Tengo COVID, sí, ya no me siento un ser especial. Caí como un pringado, sin darme ni cuenta. Me empecé a encontrar algo raro, como cuando "te quiere dar gripe", más molido de lo normal y en el segundo test voilà, allí aparecieron las dos dichosas rayitas. A estas alturas ya uno no sabe ni cómo se contagia ni mucho menos por qué a la gente de nuestro alrededor no la contagiamos. El hecho es que así estoy, enclaustrado, sin hambre, con tos, fiebre intermitente, mocos y un persistente dolor de cabeza. Como una droga -lo que es, es-, cuento las horas para tomarme un paracetamol como si de morfina se tratase. Y no lo digo como algo frívolo, no es esa mi intención; el paracetamol hace efecto de maravilla.
Independientemente de haber dormido muy mal anoche, esta mañana estaba teletrabajando como podía, no había otra opción. Llamé a mi centro de salud para comunicar mi contagio y, nada más acabar de decirlo, la enfermera, muy amable, me soltó:
> ¿Nohabrállamadoparapedirlabaja,¿verdad?
> No, no, repuse. Sólo quería compartirlo por aquello del seguimiento.
> ¿Delsegumiento?yanohayseguimiento.
> Siseencuentramuymalllameasumédicoporlatardey,sino,paciencia.
Pues paciencia.
Me pregunto qué hubiera pasado si al llamar hubiera dicho: llamo para comunicar que tengo gripe con fiebre alta y que quiero la baja. Me quedo con la intriga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario