La capibara, el carpincho, o el chigüiro (Hydrochoerus hydrochaeris), es una especie de roedor de la familia Caviidae propia de América del Sur. Es el roedor actual de mayor tamaño y peso del mundo; habita en manadas en sabanas, ríos, pantanos y zonas húmedas de Sudamérica, sobre todo en las cuencas de los ríos Orinoco, Amazonas y Paraná. El ahora extinto Neochoerus sulcidens era significativamente más grande. Son nativos de climas tropicales y templados de Sudamérica, al este de los Andes, siempre cerca del agua. Está relacionado con los agutíes, las chinchillas, los coipos y los conejillos de indias.
Los capibaras tienen un cuerpo pesado en forma de barril y una cabeza pequeña, con un pelaje pardo rojizo en la parte superior del cuerpo que se vuelve pardo amarillo en la parte inferior. Pueden crecer hasta 130 centímetros de largo y llegar a pesar 65 kilogramos. Los capibaras presentan pies ligeramente palmeados, prácticamente carecen de cola y tienen veinte dientes. Sus patas posteriores son algo más largas que las anteriores, y los hocicos son romos, con los ojos, narinas y orejas en la parte superior de la cabeza. Las hembras son un poco más pesadas que los machos. Su nombre común, proviene del guaraní «kapiÿva» significa «señor de la hierba», mientras que su nombre científico hydrochaeris, significa «puerco de agua» en griego.[1] Aunque muchas de las formas de nombrar a esta especie suelen migrar entre regiones (y en muchos casos provienen de nombres de origen indígena), las más comunes (y de las cuales se suele hacer uso frecuente en zonas geográficas reconocibles) son:
País-Nombre:
Argentina. Carpincho, Capincho, Capibara, Puerco de agua, Puerco de río, Cerdo de río, Capií-vá, Maasá mop, Nacupiaga, Yelatai, Amó, Nachiguese, Walikerait, Miquilo, Capivara, Piro-piro y Chigüire.
Bolivia. Carpincho, Capincho, Capibara, Capivara, Capiguara y Jochi.
Brasil. Capivara.
Colombia. Chigüire y Chigüiro.
Ecuador. Carpincho, Capincho y Capibara.
México. Carpincho, Capincho y Capibara.
Panamá. Poncho.
Paraguay. Carpincho, Capincho, Capibara y Kapi´yva.
Perú. Ronsoco.
Uruguay. Carpincho, Capincho y Capibara.
Venezuela. Piro-piro y Chigüire.
El cuerpo, que carece de cola, es de forma maciza y redonda, con el tronco grueso y cuatro patas cortas. Las patas anteriores, tienen cuatro dedos y las posteriores, tienen tres, expuestos en manera radial. Los dedos gruesos y parecidos a pezuñas presentan unas pequeñas membranas que los unen interdigitalmente. Los capibaras consiguen una longitud de 100 a 130 centímetros y una altura a la espalda de 50 a 60 centímetros, y las hembras suelen ser un poco más grandes que los machos. El peso medio es de 50 kilogramos en los machos y 61 en las hembras; sin embargo, el peso real puede variar entre 27 y 65 kilogramos. El pelaje es largo y áspero, pero en algunas partes es tan fino que se puede apreciar la piel a través de él. Esto hace que sean unos animales propensos a las insolaciones, y para evitarlo, se revuelcan en el barro para protegerse la piel del sol. La coloración va de un pardo rojizo al gris en la parte superior, mientras que la parte inferior tiene un color pardo amarillo. Algunos ejemplares tienen manchas negras en la cara, en el lado exterior de las patas y en la parte trasera, la longitud del pelo va de 30 a 120 milímetros.
