Parece que el fresco ha llegado para no irse, salvo que lo impida San Martín. 14° en La Esperanza, donde vivo y trabajo -espero no haberme equivocado en el orden de los factores-, con resaca de la borrachera emocional de anoche en el homenaje de la Filmoteca en el Cine Price de Santa Cruz de Tenerife. Su amigo Aurelio Carnero organizó junto a la Filmoteca Canaria lo que debió ser un homenaje en vida pero que, desgraciadamente, la inesperada muerte de mi padre a los 88 años lo impidió. Como escribí a raíz de aquellos aciagos días, uno ve a nuestros padres como superhéroes, eternos, indestructibles, hasta que la vida te demuestra lo que ella decide, lo que ella quiere.
Nosotros, lo que quedamos, seguimos aquí en busca de vida para los años que nos quedan y no lo contrario; familia y amigos nos reunimos en el Price para arropar a mi padre en su recuerdo; Pimpinela y JAPAZ, anécdotas, libros y cine, Cine, CINE. Siempre en nuestras vidas, él y el cine o el cine y él: la biblioteca repleta de nuestra casa (los libros siguen con nosotros, la biblioteca hecha a medida acaso murió en la casa de Robayna como también lo hizo él un poco cuando salió para no volver), nuestra infancia en el Rex, las películas en blanco y negro en el televisor y nuestros padres en el centro, como debe ser, como fue y como sigue siendo. ¿Cómo agradecerles a ellos los valores que nos inculcaron? Supongo que nunca estaremos a su altura ni podremos pagarles todo lo que nos han dado.
Emocionados y orgullosos ante las muestras de cariño que recibimos, lo despedimos nuevamente anoche para darnos cuenta de la realidad: nunca se fue del todo.
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