GANADEROS Y ECOLOGISTAS SE ENFRENTAN EN ASTURIAS POR EL AUMENTO DE LOS ATAQUES
Vicente Bernaldo de Quirós 30/09/2012 (06:00h)
El cuento del lobo vuelve a enfrentar en Asturias a ganaderos y ecologistas, que discrepan radicalmente en cómo tratar a esta especie protegida, que estuvo casi a punto de extinción a finales del pasado siglo y que ahora se ha consolidado en los montes cantábricos. La Consejería de Agroganadería del Gobierno de Asturias indica un incremento importante de los daños que los lobos salvajes han causado en la cabaña ganadera de la comunidad autónoma, especialmente perjudiciales en tiempos de dura crisis para el campo. Pero existen datos contradictorios sobre la verdadera acción del lobo que los grupos ecologistas ponen encima de la mesa, sobre todo por la ligereza con la que se culpa a este cánido de unas matanzas que no siempre son obra suya, pero que a los dueños de los animales domésticos les viene bien para poder resarcirse de pérdidas. Algunos informes sobre reclamaciones falsas, facilitados por expertos en medioambiente, llegan a cifrar en el 13% el porcentaje de casos falsos de víctimasde estas fieras.
¿Es el lobo cabeza de turco de una operación para evitar que la crisis económica del campo incida negativamente en la ganadería? Esa pregunta es el centro del encendido debate que en el ámbito agrario se está produciendo en Asturias. Hay algunos datos incuestionables para todas las partes. El primero es que la población lobezna se ha incrementado considerablemente en los últimos años y parece que se ha estabilizado, a causa de la política proteccionista y a que se ha dado prioridad al equilibrio ecológico por encima de los intereses económicos. Esa gestión llevó como contrapartida una importante compensación económica para aquellos ganaderos que sufrieran los ataques de estos animales. La segunda afirmación compartida es que los daños producidos por estos animales se han incrementado, aunque la discusión estriba en si todos los atestados levantados por esta causa son reales o no, incluyendo los ataques de perros asilvestrados (es decir los abandonados en el monte por sus dueños o los que se escapan de caseríos), que también se engloban en este apartado.
Según la consejera de Agroganadería, María Jesús Álvarez, 3.500 cabezas de ganado de media están siendo anualmente víctimas del lobo desde 2009, una cifra superior a la de años anteriores. Por esta razón, el Gobierno asturiano está impulsando un programa de control de esta especie que podría incluir la concesión de permisos para desarrollar más batidas de lobos con participación de cazadores, pese a que la ley estipula que deben estar formadas por personal especializado. Paralelamente, la responsable del Ejecutivo prometió agilizar al máximo el cobro por los ganaderos de los daños causados, a pesar de que la crisis económica ha originado restricciones económicas en todos los departamentos gubernamentales.
Raro es el día, sobre todo ahora que el verano ha terminado, que no se produce una denuncia de algún ganadero sobre matanzas causadas por lobos en sus propiedades, que hacen constar con la máxima publicidad sensibilizar a los poderes públicos de las pérdidas que ocasionan al campo y acusarles de permisividad con los ataques a ovejas y terneros. ¿Es el aumento de ejemplares la causa del aumento? Podría ser un motivo, aunque los grupos ecologistas atribuyen el incremento de ataques a la prohibición de dejar a reses muertas en los montes para abastecer como carroña a las fieras y a las aves rapaces, a causa de la enfermedad de las vacas locas.
Los ganaderos y la propia Consejería de Agroganadería se inclinan por un aumento de las batidas para fijar la población lobezna y permitir un equilibrio entre el proteccionismo y la economía del sector, pero las organizaciones defensoras del lobo ven con mucho recelo esta medida, y denuncian el descontrol de este tipo de acciones en las que prima más el aspecto cinegético que la sostenibilidad medioambiental, porque no se establecen con claridad los criterios para que beneficien a todos y existen casos de batidas que acabaron en auténticas cacerías. Especialmente polémico resultó el abatimiento, el pasado mes de agosto, de un ejemplar que llevaba incorporado un chip para el seguimiento de la fauna autóctona, y llevaba más de un año siendo investigadopor científicos.
Por ahora mismo el aspecto más polémico son las indemnizaciones que perciben los ganaderos víctimas de este depredador. Según un informe realizado por las organizaciones ecologista, hasta el 13% de los daños atribuidos a esta especie son falsos y manipulados por los ganaderos para obtener un dinero extra de la Administración, sobre todo en época de crisis. Roberto Hartasánchez, del Fondo Asturiano de Protección de Animales Salvajes (FAPAS) achaca a las dificultades que pasa el sector ganadero el aumento de la picaresca, aunque se reconoce que es tremendamente complejo en muchos casos separar las reclamaciones falsas de las que no son. Sin embargo, los autores del informe destaparon casos tan evidentes de engaño como las peticiones de dinero por la muerte de una res a causa de un rayo o perdidas en la nieve. A veces se llega, incluso, a "abrir la res en canal con el propósito de que los propios perros o los lobos atraídos por el olor del animal, devoren el cadáver y distorsionen los posibles indicios" de que el animal muerto pereció por causas muy distintas a las que contiene la reclamación.
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