Los capibaras tienen una cabeza notablemente ancha y grande. En relación con los parientes más próximos al capibara, el hocico es más grande y redondeado, mientras que las narinas son pequeñas y están bastante separadas. En los ejemplares machos, la punta del hocico está calva y dotada de una prominencia correspondiente a la glándula olfativa. Las orejas son pequeñas y redondas, mientras que los ojos se encuentran situados en los lados y también son pequeños. Como en muchos animales que tienen un estilo de vida parcialmente acuático, los ojos, las orejas y las narinas del capibara se encuentran situados en la parte superior de la cabeza.[4] De manera que cuando salen a respirar del agua o a observar lo que les rodea, casi no sobresalen de la superficie. La fórmula dental de este animal es de 1-0-1-3; lo que quiere decir que cada mitad de mandíbula presenta un diente incisivo, un premolar y tres molares, con un total de veinte dientes.[9] Las blancos incisivos están dotadas de un surco, como en todos los roedores, están agrandados y transformadas en incisivos sin raíz. Detrás de los incisivos se abre un espacio denominado diastema. Los dientes posteriores tampoco tienen raíces y tienen una morfología compleja; consisten en prismas de esmalte dental en forma de corazón o de barras, que están separadas por capas de cemento. Como en otros roedores, los dientes incisivos y molares de los capibaras crecen constantemente para compensar el desgaste continuo que provoca comer hierba.
Distribución y hábitat. Los carpinchos tienen un ámbito de distribución dividido en dos partes. La parte más pequeña se extiende por el este del Panamá, el norte de Colombia y el noroeste de Venezuela. La parte más grande comprende casi toda Sudamérica al este de los Andes, y va desde el este de Venezuela y la Guyana hasta el Uruguay y el noreste de Argentina. Cada una de las dos regiones tiene su subespecie correspondiente:Hydrochoerus hydrochaeris isthmius que es la que vive en la parte nord-occidental. Tiene un tamaño menor que el Hydrochoerus hydrochaeris hydrochaeris, que vive en la región más grande, al este de los Andes. Los capibaras pueden vivir en diferentes tipos de hábitat, pero muestran preferencia por algunos en concreto. Suelen encontrarse cerca de lagos, ríos, marismas o manglares. También necesitan un suelo firme para dormir, idealmente con una vegetación espesa que les sirve de protección. Para alimentarse no tienen problema en adentrarse por la sabana y herbazales. La mayor densidad de población de carpinchos se encuentra en las extensas zonas húmedas de Sudamérica, como el Pantanal, o la región de los Llanos del norte del continente, bañada por el Orinoco. Viven mayoritariamente en las llanuras, pero también habitan en altitudes de hasta 1300 metros por sobre el nivel del mar. En comparación con otras especies animales de Sudamérica, los capibaras toleran bastante bien los cambios de hábitat provocados por la actividad humana, y también pueden sobrevivir en zonas transformadas en plantaciones o pastos.
Los capibaras son animales principalmente crepusculares. Pasan el calor del día en agujeros en el barro o dentro de las aguas. Para dormir se esconden entre una vegetación espesa; no les hace falta ninguna cueva. En cambio, en las zonas donde son molestados por las actividades humanas, cambian y adoptan un estilo de vida nocturno. Si un carpincho advierte peligro, avisa a los demás con un ladrido corto, y de inmediato todos corren trotando con una velocidad equiparable a la de un caballo a fin de ponerse a salvo en el agua. Pueden bucear y permanecer bajo el agua hasta cinco minutos, y son capaces de nadar con todo el cuerpo sumergido excepto las orejas, los orificios nasales y los ojos. Otro experto nadador sudamericano, perteneciente a otra familia de roedores, es el coipo (Myocastor coypus). Aunque a veces también se esconden entre plantas vegetales espesas.
Charles Darwin describía así el comportamiento de esta especie: Durante el día están tendidos entre las plantas acuáticas o van tranquilamente a pacer la hierba de la llanura. Vistos desde cierta distancia, su paso y su color les hace parecerse a los cerdos; pero cuando están sentados, vigilando con atención todo lo que pasa, vuelven a adquirir el aspecto de sus congéneres los cavias y los conejos.
