Herman Leonard, el fotógrafo del jazz
Retrató a estrellas como Miles Davis y Charlie Parker.
MOKHTAR ATITAR 05/09/2010
Retrató a estrellas como Miles Davis y Charlie Parker.
MOKHTAR ATITAR 05/09/2010
Herman Leonard inmortalizó a las estrellas del jazz durante la segunda mitad del siglo XX. Falleció el pasado 14 de agosto, en un hospital de Los Ángeles, a los 87 años de edad. Hijo de unos inmigrantes judíos de origen rumano, Leonard nació en Allentown, Pensilvania, en 1923. El pequeño Herman, con 12 años, queda fascinado con la fotografía cuando su hermano mayor le regala su primera cámara. Empeñado en convertirse en fotógrafo, se matricula en la Universidad de Ohio, la única que ofrece un grado en fotografía. Durante la II Guerra Mundial es llamado a filas, pero no ejerce como fotógrafo porque en el examen de selección falla la composición de un revelador. Terminada la contienda, Leonard trabaja durante un año con uno de los mejores retratistas de su época, el canadiense Yousuf Karsh. Además de la técnica fotográfica y de trucos para manejar al retratado, el aprendiz se lleva del veterano, como único pago a todo ese año, un consejo que lleva a la práctica hasta el extremo: "Retrata la verdad, pero siempre desde la belleza".
Y belleza es lo que saca del mundo del jazz, donde entra de lleno a partir de 1948 en los locales de Nueva York. Para poder escuchar y fotografiar gratis a las estrellas intercambia sus fotos con los dueños de los locales, que las usan para anunciar actuaciones. Por el objetivo de su cámara Speed Graphic pasan Milles Davis, Charlie Parker, Ella Fitzgerald, Duke Ellington, Dizzy Gillespie o Billie Holiday. Las fotos de Leonard transmiten la esencia de los clubes de jazz, llenos de humo, de público y de la emoción del directo. Consigue captar el ambiente trasladando las luces estroboscópicas de su estudio a los locales y colocándolas en el mismo sitio desde donde se ilumina la escena. "Solo quería sentirme cerca de esa música. No tenía idea de que me iba a convertir en parte de su historia", diría años más tarde en su libro Tras la escena: la fotografía de Herman Leonard. "La obra de Herman es música para mis ojos", decía de sus fotos el músico Quincy Jones, "consiguió escribir la Biblia de la fotografía del jazz". El jazz le abre las puertas a otros mundos. En 1954 acompaña como fotógrafo personal a Marlon Brando en un viaje por Hawai, Bali, Filipinas y Tailandia.El sello musical Barclay Record lo contrata como fotógrafo oficial en 1956, con lo que traslada su estudio a París, sede de la empresa. Además de corresponsal en Europa de Playboy y los retratos a sus amigos del jazz en el mítico club St. Germain, Leonard trabaja para revistas como Elle o para modistas como Yves Saint Laurent, Chanel o Balenciaga.
También le llueven reportajes por todo el mundo, que le llevan a Afganistán, Etiopía o India. En 1980, cansado de la frenética vida del fotógrafo de éxito, decide retirarse a Ibiza con su familia. Siete años dura la aventura balear, hasta que agota sus ahorros y empieza a agobiarse por la presencia del turismo. Para impulsar su carrera, se ve obligado a los 65 años a financiar en Londres una exposición sobre sus retratos del jazz, un éxito de ventas y público.
Tras una breve etapa en San Francisco, el fotógrafo solo puede recalar en una ciudad: Nueva Orleans. "Nunca me he sentido tan a gusto dentro de mi propia piel como en esa ciudad", dirá de la ciudad que suena a jazz. Allí sigue fotografiando a los mejores músicos del momento. Solo el huracán Katrina en 2005 hace que el fotógrafo se despegue de la ciudad, a la que volvió como protagonista de un documental, Saving Jazz. Una vez le preguntaron a Milles Davis por él. "¿Herman? ¡El mejor!", contestó.
Y belleza es lo que saca del mundo del jazz, donde entra de lleno a partir de 1948 en los locales de Nueva York. Para poder escuchar y fotografiar gratis a las estrellas intercambia sus fotos con los dueños de los locales, que las usan para anunciar actuaciones. Por el objetivo de su cámara Speed Graphic pasan Milles Davis, Charlie Parker, Ella Fitzgerald, Duke Ellington, Dizzy Gillespie o Billie Holiday. Las fotos de Leonard transmiten la esencia de los clubes de jazz, llenos de humo, de público y de la emoción del directo. Consigue captar el ambiente trasladando las luces estroboscópicas de su estudio a los locales y colocándolas en el mismo sitio desde donde se ilumina la escena. "Solo quería sentirme cerca de esa música. No tenía idea de que me iba a convertir en parte de su historia", diría años más tarde en su libro Tras la escena: la fotografía de Herman Leonard. "La obra de Herman es música para mis ojos", decía de sus fotos el músico Quincy Jones, "consiguió escribir la Biblia de la fotografía del jazz". El jazz le abre las puertas a otros mundos. En 1954 acompaña como fotógrafo personal a Marlon Brando en un viaje por Hawai, Bali, Filipinas y Tailandia.El sello musical Barclay Record lo contrata como fotógrafo oficial en 1956, con lo que traslada su estudio a París, sede de la empresa. Además de corresponsal en Europa de Playboy y los retratos a sus amigos del jazz en el mítico club St. Germain, Leonard trabaja para revistas como Elle o para modistas como Yves Saint Laurent, Chanel o Balenciaga.
También le llueven reportajes por todo el mundo, que le llevan a Afganistán, Etiopía o India. En 1980, cansado de la frenética vida del fotógrafo de éxito, decide retirarse a Ibiza con su familia. Siete años dura la aventura balear, hasta que agota sus ahorros y empieza a agobiarse por la presencia del turismo. Para impulsar su carrera, se ve obligado a los 65 años a financiar en Londres una exposición sobre sus retratos del jazz, un éxito de ventas y público.
Tras una breve etapa en San Francisco, el fotógrafo solo puede recalar en una ciudad: Nueva Orleans. "Nunca me he sentido tan a gusto dentro de mi propia piel como en esa ciudad", dirá de la ciudad que suena a jazz. Allí sigue fotografiando a los mejores músicos del momento. Solo el huracán Katrina en 2005 hace que el fotógrafo se despegue de la ciudad, a la que volvió como protagonista de un documental, Saving Jazz. Una vez le preguntaron a Milles Davis por él. "¿Herman? ¡El mejor!", contestó.
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