Una hora con la boca abierta en lo que supone para mi una tortura: el dentista, o mejor dicho la dentista. Mi amiga S, dulce y con buenas manos, me resolvió -cruzo los dedos- un dolor que no se me quitaba en los últimos días, aparentemente sin una razón clara. Hoy estoy algo mejor, ahora no me duele, pero no las tengo todas conmigo. Espero que sean sólo los coletazos y que el dolor desaparezca definitivamente del lado izquierdo de mi boca. Una hora sin dolor, rígido sobre el sillón de torturas, sintiendo cómo manos, utensilios, tubo absorbesaliva, y algo más que no acierto a describir porque es sentarme en el potro y cerrar los ojos como si no hubiera un mañana. Anestesiado como dios manda, sin dolor, sólo logro concentrarme en que esto también pasará sin quitarme de la cabeza las imágenes de la película "Marathon Man". Definitivamente debo ser masoquista, pero a la inversa.
Motorizado, tras despegarme del sillón, bajo a Santa Cruz a una misa de dueloaniversario por mi padre en la iglesia de San Jorge, antiguamente anglicana, construida por el arquitecto Walter I. Wood, erigida el 1914 tras el 60 jubileo de la reina Victoria de Inglaterra. Tras años de desaparición de fieles anglicanos, la iglesia cesó su actividad y fue vendida a la diócesis de La Laguna.
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Louis Armstrong, *What a wonderful world.
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