La fuerza de la naturaleza nos obliga, una vez más, a reconocer que no somos nada, que no somos nadie. Supe del terremoto de Japón ayer por la tarde, escuchando las noticias en la radio de un taxi. No fue hasta por la noche cuando me pude sentarme a leer los periódicos en Internet y ver las terribles imágenes de las ciudades y los campos arrasados , primero por el terremoto y después por el mar, y además lo podemos ver ¡en directo! En el taxi había oído que había 50 muertos, ingenuo de mi. Anoche ya hablaban de más de un millar, hoy nadie lo sabe aún.
sábado, 12 de marzo de 2011
DE NUEVO LA NATURALEZA
La fuerza de la naturaleza nos obliga, una vez más, a reconocer que no somos nada, que no somos nadie. Supe del terremoto de Japón ayer por la tarde, escuchando las noticias en la radio de un taxi. No fue hasta por la noche cuando me pude sentarme a leer los periódicos en Internet y ver las terribles imágenes de las ciudades y los campos arrasados , primero por el terremoto y después por el mar, y además lo podemos ver ¡en directo! En el taxi había oído que había 50 muertos, ingenuo de mi. Anoche ya hablaban de más de un millar, hoy nadie lo sabe aún.
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