lunes, 30 de mayo de 2022

GORDOS

La genetista Cecilia Lindgren, directora del Instituto de Macrodatos de la Universidad de Oxford (Reino Unido). UNIVERSIDAD DE OXFORD

Cecilia Lindgren, experta en obesidad: “Basta con un exceso de 100 calorías al día para ganar 4,5 kilos al año”
La directora del Instituto de Macrodatos de la Universidad de Oxford ha iluminado las raíces genéticas del sobrepeso y combate “la idea errónea de que las personas obesas se atiborran”.
Reikiavik (Islandia) - 26 MAY 2022 - 05:20Actualizado:26 MAY 2022
https://elpais.com/ciencia/2022-05-26/cecilia-lindgren-experta-en-obesidad-basta-con-un-exceso-de-200-calorias-al-dia-para-ganar-tres-kilos-al-ano.html

Cuenta la genetista Cecilia Lindgren que, cada vez que da una charla sobre la obesidad, alguien del público levanta la mano para sugerir que la solución es fácil: comer menos. A continuación, el espontáneo de turno suele añadir algún comentario despectivo: los gordos son, sencillamente, personas perezosas que carecen de fuerza de voluntad para no atiborrarse de comida basura. Lindgren, directora del Instituto de Macrodatos de la Universidad de Oxford (Reino Unido), resopla ante esta idea generalizada. Su equipo ha identificado multitud de variantes genéticas asociadas a una mayor predisposición para acumular grasa en diferentes partes del cuerpo. Sumados a otros factores ambientales, estos genes pueden determinar la aparición de unas cartucheras o de una buena “barriga cervecera”, explica Lindgren, nacida en Gotemburgo (Suecia) hace 48 años. La genetista viajó el 19 de mayo a Reikiavik (Islandia) para impartir una conferencia en la sede de la empresa local deCODE Genetics, a la que EL PAÍS acudió invitado por la compañía matriz, la farmacéutica estadounidense Amgen.

Pregunta. Usted insiste en que la obesidad no es el resultado de una falta de voluntad.
Respuesta. No lo es.

P. Tampoco es una elección.
R. No. Creo que nadie elegiría ser obeso. Los estudios genéticos nos dicen que la obesidad está regulada por la sensación de saciedad y de hambre. Vivimos en un ambiente con un exceso de calorías. Si tienes mucha más hambre y no te llenas cuando comes, vas a comer más a todas horas. Existe la idea errónea de que son personas que, simplemente, se sientan y se atiborran. Siempre se publican fotos de gente muy gorda comiendo cinco hamburguesas del McDonald’s, pero la verdad es que basta con comer un exceso de 100 calorías al día para ganar unos 4,5 kilos al año. No parece mucho, pero si lo haces todos los años de repente estarás realmente gordo. Así que no creo que sea una elección.

P. ¿Cuántas variantes genéticas están asociadas a la obesidad?
R. En la actualidad conocemos unas 3.000.

P. Así que no hay nada parecido a un gen de la obesidad.
R. No, no hay solo uno. Stephen O’Rahilly, de la Universidad de Cambridge, ha investigado enfermedades provocadas por solo una o dos mutaciones graves en un gen, enfermedades en las que los pacientes no pueden parar de comer. Se llama hiperfagia y se debe a la disrupción de la regulación neuroendocrina de la saciedad y el hambre. Y esto es lo que vemos en otras personas, aunque no de una manera tan brutal. En mi equipo hemos encontrado dos variantes en unas 6.400 personas en el Reino Unido y cada variante supone un exceso de entre siete y 10 kilos en el peso de un adulto.

P. Es mucho.
R. Hablamos de un gran efecto en muchas personas. Es importante subrayar que no somos víctimas de nuestro ADN, pero nacemos con una predisposición. Es fundamental que estas personas sepan por qué tienen que luchar tanto para mantener un peso saludable.
Hemos encontrado dos variantes genéticas que suponen, cada una, un exceso de entre siete y 10 kilos en el peso de un adulto.
P. En su campo se habla del ambiente obesogénico. ¿Qué es exactamente?
R. Un ambiente obesogénico es aquel en el que hay comida por todas partes y a todas horas. Es comida no saludable y siempre al alcance de la mano, lo que significa que, si tienes hambre, simplemente comes más. En la década de 1960, había alcohol y tabaco en las mesas de las habitaciones. Hoy nunca haríamos eso, porque sabemos que es un error. En la década de 2000 había patatas fritas y bagels en las mesas. Ahora la gente está cada vez más concienciada y hay más fruta y agua mineral. La gente está empezando a entender que no hay que tener comida por todas partes y a todas horas.

P. ¿Es lo mismo comer 500 calorías de plátanos que 500 calorías de helado?
R. Hay un gran científico en Cambridge, Giles Yeo, que ha escrito un libro llamado Por qué las calorías no cuentan. No estoy completamente de acuerdo, pero tiene razón en que si pones 500 calorías de plátanos en un plato y 500 calorías de helado en otro plato, los plátanos pesarían unas cinco veces más que el helado. No cuentan solo las calorías, sino la cantidad de comida que vas a tomar. Si te comes todos esos plátanos, vas a estar lleno durante mucho más tiempo. Si comes 500 calorías de helado, volverás a tener hambre una hora después. Es muy rico en calorías, pero no te llena. En los alimentos también importa el peso, la cantidad de fibra, la consistencia...

