Que no se me mosqueen los canes más feministas por el título, pues ya se sabe que los ángeles no tienen sexo (...bueno, eso nos han dicho, pero vaya usted a saber). Octavia, léase el susodicho angelito, volvió anoche a las andadas. Llegamos de cenar y se había comido un suplemento anual de "El Jueves", la contraportada de otro titulado "La Posguerra" y algunos incisivos el la tapa del último, que fue quien menos recibió. El primero fue directo a la basura y los dos restantes sufrieron una pequeña restauración que los llevó de nuevo a su lugar en la biblioteca. Al bélico tuvimos que amputarle la tapa trasera, pero sigue vivo que es lo importante.
Así que después de su última perrería tiré la toalla, no ha solución. En marzo cumplirá tres años y parece que no tiene intención de dejar de devorar mi casa poco a poco; ahora le toca a la biblioteca. Esta mañana bajé al garaje y lo ordené, subiendo todo aquello de algún valor a las zonas más altas de las estanterías para alejarlas lo más posible de sus fauces asesinas. Volverá al garaje mientras yo esté fuera de casa, y cuando se tranquilice quizá lo intente de nuevo.
Cuando uno la ver dormida parece mentira que pueda convertirse Mr. (Mrs.) Hyde.
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