Dormir con calor es terrible, uno se siente como una croqueta que no para de dar vueltas. La almohada se calienta, la cama no es suficiente extensa para encontrar una zona fresca, que no fría y, lo peor, es que la cabeza no descansa, piensa, da vueltas, organiza. Anoche, que siguió otra de éstas, tuve tiempo para roer una idea que últimamente me viene a la cabeza de manera recurrente: Europa. Ay Europa, nuestra vieja Europa, ¿quiénes somos realmente? ¿nos queremos o nos aguantamos? Ahora les toca a los holandeses jodernos, exprimirnos, decir NO, de manera que bienvenidos sean, otro país a boicotear por insolidario. Nuenta Seguridad Social y nuestras pensiones deben ser intocables, le pese a quien le pese, holandeses o no. Leer sobre esto me hace pensar si realmente los europeos somos un pueblo unido o más bien una idea, bonita pero más falsa que aquella moneda, que de mano en mano va y ninguno se la queda.
Claro que luego recuerdo que en nuestra España cañí tenemos OPUS, corridas de toros, sanfermines, el toro de la Vega, un emérito, guantes blancos y negros y esas bellezas varias que me devuelven al europeísmo en un tris. Por si las moscas.
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Beethoven, *Obertura Egmont.
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