P. A medida que los niños ricos adelgazan, los niños pobres engordan cada vez más. La brecha en la obesidad infantil está creciendo.
R. Depende de los países. La razón por la que me preocupa la obesidad infantil es porque de adulto es difícil romper el ciclo y ser delgado. Y existe una gran discriminación hacia las personas con sobrepeso y obesidad. Una cuarta parte de los trabajadores sanitarios piensa que las personas obesas merecen menos recibir tratamientos. Y una cuarta parte de los profesores cree que los niños obesos son más tontos, así que les ponen peores notas, aunque hagan bien los exámenes.
Una cuarta parte de los profesores cree que los niños obesos son más tontos, así que les ponen peores notas.
P. El índice de masa corporal tiene un papel importante en el estatus socioeconómico.
R. Sí, hay una fuerte correlación entre el estatus socioeconómico y el índice de masa corporal. Los niños pobres tienen una mayor probabilidad de ser obesos. Las personas pobres a menudo tienen dificultades para tener acceso a una alimentación adecuada. Es muy caro comprar cereales, frutas y verduras, comparado con comprar comida con muchas calorías.

P. Si tienes pocos ingresos, tienes más probabilidades de ser obeso. Y si eres obeso, tienes más probabilidades de tener bajos ingresos.
R. Yo tendría cuidado y diría que hay una correlación, no que una variable sea la causa de la otra.

P. Un estudio con 120.000 participantes en el Reino Unido, publicado en 2016, afirmó que las personas con sobrepeso, especialmente las mujeres, están en desventaja; y que las personas altas, especialmente los hombres, tienen ventaja.
R. Sí, pero es una correlación, no implica que una variable sea la causa de la otra.

P. Usted defiende que la obesidad es “un problema cerebral”.
R. Está regulada, en gran medida, a través del cerebro.

P. Está en el cerebro y en nuestros bolsillos, porque también depende de si tienes más o menos dinero.
R. Sí, la pregunta es qué dictamina que esto sea así. Evidentemente, si eres rico, puedes ir a un gimnasio elegante y te puedes permitir comprar todo tipo de alimentos saludables. Y también influye la educación: si los niños tienen padres que les hablan de la importancia de cuidarse la salud.

P. Usted afirma que el 10% de la población no tiene riesgo de tener una obesidad grave.
R. Las personas con una gran predisposición a la obesidad, con todas las variantes genéticas, podrían pesar unos 20 kilos más que otra persona de su misma edad, sexo y altura. Pero hay otras personas que tienen suerte en esa lotería y no tienen riesgo de obesidad: tienen predisposición a no tener hambre.

P. Con toda esta información genética sobre la obesidad, ¿es posible desarrollar fármacos eficaces? ¿O con 3.000 variantes genéticas implicadas es imposible?
R. Ahora estoy muy emocionada, porque hay un fármaco en el mercado con el que la gente pierde un 15% de su peso corporal [la semaglutida, relacionada con el gen GLP-1]. Y hay otro fármaco, la setmelanotida, que actúa sobre un mecanismo regulador del hambre y la saciedad que Stephen O’Rahilly y yo encontramos tanto en tipos comunes de obesidad como en enfermedades provocadas por mutaciones en un solo gen. Este fármaco va a ser extremadamente importante. Hay una investigación de Karine Clément [experta en obesidad de la universidad parisina de La Sorbona] y otros colegas de Francia en la que ven personas que pierden entre el 12% y el 15% de su peso en unas semanas, con este fármaco. Llegaremos a tener medicamentos que funcionen en todas las personas, pero necesitamos más fármacos para escenarios diferentes. Ya estamos viendo el efecto que puede tener tomar una pastilla, pero esto no quiere decir que te tengas que poner a comer patatas fritas gritando “¡Hurra! ¡Ya no tengo que preocuparme!”. Estas pastillas te ayudarán a controlar la situación, lo cual es maravilloso.
Es importante que la obesidad se trate como una enfermedad, para que la gente se la tome en serio.
P. ¿Cuál es el papel de la industria alimentaria en la epidemia de obesidad? ¿Cree que es como la industria tabaquera?
R. Creo que la comida consumida en la cantidad adecuada y en el momento adecuado no es peligrosa. El tabaco, en cambio, es peligroso incluso si fumas poco. Yo creo que la industria alimentaria debe tener un papel [en la lucha contra la epidemia de obesidad], sobre todo a la hora de declarar sus ingredientes. Muchos gobiernos están trabajando para tener etiquetas más sencillas y que la gente pueda entender qué alimentos son saludables. Y ahí es clave el papel de la industria.

P. ¿La obesidad es una enfermedad?
R. Sí, según la Organización Mundial de la Salud, lo es. Y creo que es importante que se trate como una enfermedad, para que la gente se la tome en serio, porque está afectando a personas y también a la economía.

P. En España se supo en 2018 que Coca-Cola había pagado ocho millones de euros a asociaciones médicas y científicas. ¿Qué opina de que la industria alimentaria ponga dinero en la ciencia?
R. Hemos hablado de este tema en mi instituto y es una cuestión muy difícil. Las empresas externas no deberían poder financiar una investigación y tener voz en los resultados. Ninguna empresa me puede pagar para que yo diga que su producto es genial, porque eso es publicidad, no ciencia. Si quieren financiar mi investigación y descubro que su producto tiene un efecto nocivo, debo poder publicarlo. También debo publicarlo si no veo ningún efecto o incluso si tiene un efecto positivo, claro. La ciencia tiene que ser crítica y libre.

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