Hablando con mi hermano ayer, durante el almuerzo compartido en casa de mis padres, me comentaba su extrañeza al hablar yo con interés de la elección del nuevo Papa, del cónclave, etc. Me decía:
¡Tú, con lo anticlerical que eres!
Cierto, soy anteclerical, pero tengo ojos y vivo en este planeta. Si me entero de las gestas futboleras, que no me importan lo más mínimo, y me es imposible huir de los famosillos televisivos, ¿cómo no iba a importarme la elección de un personaje que mueve millones y millones de personas en todo el mundo? Sería absurdo.
Francisco I, un papa argentino, latinoamericano, que ha estudiado en España y jesuita. ¿Veremos un giro hacia la modernidad en la Iglesia católica? ¿veremos por fin a un Papa que se preocupa por la realidad del mundo: la que existe, la de verdad, la de los pies en el suelo, la de los diferentes, la de los abortos, la de los malos tratos, la de la pederastia, la del hambre, la de la guerra, la de la pobreza, la de los embarazos, la del SIDA, la de la diversidad de las familias y tantas otras realidades?
¿Qué pasaría si el Papa dijera, por ejemplo, "usen anticonceptivos para evitar embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual? ¿imaginan cuantas vidas se salvarían?
¿Y si el Papa bendijera las familias gays con hijos? ¿cuánto se avanzaría en la erradicación de la homofobia?
¿O si el papa condenara un día tras otro la pena de muerte?
Yo brindo por ello, ojalá sea así y lo veamos. Ojalá tengamos un Kyril Dakota de verdad, de carne y hueso. Repito, brindo por ello.
PD. Y además, permítanme la frivolidad, me gusta el nombre que ha escogido.
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