Hoy es viernes, el día de mis visitas de obra. Ha hecho frío, mucho, aunque no ha llovido... hasta ahora. Me levanté a las 7 y antes de las 8 ya iba raudo hacia la restauración en el Cabrera Pinto, la primera de mis citas de hoy. De allí a Tejina, luego al Sobradillo y a las 2 llegaba a La Esperanza por un compromiso cumpleañero que me tuvo y retuvo hasta pasadas las 3:30pm. Llegué a casa literalmente congelado; mucho tiempo sobre la moto. ¿Y por qué tanta moto? pues porque el coche aún sigue en el taller, sin noticias ni visos de arreglo. ¡Así son las cosas! Un pobre Jeep sale una tarde tranquilo a un concierto ignorante de que le esperaba una señora dispuesta abalanzarse y dejarlo en dique seco sine die.
Esta es la secuencia de lo ocurrido durante esta fatídica tarde que me obligó a motorizarme cual correo americano, es decir llueve, nieve, haga sol o haga frío. Y encima hoy los periódicos avisan de una borrasca mala mala que se dirige a las islas amenazando con un nuevo diluvio, según nos cuentan. Mi coche es el que baja tranquilamente mientras un poco más abajo, subiendo por el carril derecho, acecha el Seat Toledo esperando su momento de gloria.
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