La ecologista gana y se va del pueblo
La justicia da la razón a Paca Blanco y ordena derribar un complejo turístico de lujo en una localidad de Cáceres - La activista sufre acoso y agresiones.
INMACULADA FRANCO - El Gordo - 19/03/2011
Lo que para muchos es un sueño a punto de hacerse realidad: disfrutar del macrocomplejo turístico Marina Isla de Valdecañas, en Cáceres, para Paca Blanco, coordinadora de Ecologistas en Acción en la comarca de Campo Arañuelo, es un infierno. Hace cinco años que sufre acoso y agresiones por haber denunciado la ilegalidad del complejo, construido en un paraje protegido, que pertenece a la red natura 2000, y que ha sido declarado por la UE como Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) y Lugar de Interés Comunitario (LIC). Muchos de los vecinos de El Gordo, municipio en el que se levanta el complejo, ven en las denuncias de Blanco una amenaza a los intereses económicos del pueblo, de 300 habitantes.
Marina Isla de Valdecañas se encuentra a 160 kilómetros de Madrid, de donde procederán muchos de sus clientes, algunos de ellos, según Blanco, famosos del papel cuché, y contará con dos hoteles de 4 y 5 estrellas; casi 200 villas de lujo; un campo de golf y un puerto deportivo. El entorno de esta urbanización también es de lujo, está ubicada en una isla del Embalse de Valdecañas, enmarcada a por las Sierras de Gredos y de Las Villuercas.
Ecologistas en Acción lleva peleando en los tribunales desde 2007, cuando la Junta de Extremadura, entonces presidida por Juan Carlos Rodríguez Ibarra, aprobó un decreto para poder construir en la Isla de Valdecañas, como Proyecto de Interés Regional (PIR). Ahora el Tribunal Superior de Justicia ha dado la razón a los ecologistas por considerar que la urbanización no cuenta con las condiciones necesarias para ser un PIR, y por lo tanto ordena su derribo. La Junta recurrirá al Supremo.
El miércoles, día en que se conoció la sentencia, Blanco puso un fax a la Subdelegación del Gobierno en Cáceres pidiendo protección. Tenía miedo de que las agresiones que, presuntamente, viene sufriendo estos últimos cinco años pudieran acabar con una desgracia. Relata con aplomo que han tirado a su vivienda cócteles molotov. "Uno de ellos estuvo a punto de impactar contra una bombona de butano", cuenta. Le han roto varias veces los cristales de sus ventanas, han lanzado contra su casa huevos, incendiado su buzón y provocado daños en su coche por valor de más de 2.000 euros. Asegura que con ella no van a poder, pero también reconoce que no quiere poner en peligro a su familia y, en concreto, a su nieto de seis años que vive con ella. Así, ha puesto su casa en venta, quiere irse del pueblo.
"Agredirme y acosarme se ha convertido aquí en el deporte nacional. Hace cinco años lo hacía un grupo de menores, ahora han tomado el relevo otros. Lo hacen por lo que oyen en sus casas", dice. Los jóvenes a quienes ha denunciado solo se han disculpado por el incidente del buzón, el único del que existen pruebas. Lo han hecho a petición del alcalde, que no quiso hacer declaraciones a este periódico.
Blanco, de 62 años y 20 como ecologista, está acostumbrada a vivir con miedo. "Una vez en Navalmoral de la Mata (a 25 km de la Central Nuclear de Almaraz) me quemaron el coche por llevar una pegatina contra las centrales nucleares", relata.
Que no despierta simpatías en el pueblo es algo palpable. El propietario del Bar Las Cigüeñas, Teodoro Gutiérrez, lo confirmaba. "Esa mujer está empeñada en que por allí pasan aves, y por allí no pasa nada. Ha puesto el grito en el cielo, quizás demasiado alto, y en esas condiciones no puede tener a nadie del pueblo de su lado; el complejo beneficia a los bares, las tiendas y da trabajo". Gutiérrez sabe que se ha construido en zona protegida. "No pasa nada, no hace ningún daño", dice.A pesar de los sustos y sinsabores, Blanco está satisfecha con el fallo de los tribunales. Sabe que no se va a derribar el macrocomplejo pero espera que se condene a los implicados en la iniciativa, por la que se recalificó 1,3 millones de metros cuadrados no urbanizables de especial protección.
Ecologistas en Acción ha redactado un manifiesto de apoyo a Blanco, al que se están adhiriendo colectivos conservacionistas, intelectuales y artistas como la escritora Rosa Regás, el actor Alberto San Juan, el periodista y escritor, Isacc Rosa o los directores de Greenpeace y WWF-España, Mario Rodríguez y Juan Carlos del Olmo.
