Aquellos Fiat 125, Seat 127, Citroën 2CV, Austin... aquellos sí fueron los primeros coches tuneados, pero a su manera. ¿Quién no recuerda los salpicaderos de antaño con aquel "Papá no corras" o el San Cristóbal plateado? Los coches más sofisticados llevaban un termómetro o hasta un pequeño ventilador. Los taxistas, videntes de lo que acontecería en el mundo de la decoración vehicular, colgaban llaveros, muñecos de peluche y aquellos maravillosos tapetes de pelo sintético que convertían sus oficinas ambulantes en pequeños palacios. De la maderita con el imán y las fotos se pasó luego a la odalisca con gasas transparentes y pecho imposible sobre la bandeja trasera (con o sin forro de punto policromado tipo colcha) y al perrito que movía la cabeza insistentemente, casi siempre un feliz pastor alemán que no ha logrado pasar de moda. Años tuvieron que pasar hasta la revolución pretuning, encabezada por el rosario, la chupa gigante y los dados, blancos y de ciertopelo. Aburrido el pueblo llegó, para regocigo general, Elvis y los cazadores de sueños.
Lejos queda pues la barata decoración en los coches, el recordatorio junto a la salida de aire, los colgantes del retrovisor central o los muñecos sobre la bandeja trasera. El tuning actual necesita dinero -mucho-, ambientadores mimetizados con la tapicería, llantas de aleación alienígena y un cierto gusto musical. ¿Qué nos deparará el futuro?
1 comentario:
Se te ha olvidado el escapulario, la estampita de la Virgen de Candelaria y la persiana trasera jejejeje
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