Seas creyente o no, felicites o lo contrario, incluso vivas en España o fuera, es imposible no acordarse del día de hoy: San José para unos o, simplemente, el DÍA DEL PADRE para todos, tengas o no hijos. Los centros comerciales, radios y televisiones, marcas de perfumes y colonias, librerías, alguna que otra marca ortopédica, que aquí el que no corre vuela, y hasta concesionarios de coches (sí, en serio), te lo recuerdan hasta la saciedad.
Así que hoy, en mi caso felicitado por mis amigos y por gente que me quiere o a la que avisa el móvil recuerdo a mi padre que, espero, esté orgulloso de mi por el aciago día de su funeral donde puse en su sitio, clavado, a su amigo Fernandito; suyo, que no mío, personaje inefable odiado por unos y despreciado por otros. Mala gente. Como mi madre me dice que no se debe desear mal a nadie, educadito y cínico que soy, sólo me queda creer en la existencia del karma.
Felicidades a todos, Josés y Josefinas, Pepes y Pepas y a todas las posibles combinaciones del santoral. A los padres ya los felicitarán sus vástagos.
Y a Fernandito... no, mejor no decir nada, por aquello del karma.
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