Ha sido este viernes, ayer, un día muy completito, con casi todo, lo bueno y lo malo, que podemos tener en un día normal, entre semana, sin mayores pretensiones al levantarnos. Tenía la intención de acercarme temprano a la inmobiliaria que tiene nuestro estudio en venta, y así fue; aparco la moto frente a la catedral, doblo la esquina y allí está el local, otrora inmobiliaria, ahora "Chuches Suecas". Bien, mal, otra empresa quiebra o se traslada. Me desvío hacia la biblioteca municipal para ver la exposición de Esteban (encarneviva) "Donde los caballos van a morir". Una mañana soleada, un árbol cargado de barbies y unas polaroid que te animan a disfrutar de las muñecas y sus vicisitudes. Doy una vuelta, leo, veo y disfruto.
De vuelta al aparcamiento me encuentro a un vecino y posible comprador del estudio. Vuelve el optimismo, Cruzo los dedos.
La moto va de maravilla, arranca a la primera y creo que hasta corre más. Estupendo. Regreso a casa y me siento a trabajar en el ordenador un buen rato: fotografías de una obra terminada, un par de cartas al banco, fotos del interior del estudio para una nueva inmobiliaria, problemas con Spotify, etc.
¡Olvidé sacar dinero del cajero y tengo un almuerzo hoy! Pequeño problema, ya no hay cajeros cerca de mi casa; aquellos en gasolineras y supermercados han volado por obra y gracia de las nuevas políticas bancarias. Así que vuelvo a montarme en la moto y, calculando, decido que el cajero de La Esperanza (no es el título de una película cursi sino el cajero que hay en el pueblo de La Esperanza, a sólo 10min de mi casa). Llego, desembolsa, aprovecho para ir a preguntar al Ayuntamiento una duda. Discusión grande. ¡Qué fácil es hacer leña sobre el árbol caído! y más si uno no está delante.
Vuelvo a casa. Largo almuerzo con mis amigos, agradable, placentero... me olvido de la discusión.
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