Fue ayer un lunes típico, tópico, de esos que uno va a odiar nada más poner el pie descalzo (¿el izquierdo?) en el frío suelo; un día marrón, que hubiera dicho Luz Casal. Uno de esos lunes donde el exprimidor no para de dar vueltas y en los que uno llega a casa vacío.
Un día de preocupaciones en el trabajo, las mismas de cada día y algunas más, por la madre de una amigahermana, por el presente y, sobre todo, por el futuro, ese que no existe porque es hoy. Ya había tenido una conversación tempranera en la que me habían dicho "porque tú lo que tienes que hacer y bla bla bla", dejándome ese desasosiego dentro tan poco agradable. Así empezamos el día.
Se cumplía, igualmente ayer, el 1er aniversario del fallecimiento de mi padre, ¡qué voy a escribir sobre esto! Triste aniversario que me hizo recordar a los que se fueron y nos dejaron algo amputado y con el síndrome del miembro fantasma. También a los que nos sacudimos como un perro se sacude la lluvia.
Fue ayer, y acabo, un día idóneo para echar mano a la química y meterme en la cama a las 7, como así hice. Ya, lo que soñé, es otra historia.
PD. Olvidaba incluir en mi pequeña historia el encuentro con un antiguo concejal con el que compartí trabajo algunos años. Él me dijo: cuando decidí dejar de compatibilizar mi puesto de político con mi trabajo en la calle, dejando el primero, fue como ver la luz por primera vez.
♫
Joan Manuel Serrat, *Llegó con tres heridas.
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