jueves, 28 de febrero de 2013

DONDE LOS CABALLOS VAN A MORIR


El patíbulo de las barbies
El fotógrafo tinerfeño Encarneviva inaugura mañana una original exposición en el patio de la Biblioteca Municipal de La Laguna bajo el título "Donde los caballos van a morir", por medio de la cual escenifica el concepto de la decadencia. 
28/feb/13. José R. Hernández

Para ajusticiar barbies basta con elegir un árbol, a ser posible de ramas robustas, cortar un trozo de nailon, atarlo con fuerza a su cabeza, pierna o cadera y colgarla sin más miramientos.
Al menos ese es el método escogido por el fotógrafo tinerfeño Encarneviva para hacer escarnio público de este icono de la belleza plástica, dentro del montaje promovido por el colectivo Neón-Púrpura para representar la decadencia.
Esta instalación forma parte de la exposición "Donde los caballos van a morir", que, a su vez, incluye varias fotografías de gran formato, protagonizadas por muñecas customizadas con referencias a la muerte.
El patio de la Biblioteca municipal de La Laguna será el escenario que albergue durante un mes esta original propuesta, que se inaugurará mañana, a partir de las 19:00 horas.
"En realidad el hecho de incluir las muñecas, que es algo claramente frívolo, como metáfora de la decadencia, es una especie de divertimento, y un doble juego ya que, al estar fabricadas de plástico, son objetos eternos, que nunca se degeneran, a pesar de permanecer tanto tiempo a la intemperie", explica Esteban González, la persona que habita debajo de la piel de Encarneviva.
Sobre la iniciativa, precisa que surgió de un encargo del colectivo Neón-Púrpura que desde finales de 2012 inició el proyecto "Crisis/Decadencia/Transformación", junto con la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de La Laguna.
Al respecto, precisa: "Se dirigieron a mí porque suelo utilizar con bastante frecuencia las muñecas en mi obra fotográfica". De hecho, revela que, lo que empezó como una broma, al comprar una en un rastro, se convirtió en una colección de 130, entre las que hay rubias, morenas, pelirrojas, blancas y negras.
"La primera que cayó en mis manos fue hace dos años, pero ha sido en los últimos cinco meses cuando me he lanzado a lo bestia", comenta Encarneviva, que añade que, incluso hace poco consiguió incrementar su colección a través de una petición vía Facebook, por la que recibió alrededor de veinte más.
No en vano, asevera que tiene "una personalidad compulsiva", por lo que "cuando empiezo con algo no paro hasta que me aburra", apostilla.
Sin embargo, aclara que "son meras herramientas para mis trabajos y, una vez que concluye la sesión fotográfica, regresan a la bolsa donde las guardo".
En esta línea, resalta que "aunque está muy orientado a lo que suelo hacer, este montaje no es más que un complemento a mi labor como fotógrafo".
Así, pese a que, según subraya, "no se puede decir que sea un fotógrafo profesional, en el sentido de que viva en exclusiva de esto", tiene ya marcados en la agenda nuevos proyectos.
"Siempre estoy haciendo cosas, pero no quiero avanzar nada por si algo se tuerce", argumenta.
En cuanto al salto de la fotografía a la división de honor del arte en Canarias, sostiene, de manera categórica, que es un paso muy complicado ya que "aquí aún pervive la idea del esto lo puedo hacer yo". No obstante, enfatiza que, en el extranjero, la fotografía está teniendo más salida incluso que la pintura o la escultura".
Desde que en el año 2005 compró su primera cámara, Esteban González quedó atrapado por la magia de congelar instantes. Atraído en un primer momento por el mundo de los conciertos, poco a poco se adentró en el retrato, donde ha encontrado su verdadera pasión y el reconocimiento definitivo de los círculos artísticos del Archipiélago. Hasta la fecha ha participado en una quincena de exposiciones colectivas y en una decena de individuales en espacios como la galería Stunt y el Ateneo de La Laguna, la sala de arte La Recova de Santa Cruz de Tenerife, o el centro de Congresos Magma en Adeje.

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