Parece hoy un día bonito, de cadencia optimista, doce del doce, ¿no suena bien? Llego como cada mañana a La Esperanza, con poca, pero animoso. 16° hoy, diciembre -¿dónde el frío de otros años? me pregunto-; café, conversación lacónica y a empezar el día con esta tortícolis crónica que no desaparece (olvido cada tarde pedir hora para el fisio).
Compruebo al entrar en el primer expediente de la mañana que voy por el nº5.255, quién lo hubiera dicho. Recuerdo como si fuera hoy que antes de aceptar mi puesto de arquitecto municipal llamé a mi amigo Paco, arquitecto también que lo fue municipal en un pueblo del sur de la isla, quería saber su opinión y él me la dio: no te veo yo trabajando bajo tanta presión. Pues ya son 17 años, casi nada. No diré que la presión se lleva bien, todo lo contrario, pero el sistema es el que es y, hasta hoy, he sobrevivido a compañeros inefables, cotillas y correveidiles, favores todos, un concejal buena pieza al que le gustaban los puntos de colores ledeseoloquesemerece, subidas de tensión, gritos, malos rollos y, lo mejor, nuevos amigos que lo son y mucho. 17 años que para Gardel no son nada, así que para mi tampoco. Casa nueva, vida nueva, a ver qué me depara el futuro. Salud, espero y deseo, que lo demás lo tengo ya o viene llegando. Hoy, por cierto, vuelvo a almorzar con Paco para hablar de música y de la vida misma, que ya es mucho.
Voy a colocar un post-it en mi calendario de sobremesa para no olvidar llamar al fisio, de hoy no pasa pedir hora.
♫
Billie Eilish, *Happier than ever.
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