Soneto 129 de W. Shakespeare
Derroche del espíritu en vergüenza
la lujuria es en acto, y hasta el acto
perjura, sanguinaria, traidora,
salvaje, extrema, cruel y ruda:
despreciada no bien se la disfruta,
sin mesura anhelada, y ya alcanzada,
odiada sin mesura, cual un cebo
que desquicia al incauto que lo traga.
Desquicio los suspiros, los abrazos,
los gemidos del antes y el durante,
júbilo al gozar, después penuria,
promesa de alegría, luego un sueño.
Lo saben todos, pero nadie sabe
cerrar el cielo que lleva hasta ese infierno.
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