida, pero es la actividad más absorbente en mi caso y también la posibilidad de vivir.

¿Nunca pensó en parar?

Eso es la máxima crisis. Estoy jubilado como profesor titular de Arquitectura, pero nunca dejé de trabajar. Mientras tenga salud, trabajo. El trabajo en arquitectura era y aún puede ser un placer, no es solo ganar el pan, la arquitectura es una actividad absorbente, estimulante.

¿Sigue encontrando satisfacción en los proyectos?

A veces, sí. Hay menos oportunidad de sentir el deseo de producir como arquitecto porque hay muchos obstáculos. Cité algunos como el retroceso respecto al reconocimiento de que el trabajo del arquitecto es importante para todos, no es una especie de capricho de buen gusto. La ciudad como medio de vida con su riqueza de contactos sufre con esa idea de que la arquitectura es un lujo caro para personas ricas. El motor de la calidad del confort es una cosa que se llama belleza, que no es un capricho de algunos con dinero, sino la condición de la calidad de la ciudad.

¿Siempre buscó la belleza?

Sí, como parte constituyente de lo que la arquitectura significa para la vida de las personas. La belleza alcanza el punto máximo de la funcionalidad. No hay, contra lo que se hace creer a veces, contradicción entre lo bello y lo funcional. La belleza significa el culmen máximo de la funcionalidad, no es algo distante.

¿Alguna vez aceptó un proyecto solo por dinero?

No, no. La arquitectura como medio de subsistencia es un todo con la arquitectura como servicio, no son cosas opuestas. Claro que precisamos dinero para mantenernos y mantener la producción, pero está ligado al resto. La arquitectura sin placer es una actividad insoportable.

Lleva trabajando más de 60 años. ¿Qué siente al mirar atrás?

La mayor parte de las veces, cuando miro la arquitectura producida, veo que está maltratada. Eso es deprimente. Es un hecho ligado a esa idea de que es un lujo para ricos. La máxima característica de la arquitectura, en mi opinión, es la integridad, no es la belleza como algo separado del resto, es la integridad y la autenticidad. Hoy es difícil navegar por ahí en medio de la trapalhada (confusión) en que se ha transformado el mundo. La burocracia o los problemas de financiación pueden parar proyectos 20 años. Mi récord personal es un proyecto en Venecia, que hice hace 40 años y todavía no está listo. Solo tiene la mitad habitada, hace unas semanas me contactaron para decir que había recomenzado. Ya casi no atiendo el teléfono.