Los capibaras tienen un cuerpo pesado en forma de barril y una cabeza pequeña, con un pelaje pardo rojizo en la parte superior del cuerpo que se vuelve pardo amarillo en la parte inferior. Pueden crecer hasta 130 centímetros de largo y llegar a pesar 65 kilogramos. Los capibaras presentan pies ligeramente palmeados, prácticamente carecen de cola y tienen veinte dientes. Sus patas posteriores son algo más largas que las anteriores, y los hocicos son romos, con los ojos, narinas y orejas en la parte superior de la cabeza. Las hembras son un poco más pesadas que los machos. Su nombre común, proviene del guaraní «kapiÿva» significa «señor de la hierba», mientras que su nombre científico hydrochaeris, significa «puerco de agua» en griego.[1] Aunque muchas de las formas de nombrar a esta especie suelen migrar entre regiones (y en muchos casos provienen de nombres de origen indígena), las más comunes (y de las cuales se suele hacer uso frecuente en zonas geográficas reconocibles) son:
País-Nombre:
Argentina. Carpincho, Capincho, Capibara, Puerco de agua, Puerco de río, Cerdo de río, Capií-vá, Maasá mop, Nacupiaga, Yelatai, Amó, Nachiguese, Walikerait, Miquilo, Capivara, Piro-piro y Chigüire.
Bolivia. Carpincho, Capincho, Capibara, Capivara, Capiguara y Jochi.
Brasil. Capivara.
Colombia. Chigüire y Chigüiro.
Ecuador. Carpincho, Capincho y Capibara.
México. Carpincho, Capincho y Capibara.
Panamá. Poncho.
Paraguay. Carpincho, Capincho, Capibara y Kapi´yva.
Perú. Ronsoco.
Uruguay. Carpincho, Capincho y Capibara.
Venezuela. Piro-piro y Chigüire.
El cuerpo, que carece de cola, es de forma maciza y redonda, con el tronco grueso y cuatro patas cortas. Las patas anteriores, tienen cuatro dedos y las posteriores, tienen tres, expuestos en manera radial. Los dedos gruesos y parecidos a pezuñas presentan unas pequeñas membranas que los unen interdigitalmente. Los capibaras consiguen una longitud de 100 a 130 centímetros y una altura a la espalda de 50 a 60 centímetros, y las hembras suelen ser un poco más grandes que los machos. El peso medio es de 50 kilogramos en los machos y 61 en las hembras; sin embargo, el peso real puede variar entre 27 y 65 kilogramos. El pelaje es largo y áspero, pero en algunas partes es tan fino que se puede apreciar la piel a través de él. Esto hace que sean unos animales propensos a las insolaciones, y para evitarlo, se revuelcan en el barro para protegerse la piel del sol. La coloración va de un pardo rojizo al gris en la parte superior, mientras que la parte inferior tiene un color pardo amarillo. Algunos ejemplares tienen manchas negras en la cara, en el lado exterior de las patas y en la parte trasera, la longitud del pelo va de 30 a 120 milímetros.
Los capibaras tienen una cabeza notablemente ancha y grande. En relación con los parientes más próximos al capibara, el hocico es más grande y redondeado, mientras que las narinas son pequeñas y están bastante separadas. En los ejemplares machos, la punta del hocico está calva y dotada de una prominencia correspondiente a la glándula olfativa. Las orejas son pequeñas y redondas, mientras que los ojos se encuentran situados en los lados y también son pequeños. Como en muchos animales que tienen un estilo de vida parcialmente acuático, los ojos, las orejas y las narinas del capibara se encuentran situados en la parte superior de la cabeza.[4] De manera que cuando salen a respirar del agua o a observar lo que les rodea, casi no sobresalen de la superficie. La fórmula dental de este animal es de 1-0-1-3; lo que quiere decir que cada mitad de mandíbula presenta un diente incisivo, un premolar y tres molares, con un total de veinte dientes.[9] Las blancos incisivos están dotadas de un surco, como en todos los roedores, están agrandados y transformadas en incisivos sin raíz. Detrás de los incisivos se abre un espacio denominado diastema. Los dientes posteriores tampoco tienen raíces y tienen una morfología compleja; consisten en prismas de esmalte dental en forma de corazón o de barras, que están separadas por capas de cemento. Como en otros roedores, los dientes incisivos y molares de los capibaras crecen constantemente para compensar el desgaste continuo que provoca comer hierba.
Distribución y hábitat. Los carpinchos tienen un ámbito de distribución dividido en dos partes. La parte más pequeña se extiende por el este del Panamá, el norte de Colombia y el noroeste de Venezuela. La parte más grande comprende casi toda Sudamérica al este de los Andes, y va desde el este de Venezuela y la Guyana hasta el Uruguay y el noreste de Argentina. Cada una de las dos regiones tiene su subespecie correspondiente:Hydrochoerus hydrochaeris isthmius que es la que vive en la parte nord-occidental. Tiene un tamaño menor que el Hydrochoerus hydrochaeris hydrochaeris, que vive en la región más grande, al este de los Andes. Los capibaras pueden vivir en diferentes tipos de hábitat, pero muestran preferencia por algunos en concreto. Suelen encontrarse cerca de lagos, ríos, marismas o manglares. También necesitan un suelo firme para dormir, idealmente con una vegetación espesa que les sirve de protección. Para alimentarse no tienen problema en adentrarse por la sabana y herbazales. La mayor densidad de población de carpinchos se encuentra en las extensas zonas húmedas de Sudamérica, como el Pantanal, o la región de los Llanos del norte del continente, bañada por el Orinoco. Viven mayoritariamente en las llanuras, pero también habitan en altitudes de hasta 1300 metros por sobre el nivel del mar. En comparación con otras especies animales de Sudamérica, los capibaras toleran bastante bien los cambios de hábitat provocados por la actividad humana, y también pueden sobrevivir en zonas transformadas en plantaciones o pastos.
Los capibaras son animales principalmente crepusculares. Pasan el calor del día en agujeros en el barro o dentro de las aguas. Para dormir se esconden entre una vegetación espesa; no les hace falta ninguna cueva. En cambio, en las zonas donde son molestados por las actividades humanas, cambian y adoptan un estilo de vida nocturno. Si un carpincho advierte peligro, avisa a los demás con un ladrido corto, y de inmediato todos corren trotando con una velocidad equiparable a la de un caballo a fin de ponerse a salvo en el agua. Pueden bucear y permanecer bajo el agua hasta cinco minutos, y son capaces de nadar con todo el cuerpo sumergido excepto las orejas, los orificios nasales y los ojos. Otro experto nadador sudamericano, perteneciente a otra familia de roedores, es el coipo (Myocastor coypus). Aunque a veces también se esconden entre plantas vegetales espesas.
Charles Darwin describía así el comportamiento de esta especie: Durante el día están tendidos entre las plantas acuáticas o van tranquilamente a pacer la hierba de la llanura. Vistos desde cierta distancia, su paso y su color les hace parecerse a los cerdos; pero cuando están sentados, vigilando con atención todo lo que pasa, vuelven a adquirir el aspecto de sus congéneres los cavias y los conejos.
Vida social. Viven en grupos, que pueden estar constituidos por una pareja y sus crías, o por un grupo más grande de ejemplares adultos. La medida de los grupos varía entre seis y veinte animales. En algunos casos raros también se puede observar ejemplares solitarios, casi siempre machos adultos. La medida de los grupos y su estilo de vida depende de la estación del año y del hábitat. Durante la estación lluviosa, los capibaras se extienden por una gran región, de manera que disminuye la medida del grupo. Durante esta estación, comen mucho y acumulan una reserva de grasa. La cría de los recién nacidos también se produce principalmente durante la estación lluviosa, Durante la estación seca, muchos ejemplares se reúnen alrededor de los ríos y lagos más grandes, formando grupos más numerosos. Durante esta estación, la mortalidad es notablemente más alta, ya que aumenta el hambre y las enfermedades y con la desaparición de las plantas que les sirven de protección, los capibaras son más vulnerables a los ataques de los predadores. Investigadores de Venezuela indican una media de los grupos de 5,6 animales durante la estación de lluvias y de 15,9 en el mes de marzo, el más seco. En periodos prolongados de sequedad , se pueden formar grandes grupos de hasta cien ejemplares, que se reúnen cerca de las aguas que quedan. Aunque estos agrupamientos son inestables y no duran mucho. Cada grupo tanto familiar como mixto está liderado por un macho dominante,[10] que normalmente ocupa esta posición durante muchos años. Después vienen una o diversas hembras con sus crías y a veces los machos subordinados también forman parte del grupo. La jerarquía suele ser estable y estar bien marcada tanto entre los machos como entre las hembras, y se establece por medio de combates parcialmente agresivos. Cada grupo habita en un territorio de entre 5 y 17 hectáreas. Aunque, los animales suelen permanecer dentro de una región de unas 10 hectáreas de superficie, que defienden contra las incursiones de otros ejemplares de la misma especie. Marcan el territorio por medio de glándulas odoríferas; en los machos se encuentran situadas sobre la nariz, y los dos sexos tienen en la región del ano (glándulas anales).
Se comunican entre ellos por medio de una variedad de vocalizaciones. Entre ellos hay un sonido parecido al ronroneo de los gatos, que indica sumisión, un grito de alarma parecido a un ladrido de perro, una manera de clic que expresa felicidad, silbidos estridentes y gruñidos.
Alimentación. La dieta se compone principalmente de hierba terrestre y la complementa de vez en cuando con plantas acuáticas. A veces entran en plantaciones y se alimentan, por ejemplo, de cañas de azúcar, sandías o maíz. La creencia extendida que los peces también forman parte de la dieta de los capibaras es falsa. Tienen un aparato digestivo extremadamente eficiente que los permite subsistir con una dieta el 75 % de la cual se compone de sólo entre cuatro y seis especies de plantas, y después dejan de comerla durante un tiempo, permitiendo que las plantas de esta especie se recupere antes de volver a comérsela. El aparato digestivo de los capibaras presenta diversas adaptaciones a su dieta, como un intestino más largo y un ciego en forma de saco agrandado. De manera similar a otros roedores, como los cobaya, o los lagomorfas, los carpinchos practican la coprofagia o ingestión ocasional de los excrementos. Las heces cecales son una forma blanda y adhesiva de excrementos, que están fermentados por unas bacterias especiales en el ciego, y que son vueltos a ingerir inmediatamente después de la excreción, de esta manera, los capibaras pueden extraer el máximo de nutrientes de sus alimentos ricos en celulosa. Cuando los excrementos son expulsados definitivamente por segunda vez, son ovales y secos. Los capibaras, como las cobayas, no pueden producir vitamina C por sí mismos, de manera que han de obtenerla por medio de su alimentación. En algunos ejemplares en cautividad, que habían estado evidentemente mal alimentados, se ha observado casos de escorbuto. El macho es quien toma la iniciativa en la copulación, ya que es él, el que persigue la hembra, primero por tierra y después dentro del agua. El aparejamiento tiene lugar en aguas poco profundas, después de entre seis y ocho rápidos empujes, el acto sexual llega a su fin. El coito se puede repetir después de un rato, hasta veinte veces o bien con la misma pareja o con parejas diferentes. El aparejamiento puede tener lugar en cualquier época del año, pero la mayoría de nacimientos suelen ser en la estación lluviosa (de abril a mayo en el norte de Sudamérica y en octubre al sur del continente). Generalmente, cada hembra pare una vez por año, pero si las condiciones climáticas son favorables pueden hacerlo dos veces. El periodo de gestación dura unos 110 días en la subespecie septentrional y unos 150 en la meridional. Los capibaras son multíparos, y cada parto se compone de una media de cuatro crías, pero puede variar entres dos y ocho. Las hembras tienen diez mugrones que están colocados por parejas en el vientre.
No construyen nidos, y pueden dar a luz en cualquier sitio de su territorio. Las crías son marcadamente precoces, pesan aproximadamente 1500 g al nacer, presentan un pelaje completo y con los dientes permanentes. Poco después del nacimiento, las crías son capaces de comer hierba y pasan a ser independientes después de tres o cuatro meses. Las crías forman un grupo propio dentro del grupo principal. Ambos sexos asumen la madurez sexual aproximadamente a los veintidós meses de edad. La longevidad de los capibaras en estado natural varia entre ocho y diez años, mientras que los ejemplares en cautividad pueden llegar a los doce años.
Enemigos naturales. Los enemigos naturales más destacados del capibara son sobre todo félidos como el jaguar o el ocelote, pero también los perros venaderos y los caimanes. A veces, las crías son víctimas de aves de presa como las harpías, o de reptiles como la anaconda.
Relación con los humanos. Los pueblos indígenas sudamericanos ya cazaban el capibara para consumir la carne procesando la piel y utilizando los dientes incisivos con fines decorativos. Los capibaras también tienen un papel en la mitología de estos pueblos. En las creencias tradicionales de los Yanomamos, cada recién nacido tiene un doble en forma de capibara o de tapir que le da la fuerza vital: si el doble animal se muere, también morirá la persona.