La justicia da la razón a Paca Blanco y ordena derribar un complejo turístico de lujo en una localidad de Cáceres - La activista sufre acoso y agresiones.
INMACULADA FRANCO - El Gordo - 19/03/2011
Lo que para muchos es un sueño a punto de hacerse realidad: disfrutar del macrocomplejo turístico Marina Isla de Valdecañas, en Cáceres, para Paca Blanco, coordinadora de Ecologistas en Acción en la comarca de Campo Arañuelo, es un infierno. Hace cinco años que sufre acoso y agresiones por haber denunciado la ilegalidad del complejo, construido en un paraje protegido, que pertenece a la red natura 2000, y que ha sido declarado por la UE como Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) y Lugar de Interés Comunitario (LIC). Muchos de los vecinos de El Gordo, municipio en el que se levanta el complejo, ven en las denuncias de Blanco una amenaza a los intereses económicos del pueblo, de 300 habitantes.
Marina Isla de Valdecañas se encuentra a 160 kilómetros de Madrid, de donde procederán muchos de sus clientes, algunos de ellos, según Blanco, famosos del papel cuché, y contará con dos hoteles de 4 y 5 estrellas; casi 200 villas de lujo; un campo de golf y un puerto deportivo. El entorno de esta urbanización también es de lujo, está ubicada en una isla del Embalse de Valdecañas, enmarcada a por las Sierras de Gredos y de Las Villuercas.
Ecologistas en Acción lleva peleando en los tribunales desde 2007, cuando la Junta de Extremadura, entonces presidida por Juan Carlos Rodríguez Ibarra, aprobó un decreto para poder construir en la Isla de Valdecañas, como Proyecto de Interés Regional (PIR). Ahora el Tribunal Superior de Justicia ha dado la razón a los ecologistas por considerar que la urbanización no cuenta con las condiciones necesarias para ser un PIR, y por lo tanto ordena su derribo. La Junta recurrirá al Supremo.
El miércoles, día en que se conoció la sentencia, Blanco puso un fax a la Subdelegación del Gobierno en Cáceres pidiendo protección. Tenía miedo de que las agresiones que, presuntamente, viene sufriendo estos últimos cinco años pudieran acabar con una desgracia. Relata con aplomo que han tirado a su vivienda cócteles molotov. "Uno de ellos estuvo a punto de impactar contra una bombona de butano", cuenta. Le han roto varias veces los cristales de sus ventanas, han lanzado contra su casa huevos, incendiado su buzón y provocado daños en su coche por valor de más de 2.000 euros. Asegura que con ella no van a poder, pero también reconoce que no quiere poner en peligro a su familia y, en concreto, a su nieto de seis años que vive con ella. Así, ha puesto su casa en venta, quiere irse del pueblo.
"Agredirme y acosarme se ha convertido aquí en el deporte nacional. Hace cinco años lo hacía un grupo de menores, ahora han tomado el relevo otros. Lo hacen por lo que oyen en sus casas", dice. Los jóvenes a quienes ha denunciado solo se han disculpado por el incidente del buzón, el único del que existen pruebas. Lo han hecho a petición del alcalde, que no quiso hacer declaraciones a este periódico.
Blanco, de 62 años y 20 como ecologista, está acostumbrada a vivir con miedo. "Una vez en Navalmoral de la Mata (a 25 km de la Central Nuclear de Almaraz) me quemaron el coche por llevar una pegatina contra las centrales nucleares", relata.
Que no despierta simpatías en el pueblo es algo palpable. El propietario del Bar Las Cigüeñas, Teodoro Gutiérrez, lo confirmaba. "Esa mujer está empeñada en que por allí pasan aves, y por allí no pasa nada. Ha puesto el grito en el cielo, quizás demasiado alto, y en esas condiciones no puede tener a nadie del pueblo de su lado; el complejo beneficia a los bares, las tiendas y da trabajo". Gutiérrez sabe que se ha construido en zona protegida. "No pasa nada, no hace ningún daño", dice.A pesar de los sustos y sinsabores, Blanco está satisfecha con el fallo de los tribunales. Sabe que no se va a derribar el macrocomplejo pero espera que se condene a los implicados en la iniciativa, por la que se recalificó 1,3 millones de metros cuadrados no urbanizables de especial protección.
Ecologistas en Acción ha redactado un manifiesto de apoyo a Blanco, al que se están adhiriendo colectivos conservacionistas, intelectuales y artistas como la escritora Rosa Regás, el actor Alberto San Juan, el periodista y escritor, Isacc Rosa o los directores de Greenpeace y WWF-España, Mario Rodríguez y Juan Carlos del Olmo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario