Les hablaba ayer de la muerte de mi primo, la primera, el primero. Hago yo propias las palabras de mi hermano, sin pudor alguno por la apropiación, como despedida...
El azar me lo trajo al doblar una esquina. Fue la casualidad de entrar por una calle y no por la siguiente, la manía novelera de modificar el trayecto habitual, ver otras casas y cosas, quizás cruzarme con gentes diferentes. Y eso fue precisamente lo que ocurrió. Fue la última vez que lo vi.
No hay mucho que añadir. Si acaso, una disculpa por la impudicia: hay mañanas menos luminosas.
Brindo por quien se me ha ido. Brindo por lo que permanece dentro de nosotros.
Gracias por ser y estar.
"Cambio la primavera por que me sigas mirando", Pablo Neruda.
"La vida es un soplo", Oscar Niemeyer.
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