Se comunican entre ellos por medio de una variedad de vocalizaciones. Entre ellos hay un sonido parecido al ronroneo de los gatos, que indica sumisión, un grito de alarma parecido a un ladrido de perro, una manera de clic que expresa felicidad, silbidos estridentes y gruñidos.
Alimentación. La dieta se compone principalmente de hierba terrestre y la complementa de vez en cuando con plantas acuáticas. A veces entran en plantaciones y se alimentan, por ejemplo, de cañas de azúcar, sandías o maíz. La creencia extendida que los peces también forman parte de la dieta de los capibaras es falsa. Tienen un aparato digestivo extremadamente eficiente que los permite subsistir con una dieta el 75 % de la cual se compone de sólo entre cuatro y seis especies de plantas, y después dejan de comerla durante un tiempo, permitiendo que las plantas de esta especie se recupere antes de volver a comérsela. El aparato digestivo de los capibaras presenta diversas adaptaciones a su dieta, como un intestino más largo y un ciego en forma de saco agrandado. De manera similar a otros roedores, como los cobaya, o los lagomorfas, los carpinchos practican la coprofagia o ingestión ocasional de los excrementos. Las heces cecales son una forma blanda y adhesiva de excrementos, que están fermentados por unas bacterias especiales en el ciego, y que son vueltos a ingerir inmediatamente después de la excreción, de esta manera, los capibaras pueden extraer el máximo de nutrientes de sus alimentos ricos en celulosa. Cuando los excrementos son expulsados definitivamente por segunda vez, son ovales y secos. Los capibaras, como las cobayas, no pueden producir vitamina C por sí mismos, de manera que han de obtenerla por medio de su alimentación. En algunos ejemplares en cautividad, que habían estado evidentemente mal alimentados, se ha observado casos de escorbuto. El macho es quien toma la iniciativa en la copulación, ya que es él, el que persigue la hembra, primero por tierra y después dentro del agua. El aparejamiento tiene lugar en aguas poco profundas, después de entre seis y ocho rápidos empujes, el acto sexual llega a su fin. El coito se puede repetir después de un rato, hasta veinte veces o bien con la misma pareja o con parejas diferentes. El aparejamiento puede tener lugar en cualquier época del año, pero la mayoría de nacimientos suelen ser en la estación lluviosa (de abril a mayo en el norte de Sudamérica y en octubre al sur del continente). Generalmente, cada hembra pare una vez por año, pero si las condiciones climáticas son favorables pueden hacerlo dos veces. El periodo de gestación dura unos 110 días en la subespecie septentrional y unos 150 en la meridional. Los capibaras son multíparos, y cada parto se compone de una media de cuatro crías, pero puede variar entres dos y ocho. Las hembras tienen diez mugrones que están colocados por parejas en el vientre.
No construyen nidos, y pueden dar a luz en cualquier sitio de su territorio. Las crías son marcadamente precoces, pesan aproximadamente 1500 g al nacer, presentan un pelaje completo y con los dientes permanentes. Poco después del nacimiento, las crías son capaces de comer hierba y pasan a ser independientes después de tres o cuatro meses. Las crías forman un grupo propio dentro del grupo principal. Ambos sexos asumen la madurez sexual aproximadamente a los veintidós meses de edad. La longevidad de los capibaras en estado natural varia entre ocho y diez años, mientras que los ejemplares en cautividad pueden llegar a los doce años.
Enemigos naturales. Los enemigos naturales más destacados del capibara son sobre todo félidos como el jaguar o el ocelote, pero también los perros venaderos y los caimanes. A veces, las crías son víctimas de aves de presa como las harpías, o de reptiles como la anaconda.
Relación con los humanos. Los pueblos indígenas sudamericanos ya cazaban el capibara para consumir la carne procesando la piel y utilizando los dientes incisivos con fines decorativos. Los capibaras también tienen un papel en la mitología de estos pueblos. En las creencias tradicionales de los Yanomamos, cada recién nacido tiene un doble en forma de capibara o de tapir que le da la fuerza vital: si el doble animal se muere, también morirá la persona.
1 comentario:
... y les encantan los polos de color verde!!! xD
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