Mi amigo Jim, un negro de 2x2, literalmente, exmarine con novia sueca blanquísima, con el que viví unos meses en Nairobi, tenia siempre un Cosmopolitan sobre su mesa de noche porque, según él, hay que saber lo que opina "el enemigo".
Sin necesidad de acudir a estas metáforas bélicas, demostrada la imposibilidad de llevar a cabo las teorías marxistas -véase la URSS, China, Cuba, Albania, y un largo etc.-, sólo nos queda releer a Bakunin. La democracia -sí, la forma de gobierno más justa y bla bla bla- cuesta entenderla cada vez más. ¿Es lícito desear la caída de un gobierno a pesar de que ha logrado en una elecciones más del 50% del apoyo? ¿Es por tanto lícito poner la zancadilla una y otra vez a base de bulos y mentiras creyendo que el fin justifica los medios? Pues seguramente la respuesta a esta pregunta es afirmativa en ambos casos, ya lo hemos visto con Felipe González pero también con Aznar y con Rajoy. Así que sí. Y he aquí donde me cuesta entender "el gobierno del pueblo". ¿Alguien se cree de verdad esta máxima?
Esta mañana ABC publica una portada cuanto menos inquietante. Ésta:
Al menos el PSOE sabrá lo que le espera, si no lo suponía ya. Las declaraciones son contundentes. Entonces ¿qué ocurre con todos aquellos españoles que no votaron al PP? Los nacionalistas, los de Podemos, Sumar, PACMA y tantos otros partidos menos convencionales y alejados del eterno y totémico bipartidismo, entendido ésta como mantra de la única opción verdadera? Pues nadie tiene respuesta a esta pregunta, por lo menos el sistema no. A joderse, diría una amiga.
Una oposición sin concesiones, leemos. No dejan opción a que alguna el Gobierno pudiera hacer algo bien, por ejemplo, o que pudieran llegar a pensar que el pueblo, aquél que supuestamente gobernaba, según la etimología, hubiera obtenido alguna mejora aplaudible. No, está claro, al enemigo ni agua.
Claro que, leyendo a Bakunin, que defendía la libertad del individuo concebida socialmente, es decir que el hombre no podría ser verdaderamente libre sino lo era el resto de seres humanos, uno no deja de sonreír ante tanta ingenuidad.
Claro que, leyendo a Bakunin, que defendía la libertad del individuo concebida socialmente, es decir que el hombre no podría ser verdaderamente libre sino lo era el resto de seres humanos, uno no deja de sonreír ante tanta ingenuidad.
Una cosa, en algo ha mejorado sin duda el PP, ¡mira que era feo el antiguo logo!
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