Leo en estos días varias noticias sobre la "España vaciada" o vacía, que igual da. Esta España, la de todos, es la demostración de la excepción que confirma la regla, ejemplo vivo de la hipocresía política, del poder del poderoso caballero, valga siempre la redundancia. Ríos de tinta sobre estos pueblos abandonados, artículos en los periódicos, ensayos literarios, comparecencias políticas, para terminar en lo de siempre, nada. Telefónica corta la línea a aquellos pueblos donde no compensa el servicio (ellos lo denomina con algún eufemismo técnico), fibra óptica que no llega -no es rentable-, colegios, farmacias, centros de salud cerrados... Menos mal que quedan los bares, alma y corazón de estos pueblos.
Nuevos Ministros, pactos, buenas intenciones, críticas ciegas, política simplista y facilona, luces navideñas, alcaldes comparseros, compras compulsivas, las mismas noticias rancias previas a nochevieja... pero los pueblos no cambian, siguen olvidados, vacíos, tristes, abandonados.
Pero no todo son noticias grises, alguna luz queda para ser optimistas. Algo supe de un restaurante y de varios voluntarios de la Cruz Roja que repartían comida a los sintecho del pueblo ¿o sería en un barrio de ciudad? Estos casos de solidaridad hacen llorar; no todo está perdido.
Ojalá más "Teruel también existe" en el futuro.
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