▬
> ¿Cómo te va? ¿el trabajo?
> Bien, tirando, tengo encargos.> Me alegro. ¿Y no has pensado ampliar el negocio?
> No, así me va bien...
> Pero, si contratas a alguien podrás tener más encargos.
> Sí, lo sé, pero así me va bien...
> Ya, pero podrías ganar mucho más.
> Puede, pero viviría mucho menos.
He aquí una conversación entre un pequeño empresario y un conocido bienintencionado que pudo pasar, y pasó, en cualquier lugar de estos tiempos. ¿A qué viene esta reflexión filosófica barata? Nada más que a la ambición. Recordé esta anécdota al leer anoche los titulares de EL PAÍS online antes de acostarme. Consciente de que ahora todo se dice en clave electoral, así es el circo de las elecciones, leo las declaraciones de Pedro Sánchez y las posteriores de su adversario Feijóo. Las leo con detenimiento para intentar ponerme en la piel del que luego las critica e intentar se un poco más objetivo.
Empiezo por las segundas. Más hooligan que nadie, nos dice. Mientras, el presidente de los empresarios las encuentra "peligrosas".
Vale, en nuestro sistema económico cada uno hace lo que quiere con su empresa y la monta aquí o allá, pero ¡oh! nadie lo hace en Estados Unidos, por ejemplo, se van a paraísos fiscales o donde los Gobiernos suelten pasta "por el bien de la economía del país", léase sistema (argumento con el que una y otras vez se defendió el rescate a los bancos durante los años de crisis del 2008 en adelante). Pero, si se quedan en España, se acogen -¿y por qué no?- a todas aquellas subvenciones y ventajas fiscales que existen. Y bien que me parece, las empresas son necesarias, al igual que los trabajadores (fíjense que no he nombrado al proletariado, no vaya a ser que me tilden de algo colorado) y si ellas ganan dinero lo hacemos todos.
He aquí que entra la ambición desmedida, no creo que haya otra forma de decirlo. Y la política, que aunque no queramos lo invade todo. Ambición porque la meta es ganar más, pero no más más, muchísimo más. Nada es suficiente, como tampoco lo es para los bancos. Ambición que lleva a trasladar empresas para ahorrar impuestos, pagar menos y ganar más, a pesar de haber recibido subvenciones, prebendas y exenciones fiscales; cuando éstas no son suficientes hay que huir hacia adelante y encontrar donde ganar más. Y política porque, ¡qué casualidad!, estos empresarios conservadores son a los que se le llena la boca de España, ¡Espaaaañaaaa!, de patria, pero únicamente cuando les interesa, claro está. La patria está bien, se la quiere y se la respeta, como a la bandera, pero ¡no me toques el dinero!
Por eso, nos parezca acertado u oportuno, o no, la reflexión de Pedro Sánchez sobre la patria es certera. Es lo que hay.
♫
Serrat, *Disculpe el señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario