LA LUNA ES INOCENTE
Hace unos minutos, descansaba tranquilamente frente al televisor, disfrutando con una película de submarinos, comunistas y reactores nucleares desbocados. Mientras tanto, amanece en Japón, donde se afanan por controlar los efectos de un terremoto devastador. Todos hemos visto las imágenes, las olas inundando un aeropuerto, los incendios nocturnos, los comentaristas de televisión en su puesto, casco en la cabeza, al pie del cañón. Incontables explicaciones, gráficos de la NOAA, comentarios de expertos. Cuando conozcamos el alcance total del desastre, temblaremos de miedo. Y eso a pesar de que Japón es el país mejor preparado del mundo, tanto material como anímicamente, para afrontar una catástrofe natural.
Pero lo que yo no estaba preparado para asimilar es un tweet que leí en un descanso de mi película de submarinos. Creía que era una broma, pero por desgracia es cierto. Al parecer, algunos expertos de sillón han descubierto cuál es la causa subyacente al terremoto.
El culpable es … la Luna. Sí, lo han leído bien. Nuestro satélite ha devastado Japón.
El razonamiento, por llamarlo de algún modo, es el siguiente. Como sabréis, la Luna y el Sol son responsables de las fuerzas de marea. Cuando Sol, Luna y Tierra están aproximadamente alineados, el efecto de las mareas es máximo. Es lo que se llama marea de primavera, y sucede con Luna llena y con Luna nueva. Este mes, cuando tengamos Luna llena, se dará además la casualidad de que la Luna está en perigeo; esto es, su distancia a la Tierra es mínima. Eso hace que las fuerzas de marea sobre la Tierra sean máxima. A este fenómeno algún astrólogo sensacionalista le ha puesto un nombre: superluna.
El revuelo que esta descabellada hipótesis ha causado es tal que los astrónomos serios han tenido que desmentirla. Aun en el caso de “superluna”, la influencia gravitatoria sobre las mareas –o, puestos a ello, sobre las placas tectónicas- es tan débil que no podría crear un terremoto en ningún caso.
Puede que alguien, por el mero gusto de debatir, refute mi argumento. Quizá me recuerde que, dos semanas antes del maremoto de Indonesia de hace seis años, hubo una superluna; y también diez días después del Katrina; y hay más casos. Es lo que podemos bautizar como “filtración selectiva de datos.” Tomamos las pruebas que confirman nuestra teoría, y descartamos las que no. Ese truco es uno de los elementos más poderosos para mantener prejuicios sin base científica. Si ha habido una superluna poco antes, o poco después, de un suceso devastador, esos “expertos” lo apuntan como “demostración” de su teoría. Es un truco tan trillado que lo utilizan hasta los políticos.
Por supuesto, la “demostración” tiene más agujeros que un colador. Hay tantas desgracias en el mundo que forzosamente podemos asignar una a casi cualquier fecha. De haber pasado hace un mes, le podíamos haber atribuido la caída de Mubarak. O la muerte de Manolete, puestos a ello. Una vez, no sé por qué, me dio por “demostrar” que el cometa Halley es un cenizo. Cogí un libro de Historia, y qué casualidad, siempre pasaba algo malo cada vez que el Halley pasaba por aquí: invasiones, magnicidios, guerras. El problema, por supuesto, era que cuando no teníamos al Halley en el cielo, también pasaban esas cosas. Pero yo demostré lo que quería, que es de lo que se trataba. Debí haber abierto el consultorio astrológico aquel propicio día.
Incluso los datos que manejan los defensores de la teoría superluna son deliberadamente manipulados. Hace un momento les dije que la próxima superluna tendrá lugar este mes. El día 19, para ser preciso. Pero el terremoto ha sucedido el día 11, ocho días antes. En esos momentos, la Luna no se encontraba en perigeo. Al contrario, se encuentra cerca del apogeo, el punto de máxima lejanía. Así que, a no ser que las placas tectónicas dispongan de precognición extrasensorial, la conclusión es clara y contundente: la Luna hace su vida, y la Tierra la suya.
Lo que no quita para que, con la excusa del terremoto, algunos listillos quieran aprovechar el río revuelto. Incluso el Daily Mail ha aprovechado para ganar tirada con la hipótesis de la superluna, con uno de esos artículos escrito a estilo “yo no digo nada, pero…”. Afortunadamente, gente con la azotea bien amueblada, como Phil Plait, prontamente ha puesto las cosas en su sitio. Les recomiendo su última entrada sobre el tema , porque este hombre se explica que es una delicia.
Seguro que a ustedes no les han engañado con la historia de la superluna. Por desgracia, un hombre se agarra a un clavo ardiendo. Pero hay muchos incrédulos ahí fuera, presa fácil del primer charlatán que pase con una explicación pseudocientífica. Tan sólo espero que el próximo 19 no pase algo dramático que puedan usar como “prueba” de que tenían razón. Mientras tanto, permítanme volver a mi película de submarinos. Mañana será otro día.
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