Protección mundial a la trashumancia, un tesoro en peligro por el cambio climático y el abandono
La Unesco reconoce el patrimonio natural y cultural que genera el desplazamiento estacional del ganado, una práctica arraigada en España desde el siglo XIII.
Ginés Donaire, 18-DIC-2023
https://elpais.com/espana/2023-12-18/proteccion-mundial-a-la-trashumancia-un-tesoro-en-peligro-por-el-cambio-climatico-y-el-abandono.html
Los hermanos García Rico, conocidos como Los Carlillos, acaban de llegar a las zonas más templadas de la Sierra Morena oriental con su rebaño de 2.200 ovejas y 100 cabras trashumantes. Han empleado más de una semana desde que partieron de Santiago de la Espada, en las cumbres de la jiennense Sierra de Segura, un pueblo fundado en el siglo XVI por pastores de Cuenca y que hoy se ha convertido en el principal referente de la ganadería trashumante.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) formalizó la pasada semana la inscripción de la trashumancia estacional en España y en otros países (Albania, Andorra, Austria, Croacia, Francia, Grecia, Italia, Luxemburgo y Rumanía) como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Se trata de un reconocimiento a una forma de pastoreo consistente en el desplazamiento estacional de ganados por rutas migratorias y a una actividad que ha generado un rico patrimonio cultural y etnográfico.
En España la trashumancia tiene un reconocimiento legal desde 1273 cuando Alfonso X creó el Honrado Concejo de la Mesta donde se regulaba la anchura legal de las vías pecuarias, algo que todavía hoy subsiste a lo largo de 125.000 kilómetros y más de 400.000 hectáreas en la Península Ibérica. En el siglo XIV la lana era el único producto que generaba divisa en España y el único producto español que cotizaba en la bolsa de Amsterdam.
Santiago-Pontones (nombre del municipio jiennense desde la fusión en 1975 de Santiago de la Espada y Pontones) es uno de los pocos reductos del país donde se mantiene la práctica de la ganadería trashumante, y eso que su censo se ha visto muy afectado por la crisis del sector desde hace décadas. De las 114.000 cabezas de ganado ovino y caprino que llegó a tener el municipio hoy apenas hay 50.000, es decir, una reducción de más del 60%.
“El reconocimiento de la Unesco es un gran paso pero la trashumancia tiene dos grandes problemas que hacen peligrar su continuidad: la falta de relevo generacional y que cada vez hay menos hierba para el pasto”, señala el veterinario Francisco López, hijo de pastores trashumantes de La Matea, en Santiago-Pontones. A su juicio, el cambio climático está alterando todos los ciclos biológicos de la cabaña ganadera, tanto en la reproducción como en la alimentación. “No es normal que tengamos 40 grados en abril y más de 30 en octubre, y eso ya ocurre cada año”, indica López, que trabaja en la recuperación de la oveja montesina y la cabra negra serrana, dos de las especies amenazadas y en peligro de extinción.
Cuando llegan los primeros fríos del otoño el ganado trashumante abandona las zonas de montaña (muchos procedentes de León, Cuenca o Segovia) y pone rumbo a dehesas y zonas cálidas como el valle de Alcudia en Ciudad Real, Extremadura o la zona de El Condado en Jaén. Un itinerario a través de cañadas (75 metros de anchura), cordeles (37,5 metros) y veredas (20 metros) que se torna en camino de vuelta en la primavera, cuando vuelve a brotar el pasto en las sierras.
Jordi Morcillo es uno de los pocos jóvenes que mantienen la tradición familiar, aunque este año, por aquello del clima tan atípico, aún no tiene fecha para emprender la trashumancia. “Los jóvenes no se implican porque no le ven rentabilidad”, indica Morcillo. En la actualidad, un cordero criado en la ganadería extensiva trashumante (que indica que todos los días del año se alimenta con pasto natural) se vende en los mercados a unos 180 euros, apenas 30 euros más de lo que reciben en origen los productores de ovino.
“La ganadería extensiva y los pastores trashumantes lo tienen cada día más difícil. A las enormes dificultades del sector por la escasa rentabilidad, la dureza del trabajo, la despoblación o la sequía se le unen trabas administrativas y obstáculos en su camino”, señala Francisco Casero, presidente de la Fundación Savia por el compromiso y los valores. A su juicio, cada día son más las invasiones de vallados, cancelas y apropiaciones indebidas de los caminos públicos. “La Administración tiene que velar y actuar de oficio para evitar estas tropelías, auténticas agresiones a los ganaderos, una actividad necesaria, beneficiosa, imprescindible, fuente de sustento de muchas mujeres y hombres arraigados al territorio y fuente de riqueza y biodiversidad”, agrega Casero.
Antonio Punzano, un ganadero de 49 años de la pedanía de El Cerezo, en la Sierra de Segura, gestiona junto a su cuñado Manuel Punzano una explotación de 1.300 ovejas y 100 cabras. Este año ha recibido, como responsable de Ganadería de COAG-Jaén, el Premio Conservación, Medio Natural y Desarrollo Sostenible de la Consejería de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul de la Junta de Andalucía por mantener el oficio de pastor trashumante. Un oficio que, como indicó el jurado del premio, “resulta fundamental a nivel de empleo, de cuidado del medio ambiente y de fijación de población en el territorio especialmente en los municipios más pequeños, además de ser clave para la prevención de incendios”.
En los dos últimos años la sequía ha agravado aún más las condiciones para el traslado de la ganadería trashumante. En Andalucía las administraciones se han visto obligadas a crear abrevaderos en las zonas de paso del ganado y a dar ayudas para mitigar los costes de producción de los ganaderos. Además, la Diputación de Jaén está impulsando un proyecto de conocimiento de la trashumancia entre los escolares, que hace unos días llevó a alumnos del colegio María Zambrano de la capital a convertirse en pastores durante parte del trayecto.
La declaración de la Unesco reconoce también el rico patrimonio cultural y etnográfico que genera la trashumancia. “La ganadería extensiva y la trashumancia son bellas en imágenes, pero lo son aún más en todo lo invisible que nos ofrecen. Nunca hay que olvidar que nuestros pastores son esenciales y que velan, mantienen y protegen la piel de la Tierra”, subraya la veterinaria Mari Carmen García, que lleva muchos años plasmando con su cámara fotográfica (su otra pasión) todo lo que hay alrededor de la trashumancia. Este año, sin ir más lejos, ha sido premiada por sus fotografías en el paso del ganado por las calles de Madrid.
La también fotógrafa y veterinaria Katy Gómez ha realizado una decena de trashumancias para crear un relato visual que recoge los valores medioambientales, sociales, culturales y económicos que atesoran los ganaderos trashumantes. “Si los pastores desaparecen, desaparecerán con ellos cientos de años de sabiduría tradicional, de patrimonio cultural y de gestión ecológica del territorio”, señala.
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