Tres, como las hijas de Elena. Tres interconectados, uno sin el otro y viceversa. Huye de la tensión, aléjate del estrés, me decía anoche el fisio durante la sesión de machaqueo cuellil, de la que espero haber salido como nuevo. Una hora entre cuello y espalda, nódulo va, encapsulado viene, para terminar en mi cama frito, ibuprofeno previo por si las moscas. Esta mañana -el cuerpo es sabio- dormí dos horas más porque olvidé poner el despertador o lo puse y lo apagué zombie. Ya en la oficina, conversación diaria en la lejanía, que si hice esto o lo otro, que si compré aquello o lo de más allá. Funcionarios...
Hazte una resonancia, uno va cumpliendo años y quizá la fisioterapia no sea suficiente. ¿Dos hernias cervicales? Tienes que saber cómo está el enemigo para poder defenderte. Pues nada, tendré que pedir que me la hagan, ¡yupi! Con cuarenta, y con suerte, uno entra en el centro de salud sin saber que ya nunca vuelve a salir. Ésta sí es una verdad absoluta, una nueva Ley de Newton.
Así que... ¿acaso lo dudas? A vivir que son dos días que el futuro no existe, es hoy.
PD. Dos días con ibuprofeno y sabré si lo de ayer ha surgido efecto y estoy mejor del dolor torticuloso que me acompaña desde hace meses. Vivo con los dedos cruzados.
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