Llegué congelado hace una hora a casa, en moto desde Santa Cruz ¿a quién se le ocurre ponerse unos mocasines sin calcetines y subir en moto a 11°?, después de ir al cine a ver Rigoletto, misma ópera misma función que la vista en el Metropolitan, la cual me apetecía volver a ver, esta vez en primer plano y no desde el gallinero (y mira que llevé los prismáticos en la maleta paro los olvidé en el hotel la noche de la ópera). Maravilloso en el cine, maravilloso recordar la ópera en Nueva York también, fría y nevada noche.
Compré la entrada tarde y no conseguí sino en la fila 14, pasillo, junto a una señora mayor, muy agradable, con la que entablé conversación. Al final del primer acto estaba como un tronco, pero luego pareció animarse. Después de la ópera pasé por la gasolinera y a casa. La próxima será Parsifal, de Wagner, a la que en principio creo que no iré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario