viernes, 24 de febrero de 2023

BIBLIOTECA


Acompañé a unos amigos, hace ya casi 20 años, a visitar una casa que vendían en el campo. Cuando la vimos, vacía, sin estrenar, sin cocina, me llamó la atención no sólo la luz y el jardín sino que el salón era asimétrico y a éste le salía un pequeño apéndice: ¡perfecto para ubicar la biblioteca!, les dije, pues a ellos les gustaba leer. Por esos entresijos de la vida, inesperada serendipia, acabé comprando yo la casa y mudándome a ella desde Pin y Pon unos meses después de aquella visita, con Augusta. ¿Y qué fue lo primero? Redistribuir enchufes y tomas de TV y teléfono (quién nos iba a decir que desaparecería el teléfono fijo) para  ubicar la biblioteca en el lugar idóneo para ello que guardaba en mi cabeza. Dicho y hecho, tras un buen trabajo de los carpinteros, el mueble encajó a la perfección y en poco tiempo la biblioteca estaba flamante. Mudarla costará, pero sabiendo el resultado todo será un mal menor. Debo cambiar el jardín por la tranquilidad y la playa, no sé qué opinaría Cicerón de esto, pero sabido es que no se puede tener todo. ¿O sí? 

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