Termino ahora mismo un pequeño libro de poesía, delicioso, de Jorge Luis Borges, "La cifra". Apunto dos, como los buenos perfumes.
1
Algo me han dicho
la tarde y la montaña.
Ya lo he perdido.
2
La vasta noche
no es ahora otra cosa
que una fragancia.
3
¿Es o no es
el sueño que olvidé
antes del alba?
4
Callan las cuerdas.
La música sabía
lo que yo siento.
5
Hoy no me alegran
los almendros del huerto.
Son tu recuerdo.
6
Oscuramente
libros, láminas, llaves
siguen mi suerte.
7
Desde aquel día
no he movido las piezas
en el tablero.
8
En el desierto
acontece la aurora.
Alguien lo sabe.
9
La ociosa espada
sueña con sus batallas.
Otro es mi sueño.
10
El hombre ha muerto.
La barba no lo sabe.
Crecen las uñas.
11
Ésta es la mano
que alguna vez tocaba
tu cabellera.
12
Bajo el alero
el espejo no copia
más que la luna.
13
Bajo la luna
la sombra que se alarga
es una sola.
14
¿Es un imperio
esa luz que se apaga
o una luciérnaga?
15
La luna nueva
ella también la mira
desde otro puerto.
16
Lejos un trino.
El ruiseñor no sabe
que te consuela.
17
La vieja mano
sigue trazando versos
para el olvido.
Los justos
Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
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